Los analistas alertan de que la última subida del IPC puede desencadenar una recesión
El aumento del gasto público, la caída del consumo privado, el crecimiento de impuestos y la subida de los tipos de interés dibujan un horizonte incierto
La temida recesión podría estar a la vuelta de la esquina. Y la razón no es otra que la escalada persistente de la inflación en nuestro país -el dato de febrero se sitúa en el 6,1%, el más alto de la serie histórica desde 1978-, con una inflación subyacente imparable (7,7%).
Todo ello, acompañado de un escenario nacional en el que crece el gasto público, los impuestos no dejan de aumentar y entretanto, el consumo público cae, mientras sube el precio de las hipotecas, sueldos y pensiones siguen indexados al IPC y, como corolario, el Índice de Sentimiento Económico elaborado por la Comisión Europea acaba de señalar que la confianza empresarial en España ha caído 2 puntos en febrero, hasta los 99,5 puntos. Una eventualidad reseñable, ya que, por primera vez desde septiembre, este indicador se ha situado por debajo de los niveles de la eurozona.
Se trata de un panorama complicado para la economía española, tal y como ha podido constatar el panel de expertos consultado por THE OBJECTIVE. Lorenzo Bernaldo de Quirós, presidente y socio de la consultora Freemarket Corporative Intelligence, no descarta este escenario. El académico del Cato Institute y director de la Fundación Internacional para la Libertad defiende para THE OBJECTIVE que de crisis económicas como ésta, con el IPC disparado, y en el caso de España con la inflación subyacente por encima de la general, «no se sale con un aterrizaje suave».
Afirma Bernaldo de Quirós que, en efecto, con los precios por las nubes, el BCE seguirá operando subiendo los tipos de interés, y a la postre, eso trae desaceleración y una más que posible recesión para España y muy probable que para algunos países de la eurozona.
IPC represado
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Por qué la inflación sigue subiendo en España, pese a que está por debajo de su verdadera cifra a causa de las medidas tomadas para controlar el precio?, se plantea Bernaldo de Quirós. Este economista habla de la inflación represada -que no se corresponde con la realidad-, algo que refleja la propia inflación subyacente, la cual, pese a esas medidas de control no se puede disimular. «De ahí que el BCE se fije tanto es este tipo de inflación, porque es menos volátil que el el IPC», mantiene el presidente y socio de Freemarket.
Frente a este escenario, insiste Bernaldo de Quirós, «no hay aterrizaje suave con un IPC de estas dimensiones». Pero es que además, hay otra variable muy a tener en cuenta, y «es la variable M3 -cantidad de dinero en circulación en una economía, lo que permite gasto e inversión e indica el nivel de actividad económica-». En esta ocasión, el M3 sigue creciendo, mientras que el PIB no lo hace a esa velocidad.
En el caso de España, el índice de los precios se ha gravado porque tenemos unos mercados muy intervenidos, así que la demanda no se ajusta, de ahí que itinerario más probable sea una recesión, colige Bernaldo de Quirós. También subraya otros problemas añadidos para que bajen los precios de la energía. Enumera los siguientes: (1) que la invasión de Ucrania parece persistente, (2) que China ya no está cerrada y va a volver a ejercer presión en lo mercados -antes de la pandemia controlaba el 20% del mercado del gas global- y, (3) que Europa va a tener necesidad de empezar a llenar los depósitos.
La subida del IPC es un problema monetario
Sin desechar una situación como la que describe Bernaldo de Quirós, Daniel Lacalle, economista y jefe de Tressis, parte de la base de que «la inflación es siempre un efecto monetario y, todo el argumentario de los gobiernos, y de la gente que está alrededor de los gobiernos, que intentan convencernos de que todos los factores son los culpables de la inflación, excepto el monetario».
La realidad, subraya Lacalle, es que «la cantidad de dinero sigue creciendo, y ya en el ultimo informe del BCE, la cantidad de dinero global es más de un 4,3%». Añade que «los tipos de interés siguen siendo negativos en términos reales. Por lo tanto, la política monetaria sigue siendo demasiado laxa, y la inflación lo está reflejando».
