Los lazos de China con Cuba y su expansión en Iberoamérica suscitan inquietud en Washington
Las políticas que desarrolla el gigante asiático en Latino América amenazan la hegemonía de EEUU en la región
Los líderes de Washington y Pekín están presionando para volver a encauzar las relaciones entre Estados Unidos y China. Por este motivo, el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken se reunió con el Presidente Xi Jinping en China en junio de 2023 para reabrir las vías de comunicación entre ambos países.
Pero el trabajo para estabilizar las cuestiones de seguridad, un punto de discordia desde hace mucho tiempo, puede tener un horizonte más largo.
De hecho, la decisión del ejército estadounidense de derribar un presunto globo espía chino que había estado sobrevolando el país en febrero de 2023 desbarató el viaje diplomático que Blinken tenía previsto realizar al gigante asiático a principios de año.
Ahora hay noticias de que China ha hecho tratos con Cuba para instalar una estación de escuchas electrónicas en la isla, a sólo 90 millas de Florida –algo que funcionarios del gobierno cubano han negado– y para construir una instalación de entrenamiento militar allí. Estos movimientos reflejan los esfuerzos de China por aumentar su influencia en América Latina y el Caribe.
Un funcionario de la administración Biden dijo en junio que el espionaje de China desde Cuba es un problema continuo que precede al tiempo del presidente en el cargo y que la inteligencia estadounidense sabía que China había mejorado las instalaciones de espionaje existentes en Cuba en 2019.
Como investigador de las relaciones entre China y América Latina y exfuncionario del gobierno de Estados Unidos, he visto de primera mano la creciente influencia de China en América Latina y el Caribe y me preocupan sus implicaciones de largo alcance para la seguridad nacional de Estados Unidos.
Tan lejos, tan cerca
La base de espionaje y las instalaciones de entrenamiento militar que China planea construir en Cuba estarían situadas cerca de la estación naval estadounidense de la Bahía de Guantánamo, sede de varias instalaciones militares estadounidenses como el Mando Sur de EEUU en Miami y el Mando Central de EE.UU. y el Mando de Operaciones Especiales de EEUU ambos en Tampa.
La instalación permitiría a los agentes de inteligencia chinos interceptar mejor la información militar sensible transmitida entre los mandos estadounidenses, seguir la pista de altos dirigentes diplomáticos y militares en sus desplazamientos por la región, vigilar los movimientos de buques navales y comerciales y obtener detalles sobre ejercicios, conferencias y entrenamientos militares de Estados Unidos con varios países de América Latina y el Caribe.
La instalación también podría reforzar el uso que hace China de las redes de telecomunicaciones para espiar a los ciudadanos estadounidenses.
Las autoridades estadounidenses sospechan desde hace tiempo que las empresas de telecomunicaciones chinas Huawei y ZTE instalan servidores y equipos de red en todo el mundo, incluida Cuba, para ayudar al gobierno chino a recopilar información confidencial sobre dirigentes gubernamentales locales y ciudadanos particulares.
Empresas chinas como China Harbor Engineering Company han construido docenas de proyectos de puertos de aguas profundas en países de América Latina y el Caribe, donde las agencias de inteligencia chinas podrían rastrear los movimientos de buques comerciales o navales estadounidenses en torno a importantes rutas marítimas como el Canal de Panamá. Eso podría ayudar a China a comprender dónde restringir las rutas marítimas estadounidenses durante un posible conflicto militar.
Las empresas chinas también han construido u operan 12 instalaciones de investigación espacial en Sudamérica que pueden utilizarse para la investigación espacial legítima. Pero funcionarios estadounidenses y de otros países han expresado su preocupación por la posibilidad de que estas mismas instalaciones se empleen para espiar satélites estadounidenses e interceptar información sensible.
La policía china ilegal
Las fuerzas policiales chinas también tienen una presencia cada vez mayor. En abril de 2023, el FBI detuvo a dos ciudadanos chinos por dirigir presuntamente una comisaría ilegal en el barrio chino de Nueva York. Según The New York Times, los arrestados acosaban supuestamente a disidentes chinos que vivían en Estados Unidos.
China presuntamente gestiona 100 de estos puestos policiales en todo el mundo. Catorce de ellos se encuentran en ocho países de América Latina y el Caribe.
Además, el país asiático ha intensificado su compromiso con las fuerzas del orden en América Latina y el Caribe, donando chalecos antibalas, cascos y vehículos a las fuerzas de seguridad locales. En paralelo, agentes de las fuerzas del orden latinoamericanas y caribeñas han viajado a China para recibir formación.
La participación de China en actividades policiales en estos países erosiona la posición de Estados Unidos como socio preferente de la región en materia de seguridad.
El largo viaje del fentanilo
Mientras tanto, una importante fuente de conflicto entre Estados Unidos y China es el suministro de la droga fentanilo. En abril de 2023, la administración Biden declaró el fentanilo una amenaza emergente para la seguridad nacional.
La cadena mundial de suministro de fentanilo suele terminar en las calles de Estados Unidos, pero comienza en varios laboratorios de empresas farmacéuticas en China. Los departamentos estadounidenses del Tesoro y de Justicia han sancionado o acusado a varias empresas y particulares chinos por vender a sabiendas precursores de fentanilo a operativos de cárteles mexicanos, que luego producen el mortal fentanilo y lo venden a los toxicómanos estadounidenses.
La conexión China–Cuba es sólo un ejemplo de cómo el gobierno chino y las empresas chinas llevan décadas expandiendo su influencia a las puertas de Estados Unidos. No sólo a través del comercio y la inversión, sino también mediante actividades de espionaje, militares, policiales y de narcotráfico.
Estas actividades afectarán en gran medida a la seguridad nacional de Estados Unidos en los próximos años.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.