Feijóo como Florentino: a los dos les falta un '9'
«El presidente del PP debería superar los obstáculos institucionales y contratar un valor seguro que lidere su equipo»
Dicen los psicólogos que un saludo con el puño apretado y el pulgar extendido apuntando hacia arriba es representativo de un líder nato, cargado de fuerza y estabilidad. Es lo que trata de transmitir Alberto Núñez Feijóo desde que apareció radiante en el balcón de la calle Génova en la noche electoral del pasado 28 de mayo. Un gesto que se ha repetido en los últimos días como seña de identidad dentro del Partido Popular y que curiosamente empieza a ser observado en otros dirigentes de la sociedad civil con permanente proyección pública, como es el caso de Florentino Pérez. Los éxitos del presidente del Real Madrid constituyen un modelo de referencia para el jefe de los populares pero, de momento, lo que principalmente iguala a ambos es una misma carencia. A los dos les falta el 9 para rematar la composición de sus respectivos equipos.
En el caso del ‘imperator’ merengue parece claro que la configuración de la plantilla está supeditada al objetivo supremo que consiste en ver terminado de una vez por todas el totémico estadio del Nuevo Santiago Bernabéu, cuya inversión rondará cifras no menos mastodónticas de casi 1.000 millones de euros. A partir de ahí las ilusiones por incorporar a un goleador de postín se fían al futuro esquivo e incierto de Kylian Mbappé que, por lo visto, todavía no sabe si ha nacido (o no) para jugar en el Madrid. La contratación del astro galo se ha convertido en lo más parecido a la paradoja formulada por Zenon en virtud de la cual Aquiles nunca termina de alcanzar a la tortuga, aunque los más fieles a Florentino Pérez están convencidos de que el ‘ser superior’, que diría Emilio Butragueño, encontrará la fórmula para desmentir al filósofo griego con una buena pila de millones.
El presidente del PP está bastante más acuciado porque aunque llegó también aclamado a la cumbre de su partido, todavía necesita reverdecer los laureles en la difícil y complicada tarea que supuestamente le espera como jefe del Ejecutivo. Una cosa es triunfar al frente de una institución deportiva que está considerada como el mejor club de fútbol del siglo XX y otra muy distinta dirigir un país con un nivel de fragmentación política y crispación social como la que se ha generado en la España del sanchismo. Además de enfrentar una oposición a cara de perro el eventual Gobierno que surja de las elecciones se verá obligado a levantar las alfombras de una economía cargada de incertidumbres y cuyas debilidades estructurales han quedado soterradas bajo el amparo de una Comisión Europea emoliente a raíz de la pandemia y desnortada tras la invasión de Ucrania.
Tres opciones: Hernández de Cos, Luis de Guindos o Fátima Báñez
A poco que la ‘ola blue’ se confirme en la única encuesta válida del 23 de julio Feijóo llegará al Palacio de la Moncloa justo cuando las autoridades de Bruselas están a punto de pitar la finalización del recreo fiscal que ha permitido al Gobierno social comunista vivir la vida a tutiplén estos años atrás. El coronavirus y la guerra de Putin han supuesto la mejor coartada de Sánchez pero a partir de 2024 se acabó lo que se daba y las restricciones presupuestarias exigirán una nueva estrategia de austeridad que se antoja inexorable en todos aquellos Estados miembros hipotecados por sus elevados niveles de deuda. España va a ser disciplinada en el control de un déficit primario insostenible que lastrará el potencial de crecimiento y tendrá que volver a la senda de ajustes sin las muletas de un Banco Central Europeo (BCE) que ha renunciado definitivamente a seguir pagando la fiesta.
Por mucho que la vicepresidenta Nadia Calviño se esmere en pintar el panorama de rosa, nuestro país sigue colocado en los puestos de descenso de la gran liga económica europea y eso ha deteriorado el margen de interlocución ante las autoridades comunitarias. A ello se añade el desaire con que Bruselas percibe la convocatoria electoral en plena presidencia española de la Unión, de manera que el nuevo Gobierno va a tener que emplearse a fondo para restaurar la confianza perdida mediante una estrategia de concesiones que condicionarán severamente la política económica de los próximos años. Para mitigar los daños, y por aquello de que la mejor defensa es un buen ataque, se antoja fundamental que el líder de los populares se esfuerce en firmar cuanto antes un ‘crack’ dotado de prestigio político, maestría tecnocrática y que goce, sobre todo, de amplio reconocimiento dentro de la comunidad financiera internacional.
«El Gobierno que surja del 23-J necesita un ‘crack’ con las puertas abiertas de la comunidad financiera y a quien no se le quede la oreja pegada al teléfono cuando llame a Bruselas»
El candidato del partido conservador se ha puesto la venda asegurando que los colaboradores que más le convencen desempeñan en la actualidad cargos públicos de alta representación que les impiden saltar olímpicamente a la pura y dura política nacional. Lo decía por Pablo Hernández de Cos y por Luis de Guindos, dos figuras que dan claramente el perfil requerido pero cuyas designaciones tendrían efectivamente un coste indudable dadas las normas no escritas que cimentan la arquitectura institucional en Europa. El gobernador del Banco de España ha entrado en su último año de mandato y su aspiración se orienta de manera preferente a la dirección general de ese supervisor por excelencia del mundo mundial que es el Banco de Pagos Internacionales (BIS) de Basilea, en tanto que el antiguo ministro de Economía tiene aún tres años de contrato vigente como vicepresidente que es del Banco Central Europeo (BCE).
Nombres fijos de la alineación económica
Ambos podrían llevar perfectamente el ‘9’ del equipo de Feijóo, alguien con las puertas abiertas en los cenáculos financieros y a quien no se le quedaría la oreja pegada al teléfono cuando tuviera que llamar a las cancillerías de toda Europa. Un líder con el brazalete de capitán en un gabinete presidencial para el que se barajan los nombres fijos del hasta ahora vicepresidente de la Xunta de Galicia, Francisco Conde; o la exconsejera de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura de la Comunidad de Madrid, Paloma Martín. A ellos se añaden por descontado Juan Bravo, vicesecretario de Economía del PP, y Pablo Vázquez, director de la flamante Fundación Reformismo 21 convertida en el laboratorio de ideas del partido conservador. La alineación se completa con Marta Fernández Currás, secretaria de Estado de Presupuestos con Rajoy, sin descartar a Luis Garicano, al que dentro del PP sitúan como futuro comisario español tras las elecciones al Parlamento Europeo en 2024.
La tercera gran opción que daría réplica al gineceo de Sánchez en el Gobierno terminal de coalición es Fátima Báñez, quien se ha dejado ver al lado del candidato popular en alguna que otra comparecencia pública tras participar activamente en la elaboración del programa económico del partido. La exministra de Trabajo aporta una experiencia crucial en labores de gobierno y cuenta con una ventaja añadida por la gran amistad que mantiene desde hace diez años con Ursula von der Leyen, cuando la actual presidenta de la Comisión Europea ocupaba su misma cartera en Alemania con Angela Merkel. En los tiempos que corren dicha credencial puede ser de gran ayuda para Feijóo y dota a Báñez de lo que en términos futbolísticos se considera un valor seguro. Eso es lo que pretende Florentino en su obsesivo empeño con Mbappé y lo que Feijóo está obligado a fichar por muy alto que parezca el coste político e institucional. El Real Madrid y la economía española llevan tiempo faltos de gol.