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La otra cara del dinero

Los mercados creen en España, aunque nuestra política (de momento) no ayuda

Scope y DWS creen que las perspectivas de inversión en España son interesantes pese a la incertidumbre tras el 23-J

Los mercados creen en España, aunque nuestra política (de momento) no ayuda

Interior del Palacio de la Bolsa de Madrid. | Europa Press

Mientras los políticos insisten en embarullar el juego democrático hasta extremos patéticos, a muchos de los ciudadanos les preocupa, por encima de todo, que al menos no se carguen lo más importante: las cosas de comer. Ahí la opinión de los inversores tiene un interés máximo. Como el canario en la mina, pueden avisar de cuándo nuestra política se está pasando de castaño oscuro. 

Para alejarnos del fragor patrio y sus pulsiones, proponemos dos opiniones de expertos alemanes. La primera, la de Socpe, una agencia de rating, o sea, una entidad privada dedicada a valorar el riesgo de crédito de una compañía o un producto. Veamos cómo ven los nuestros. 

Jakob Suwalski y Brian Marly, analistas del sector soberano y público de Scope, comparten en un informe los extendidos temores de que las elecciones pudieran «complicar los esfuerzos del Gobierno para hacer frente a los retos estructurales del elevado desempleo y los importantes déficits fiscales, al añadir más incertidumbre al panorama político del país, muy fragmentado y polarizado».

Frente a esas euforias tan nuestras (ese «cerebro cojonudo» del que hablaba Unamuno), los alemanes de Scope ya pronosticaban que «ningún partido obtendría una mayoría absoluta». Acertaron. 

Veamos cómo analizan el pasado reciente: «La creciente influencia de los partidos más pequeños ha transformado la política del país a nivel nacional y regional, haciendo que la formación de coaliciones sea más importante y más difícil, como demostró el estancamiento político de 2016». 

Nada que no nos sonara. También suena familiar su visión del futuro próximo: «Incluso si un partido forma un gobierno en minoría con el apoyo de partidos más pequeños para aprobar leyes y llevar a cabo su programa político, podría tener que hacer concesiones importantes y enfrentarse a desafíos legislativos». 

Pero, sobre todo, lo que más nos interesa, aceleran con las consecuencias en las cosas de comer: «Unas negociaciones tan delicadas para conseguir el apoyo a las políticas propuestas pueden diluirlas y ralentizar su aplicación, mientras que los elevados déficits presupuestarios y la deuda en relación con el PIB limitarán el margen de maniobra de un nuevo gobierno para aplicar más estímulos fiscales».

Además, el contexto no ayuda. Nuestro entorno económico es «difícil», «caracterizado por el endurecimiento de las condiciones financieras y la elevada inflación subyacente (5,9% en junio), que están siendo un lastre para el crecimiento a medio plazo, al igual que los persistentes desafíos a largo plazo, entre ellos el escaso aumento de la productividad laboral en España».

La inflación ha disminuido de forma significativa, admiten, pero esperan que vuelva a subir en el segundo semestre «por factores como la desaparición de los efectos de base, el aumento de los precios del petróleo y la suspensión de ciertas medidas gubernamentales». Pese a ello, la economía «se beneficia del crecimiento continuado de la próspera industria turística y del aumento de la inversión del sector público»

En el lado positivo destaca también que «la deuda en relación con el PIB siga disminuyendo gradualmente, hasta situarse en el 110% del PIB a finales de este año y en el 108% a finales de 2024, frente al 113% de 2022». Aunque esta ratio sigue siendo significativamente más elevada que antes de la pandemia, «la sostenibilidad de la deuda pública se ve respaldada por la fuerte demanda de deuda pública española por parte de los inversores, una estructura de deuda favorable con un vencimiento medio de ocho años y un colchón de depósitos sustancial que asciende a alrededor del 12% del PIB».

Aun así, desde Scope insisten en que «España necesita mas inversión pública para impulsar el crecimiento». Y nuestra economía depende de las entradas de capital extranjero «debido a su posición estructuralmente negativa de inversión internacional neta». Hemos recibido «el 53% de los fondos de recuperación asignados por la UE, por un total de 69.500 millones de euros (alrededor del 5,2% del PIB), lo que indica que queda mucho trabajo por delante para aplicar la estrategia de inversión, en la que será crucial contar con un amplio consenso político».