La inflación, insiste el también director de Inversiones, «no es la subida de los precios, sino la pérdida del poder adquisitivo de la moneda. Y eso es lo que está sucediendo, que suben la inflación subyacente y la inflación titular. Y ello a pesar de que todos los precios de los costes de los flotes han bajado. Por lo tanto, la realidad es que lo que está ocurriendo es el efecto de destrucción del poder adquistivo».
En opinión de Daniel Lacalle, el problema al que hoy se enfrenta la economía española es la cantidad de dinero, y de hecho, tal y como recoge el BCE, la cantidad de dinero sube más que el Producto Interior Bruto real. Por lo tanto, eso hay que verlo con cierta cautela, por lo que no descarta un escenario de recesión.
Greogorio Izquierdo, director del Instituto de Estudios Económicos, también se muestra cauteloso con la actual marcha de la economía española, y con los meses consecutivos de alzas de los precios de la cesta de la compra. Así, matiza que «el ligero aumento de la inflación de febrero presentado en el avance del INE nos obliga a no bajar la guardia en este frente, ya que a pesar de la actual coyuntura de estancamiento económico, confirma un cierto freno transitorio en el proceso de desaceleracion de los precios iniciado el pasado septiembre».
Expansión del gasto público
Desde el punto de vista del que fuera presidente del Instituto Nacional de Estadística, «el rápido aumento de la inflación subyacente en los últimos meses se ve favorecido por la continua expansión del gasto público, ya que estamos con un estancamiento en el consumo privado. A ello se unen los efectos inflacionarios de las subidas de costes impositivos por la incorporación de nuevos impuestos y por la retirada de medidas de apoyos a precios en hidrocarburos. En este contexto, debemos intentar no generalizar procesos de indiciación que amplíen la inflación como nos ha sucedido en este arranque del ejercicio».
Para el economista Santiago Sánchez López, experto en fondos europeos, el dato provisional de inflación que hemos conocido hoy «es muy preocupante». Afirma: «Los precios vuelven a repuntar en febrero, un fenómeno que es persistente y acumulativo, con dos años ya de subidas de los precios». Sostiene que la inflación del 6,1% «refleja la incapacidad del Gobierno para adoptar medidas que de verdad puedan atajar una escalada de precios, que como refleja la inflación subyacente del 7,7%, está extendida a lo largo de toda la cadena de valor de bienes y servicios».
No solo se trata, abunda, «de paliar los efectos sobre los hogares, especialmente los más vulnerables, sino de tomar medidas desde el lado de la oferta que incrementen la producción y mejoren la productividad de nuestras empresas». Y el Gobierno, según insiste, «está haciendo justo lo contrario, introducir más costes de todo tipo, nuevos impuestos, como el del plástico que perjudica al precio de los alimentos, ante una pérdida de empresas continuada y por tanto de oferentes, mientras sigue estimulando la demanda y en un ejercicio de irresponsabilidad, expandiendo el gasto público a niveles récord y tensionando más los precios».
Empobrecimiento de los españoles
José María Rotellar, profesor de Economía en la Universidad de Francisco de Vitoria sostien que «el IPC no cede porque se tardó mucho en reaccionar por parte del BCE, generando un largo retardo interno que ha provocado un larguísimo retardo externo, de manera que está costando erradicar la inflación, al haberse enroscado ésta en toda la cadena de valor».
Adicionalmente -explica-, el Gobierno, «con su política de gasto infinito, presiona los cuellos de botella y dificulta la transmisión de la política monetaria del BCE, retrasando su resultado y empujando a que las medidas monetarias tengan que ser todavía más duras, de manera que con su política fiscal expansiva de incremento desmedido del gasto público, Sánchez -detalla Rotellar-, contribuye a un mayor empobrecimiento de los españoles por doble vía: una mayor subida de precios que se combate peor y una mayor intensidad en la lucha contra ella, que se traduce en tipos más altos y cuotas hipotecarias más elevadas».
