Cómo Cupra está devorando a Seat y puede que termine haciéndola desaparecer
La línea deportiva de Seat triplicó sus cifras de ventas en 2021 con respecto a 2020. Pasó de 27.400 unidades a algo más de 79.000
Es como el cuadro de Goya, pero al revés. En la pintura del genio maño, Saturno devoraba a su hijo, pero en este caso y sobre ruedas, ocurre justo al contrario. La tradicional marca española Seat, nacida en 1950, puede acabar siendo un vago recuerdo ante los varios tsunamis seguidos que está viviendo la automoción.
Primero fue el Dieselgate, más tarde la pandemia, tras ella la crisis de los microchips, la escasez y encarecimiento de las materias primas. Tras todo ello, la puntilla se la puede dar su spin-off Cupra, marca nacida en 2018 de corte deportivo. La traca final bien podría ser la firma de su acta de defunción o no por parte de Oliver Blume, director general del Grupo Volkswagen, que tomará posesión de su cargo el próximo 1 de septiembre. Blume es un hombre discreto, de formas suaves, y poco dado a hacer ruido, aunque sabe que los fabricantes de automóviles están viviendo la tormenta perfecta con una meta clara: decir adiós a los combustibles fósiles. Blume trabajó en Seat durante cinco años y tiene verdadero aprecio por la firma, pero le tocará lidiar con su futuro, insuflarle vida o acabar de quitársela tal y como parece que dejó firmado su predecesor, Herbert Diess.
El anterior presidente de la compañía, despedido en una suerte de golpe de estado durante un viaje a Estados Unidos, trazó un guion claro para la firma de Martorell. El germano le asignó el papel de permanecer defendiendo la bandera de los turismos de combustión o híbridos, algo que está empezando a ser propio del pasado y poco del futuro. Sus dos modelos más vendidos, el Ateca y el Ibiza, carecen de motorizaciones electrificadas y tan solo algunos modelos del León y el Tarraco son los que a día de hoy disponen de un motor híbrido. Los fabricantes europeos temen la cada día más inminente llegada de fabricantes de coches eléctricos baratos chinos, con precios inferiores a los 20.000 euros, los llamados Kei Cars en Asia, donde copan un enorme mercado.
A día de hoy, estos fabricantes tienen tal demanda que a duras penas son capaces de contestar a sus clientes más cercanos. En el momento en que puedan ponerse a fabricar para la exportación y en Europa haya caído todas barreras, ya sean económicas, fiscales, regulatorias o psicológicas, se sabe que arrasarán el mercado de utilitarios urbanos de bajo coste. Es precisamente ahí donde los fabricantes europeos basan (o basaban) gran parte de su producción, y poco a poco están desapareciendo de sus catálogos este tipo de productos. Seat, que no es inmune a esta predecible tendencia, puede que quedar en tierra de nadie en muy poco tiempo. Es por ello, porque escapa de este patrón, que la submarca esté fagocitando las ventas, actividad e incluso espacio físico de su hermana mayor.
Cupra triplicó sus cifras de ventas en 2021 con respecto a 2020. Pasó de 27.400 unidades a algo más de 79.000. Que sea una marca novedosa y aspiracional es un elemento de juicio, tiene bastante que ver; la paulatina salida del Covid también. Se espera que la crisis de los componentes existente este 2022 impida un crecimiento expansivo de semejante calibre, pero sus cifras de venta siguen yendo a más y mejor.
A pesar de las dificultades, está ocurriendo un movimiento claramente visible en los mismos concesionarios: los Seat están desapareciendo de la vista en favor de Cupra. Donde antes estos últimos eran anecdóticos, hoy es raro ver apenas un par de Seat; la estética, colores, y señalética propia de la novedosa marca está invirtiendo la tendencia y ocupando el espacio de la que se minimiza.
Cupra es una marca de modelos más costosos, con precios que igualan e incluso dejan atrás a otros de Volkswagen. No es un secreto: los coches más caros dejan mayor margen de beneficios, y los casi 54.600 Formentor colocados el año pasado ayudaron a dejar contentos a los administradores de Martorell (casi el triple que el Seat Tarraco, el modelo de Seat más parecido, con 21.694 unidades vendidas en el mismo periodo).
Electrificar toda la gama
El siguiente paso es electrificar toda su gama, lo que dejará el listón de los precios más alto aún con respecto a Seat. De esta forma los beneficios netos obtenidos seguirán siendo mayores, no solo por vender modelos más caros, sino porque el plan de la firma es ir abandonando el combustible fósil y dejar a Cupra como marca ajena al petróleo. Si el electrificado Born sustituyó en líneas y funcionalidades al Seat Altea, se espera con impaciencia e ilusión la llegada del Raval, nombre que recibirá el sucesor 100% eléctrico del Ibiza. Si los precios se consiguen mantener por debajo de los 30.000 euros —la marca afirma que costaría alrededor de 25.000—, puede convertirse en el caballo de batalla que fue su predecesor con nombre de isla. Ya hay algún prototipo rodando e incluso presentado, pero no será hasta 2025 cuando lo veamos por nuestras calles.
Cuando Cupra consiga electrificar al completo su gama, incluyendo el exitoso Formentor, la pregunta es si el público seguirá queriendo los coches con motores de combustible. Yendo al ritmo actual, un Ibiza básico no estaría muy lejos del previsible precio proyectado por la marca para su contraparte a baterías. Lo lógico sería que una vez establecidos estos modelos en el mercado, llegase alguno incluso más pequeño, parecido al ya no disponible Seat Mii. Esta fue la primera incursión eléctrica de Seat, que aunque no fue un exitazo, hoy día es casi imposible hacerse con uno de segunda mano; nadie quiere deshacerse de él, por algo será. Lo que queda bastante claro es que Seat está, poco a poco, quedándose en un lugar extraño, una calle sin salida, a la que solo la nueva dirección puede hacer dar la vuelta. Oliver Blume es el Goya que más pinta en todo esto, y el que puede hacer cambiar los colores grisáceos que está adquiriendo.