Y con estos políticos al mando… 

Aunque no podremos decir que nos haya pillado de nuevas. La gestora de fondos DWS extrae algunas lecciones generales de nuestras elecciones «inconclusas» para «pensar en la política en el sur de Europa desde la crisis financiera global de 2008». Dan, por lo tanto, un paso más atrás para ver las cosas con más contexto y lanzar un vaticinio con más sustancia.

«En DWS creen que ‘en sociedades democráticas y abiertas, las economías, los responsables de la toma de decisiones y los votantes tienden a aprender’, y que, ‘a medida que la política ha pasado a un segundo plano, las acciones en los tres países han ido recuperándose nuevamente’»

Comienzan recordando que, «para los observadores veteranos de la política española, las últimas dos semanas han sido apasionantes». Y utilizan curiosos símiles futboleros para definir los resultados: «El PSOE se quedó a las puertas de un ‘maracanazo’ (victoria para el equipo que parte de una posición más débil), como ocurrió en las elecciones generales de 1993». 

A continuación, proyectan el futuro habitual: «Es probable que se produzcan meses de negociaciones, especialmente con los nacionalistas catalanes y vascos de diversas tendencias, y no se debe descartar la celebración de otras elecciones después del verano». Porque reunir una mayoría sostenible de izquierda en el Congreso parece ser «aún más complicado que en 2019». Y, en cualquier caso, el PP no solo obtuvo la primera posición en el Congreso, sino que también recuperó el Senado, «lo que puede provocar un mecanismo de demora sobre cualquier reforma legislativa».

Más interesante resulta el análisis de cómo se tomaron el asunto los grandes flujos de dinero. «Nada de esto generó una gran reacción en el mercado de valores de Madrid. Durante la campaña, Alberto Núñez Feijóo, el actual líder PP, ya había enfriado las expectativas de que eliminaría, en lugar de reformar, el impuesto extraordinario sobre bancos y empresas energéticas». En otras palabras,«parece que, de una manera u otra, no había mucho en juego para los inversores en acciones españolas». 

Sin embargo, «esto en sí mismo representa un gran cambio con algunos mensajes importantes y aplicables de manera más amplia si se amplía» el horizonte de observación. Para ello muestran un gráfico con el rendimiento de los mercados de valores en España, Italia y Grecia en los últimos 15 años, en el que se puede comprobar que «la política puede tener importancia durante periodos bastante largos, si las cosas se ponen lo suficientemente mal». (El MSCI es un índice selectivo de valores bursátiles, con subíndices de diferentes países y regiones). 

Rendimientos del mercado de valores del sur de Europa: comparativa desde 2009.

El gran ejemplo, claro, es Grecia: «Ha demostrado ampliamente que no todas las sorpresas políticas negativas son una oportunidad para comprar inmediatamente cuando el mercado cae». Especialmente para países comparativamente pequeños, en DWS creen que «una forma de hacer frente a estos riesgos (como con otros) es diversificar, combinando potencialmente acciones de toda Europa». 

Durante una década, explican, más o menos después de la crisis financiera global de 2008, «los mercados de valores del sur de Europa emprendieron un viaje tumultuoso, enfrentando desafíos sin precedentes, volatilidad considerable y un rendimiento significativamente bajo». 

Sin embargo, los inversores con paciencia pueden tener premio: «En sociedades democráticas y abiertas que logran mantenerse así, la política puede eventualmente dejar de ser tan aterradora, incluso después de grandes sacudidas. Con el tiempo, las economías, los responsables de la toma de decisiones y los votantes tienden a aprender cómo enfrentar los desafíos a través de prueba y error».

Por eso, sostienen, «para los inversores, detectar estos puntos de inflexión políticos, antes de que una visión más optimista se convierta en la nueva sabiduría convencional sobre un país, podría ser una fuente significativa de un rendimiento a medio plazo». Los datos apoyan el argumento: «A medida que la política ha pasado a un segundo plano, las acciones en los tres países han ido recuperándose nuevamente». 

E identificar «tendencias a medio plazo no es tan difícil». Ponen el ejemplo de 2019, cuando dijeron que «la ciencia política sugiere que, bajo el actual sistema electoral de España, eventualmente veremos el resurgimiento de dos grandes partidos más una franja de partidos regionales».Y sacan pecho: «Este tipo de análisis nos ha servido bien en los últimos años, no solo para predecir resultados electorales». 

Supongo que se refieren a lo otro, a lo de las cosas de comer.

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