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'Made in China 2025' desata la guerra de subsidios entre Washington y Bruselas

En ambos lados del Atlántico, muchos están convencidos de que la única manera de competir con el dragón es imitándolo

‘Made in China 2025’ desata la guerra de subsidios entre Washington y Bruselas

El presidente de China, Xi Jinping. | Zuma Press

En los últimos años, Västeras se ha convertido en la meta de peregrinación de muchos líderes políticos y funcionarios europeos que no van a la pequeña ciudad sueca, a un centenar de kilómetros de Estocolmo, por su catedral gótica o sus famosos túmulos funerarios vikingos, sino porque es la sede Northvolt, una de las pocas compañías europeas que fabrica baterías para vehículos eléctricos (VE). 

Peter Carlsson, su director ejecutivo y que durante cuatro años supervisó las cadenas de suministro de Tesla, la fundó en 2015 con los 1.000 millones de dólares que pusieron en sus manos VW, BMW y Goldman Sachs para que construyera una planta en una zona a 290 kilómetros del círculo Ártico en la que abunda la energía hidroeléctrica. 

En febrero, el vicecanciller y ministro de Economía alemán, Robert Habeck, viajó a Västeras para convencer a Carlsson de que renunciara a sus planes de invertir en EEUU y que construyera, en su lugar, una planta en Hamburgo. El proyecto está ahora pendiente de que Bruselas de luz verde a las ayudas federales y de la ciudad Estado (Freie und Hansestadt) para su construcción. 

La lluvia de euros de los contribuyentes europeos que va a recibir Northvolt es el último episodio de la guerra transatlántica de subsidios que ha desatado el regreso de las políticas industriales y el proteccionismo que ha fomentado en los países occidentales desarrollados el programa Made in China 2025 de Xi Jinping.

En los últimos dos años el Congreso de EEUU ha aprobado tres leyes –las Infrastructure Investment and Jobs Act, Chips and Science Act y la Inflation Reduction Act– que van a dirigir medio billón de dólares a infraestructuras, energías renovables y semiconductores a través de créditos blandos, exenciones y estímulos fiscales. 

Nada de ello es compatible con las normas de la OMC, cuya voladura inició Trump cuando se negó a nombrar a los miembros que le correspondían a EEUU en el panel de apelaciones, paralizando con ello su funcionamiento. Todas las causas que tenía pendientes han quedado en el limbo. Biden no ha hecho nada por desbloquear la situación. 

La voracidad del dragón 

Xi lanzó el programa Made in China de Xi en 2015, cuando el 13° plan quinquenal de la República Popular priorizó los VE. China ya produce unos 10.000 al mes, más que ningún otro país y los dos tercios de las baterías ion-litio y el 80% de los paneles solares. En 2022, según Bloomberg, Pekín invirtió 546.000 millones de dólares para alcanzar las emisiones netas 0 en 2060. 

En el mercado chino, Mercedes-Benz, BMW y VW están perdiendo cada vez más terreno frente a fabricantes como BYD, SAIC, Nio, Li Auto, Xpeng y Great Wall, que ya tienen el 5% del mercado europeo de VE, por delante de Toyota y Ford. En el primer trimestre, el 14% de las ventas de coches nuevos en la UE fueron de VE, el doble que en EEUU. KPMG prevé que en dos años más los grupos chinos podrían capturar el 15% del mercado europeo, por delante de Renault. 

Nostalgias industriales

En ambos lados del Atlántico, muchos están convencidos de que la única manera de competir con el dragón es imitándolo. Es explicable. En el Financial Times Martin Wolff recuerda que en sus años de gloria, las manufacturas llegaron a representar el 50% de la economía y el empleo británicos, frente al 10% actual. 

En EEUU, en los años cincuenta el sector movía el 28% del PIB hasta caer al 10% actual. Incluso en Alemania su peso cayó del 25% en 1991 al 19% en 2022. Ahora todos quieren recuperar el terreno perdido. En la UE, Automotive Cells Company –un joint-venture entre Stellantis, Mercedes-Benz y TotalEnergies– ha inaugurado una gigafactoría en Billy-Berclau Douvrin (Norte-Paso de Calais), para producir desde 2025 300.000 baterías anuales y va a invertir 7.300 millones de euros en otras plantas en Italia y Alemania con ayudas públicas de 1.300 millones de euros.