El esfuerzo de las empresas
Las empresas, añade Sánchez López, «están haciendo un esfuerzo, conteniendo sus márgenes y absorbiendo los incrementos en los costes. Que los precios se hayan incrementado este mes de febrero un 1%, el dato más alto para un mes de febrero desde 1978, muestra la dificultad para reconducir el proceso inflacionario una vez que está en marcha».
La renta disponible de los hogares, agrega, «es cada vez más reducida a consecuencia de la inflación y la subida de los tipos del BCE, afectando a hogares que han sacado de la cesta de la compra la carne o el pescado».
Para el socio y fundador de Acción Liberal, Daniel Rodríguez Asensio, cabe señalar de antemano que, en primer lugar, «febrero y marzo son meses siempre complicados para la inflación. Y el componente cíclico en el caso de España es evidente». Ahora bien, «entre enero y febrero muchos autónomos están viendo cómo les suben las cuotas de autónomo. También hay empleadores que están notando la entrada en vigor del Mecanismo de Equidad Intergeneracional, que no deja de ser una subida de impuestos del 0,6% al trabajo, y que está pagando el 0,5% el empresa». Y en tercer lugar, «estamos empezando a ver el incremento de precios que han experimentado los usuarios del mercado libre (65% de los contratos) en su factura de la electricidad. Las cifras de los últimos meses estaban infravaloradas».
Y concluye: «Pensar que el asunto de la inflación estaba solucionado con una leve subida de tipos mientras se siguen financiando abultados déficits con política monetaria es absurdo. Porque la inflación moderada va a quedarse entre nosotros para rato, con ligeras oscilaciones como la que hemos visto este martes». Por cierto, matiza, «el hecho de que la subyacente esté por encima del índice general es una anomalía que refleja deficiencias en el cálculo del índice general».
El problema de las segundas rondas
Para Salvador Marín, responsable del Servicio de Estudios del Consejo General de Economistas, «el dato de avance del IPC de febrero, 6,1%, la tasa interanual de inflación del nivel general, y de 7,7%. el del nivel subyacente, no son una buena noticia en el sentido de que son mayores a los esperados».
Desde que en noviembre de 2021, explica Marín, la tasa subyacente superara a la tasa general y ambos índices se han mantenido crecientes. Señala: «Lo que nos dicen estos datos adelantados es que la general no termina de estabilizarse en la tendencia decreciente, aunque lógicamente en comparativa al año anterior sí. Pero, por otro lado, el hecho de que la subyacente se encuentre por encima de la general, se explica por todo un 2022 en que los costes energéticos y aquellos relacionados con los aprovisionamientos (cuellos de botella) modificaron las condiciones operativas de concretos sectores económicos».
Así, continúa: «Seguiremos viendo con cierto carácter retrasado este efecto sobre determinados consumos todavía durante buena parte de 2023, especialmente alimentos y bebidas no alcohólicas se mantendrán elevados. Aunque pienso que la inflación general en el corto plazo a lo largo de 2023 debería tener capacidad de llegar hasta el 4%, y la subyacente, como ya he he indicado va a seguir por encima todavía más tiempo porque todo lo que estaba arriba en los precios en 2022 (energía y aprovisionamientos) afecta con cierto carácter retrasado a los otros consumos». Asimismo, pondera: «La clave como siempre, es que no se traslade en efectos de segundas rondas y que haya cierto acople competitivo, vía confianza de la economía y del mercado de trabajo a medio plazo».
Precisamente el Colegio General de Economistas sostiene que, a pesar de las incertidumbres geopolíticas por la guerra de Ucrania, «todo parece apuntar a que no habrá recesión en la UE ni en la Zona Euro este año». No obstante, «se espera un incremento del 0,5% de los tipos de interés en marzo, hasta el 3,5%, con objeto de intentar controlar la inflación, fundamentalmente la subyacente. Y este incremento del coste de financiación tendrá un efecto negativo en el consumo y la inversión tanto pública como privada del 2022, a consecuencia de las tensiones geopolíticas producidas entonces».