Competencia desleal

En la era dorada de la globalización, las importaciones baratas chinas contribuyeron a bajar la inflación y los tipos de intereses. Pero también las tasas de inversión, I+D y productividad del sector manufacturero, donde son más altas que en el de servicios. El problema es que las políticas industriales son caras. 

Según Gordon Brown, el expremier británico, Europa necesita una política industrial pero no se puede permitir imitar a EEUU, que depende menos del comercio exterior y que tiene en el dólar una tarjeta de crédito con fondos que garantiza la Reserva Federal.

En 2008, la economía de la UE era 1,5 billones de dólares mayor que la de EEUU, que hoy supera a la comunitaria y británica juntas: 25 billones frente a 19,8 billones.  Todas las siete firmas tecnológicas con mayor valor en bolsa son estadounidenses. En el Top 20 solo hay dos europeas: ASML y SAP. 

Europa recibe dos tercios de los turistas del mundo. Gigantes como LVMH,  Armani y Gucci lideran la industria del lujo pero la brecha tecnológica es cada vez más amplia. En 1990, a escala global Europa fabricaba el 44% de los chips. Hoy solo el 9% y EEUU el 12%. Pero mientras EEUU añadirá 14 nuevas plantas de semiconductores hasta 2025 y China y Taiwán 43, la UE solo 10.   

Herejes y conversos

En una reciente conferencia en Washington, Cecilia Malmstrom, excomisaria comunitaria de Comercio, pidió una mayor cooperación transatlántica para evitar una competencia «contraproducente» en la transición energética. 

Bruselas teme que EEUU absorba todas las nuevas inversiones en VH y baterías que no vayan a países asiáticos. Biden, que en 1993 como senador votó a favor del Nafta en 1993 y en 2000 al ingreso de China en la OMC, está mostrando la fe del converso. Tras la derrota de Hillary Clinton en 2016, los demócratas se juraron que jamás volverían a dejar que los republicanos les ganaran en proteccionismo.

Catherine Tai, representante comercial de la Casa Blanca, cree que Clinton hubiese ganado de no haber sido por el acuerdo transpacífico (TPP) que negoció Obama y que Trump utilizó para ganar votos decisivos en Michigan, Pensilvania y Wisconsin. Biden cree que los 13 millones de empleos que se han creado durante su mandato y el 3,5% de la tasa de desempleo le valdrán la reelección en 2024

En un discurso ante la Brookings Institution, Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional de Biden, dijo que la protección de la «industrias sensibles» debía sustituir al libre comercio como objetivo estratégico prioritario de EEUU. Los republicanos tendrán que atacar por flancos más vulnerables a la Bidenomics, que está dando resultado. Varias compañías han anunciado 31 nuevos proyectos para fabricar baterías ión-litio, cuatro veces más que en los cuatro años anteriores. 

¿Qué puede ir mal? 

Pero nada es fácil, sobre todo con un déficit fiscal del 8,1% del PIB, frente al 6% del record anterior, en plena II Guerra Mundial. La inflación subyacente ronda el 5%, la mayor desde los años ochenta. La Oficina Presupuestaria del Congreso advierte de que sin disciplina fiscal, la deuda pública (98% del PIB) llegará al 115% en 2033. Los subsidios suelen propiciar  distorsiones, abusos y presiones para que las ayudas se hagan permanentes. 

Un ejemplo ilustrativo es el de Lordstown Motors, fundada en 2018 y que compró una antigua fábrica de General Motors en Ohio para fabricar camiones (pick up trucks) eléctricos. Pese a las ayudas que recibió de la administración de Trump, la compañía acaba de acogerse a la ley de quiebras. En el primer trimestre vendió solo dos camiones generando ingresos de 189.000 dólares y pérdidas de 171 millones.

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