Los mil millones anuales de Adidas al ManU o el insoportable espejo de la Premier League
El nuevo contrato con los ‘red devils’ reabre la reflexión sobre el desigual músculo financiero de los clubes españoles
Admitámoslo. Britannia rules the football, además de the waves, las olas, como en la ancestral canción patriótica de la Pérfida Albión. Con las recesiones planeando y las ligas árabe y estadounidense fundiéndose las chequeras, las marcas siguen apostando por el fútbol inglés. La Champions del Manchester City expresó su dominio el curso pasado en términos deportivos, pero las corrientes de fondo que permiten a los clubes británicos gobernar los mares del fútbol mundial las mueve el dinero.
El último gran aldabonazo en ese sentido lo acaba de dar el Manchester United. Los medios ingleses, con el buque insignia de la BBC a la cabeza, han saludado con vítores el acuerdo de patrocinio por el que Adidas le va a soltar unos mil millones de euros en diez años (900 millones de libras esterlinas) a los red devils por tener el honor de vestir a sus jugadores.
El contrato se extiende hasta junio de 2035, superando en 173 millones de euros anuales el anterior. Tampoco es para tanto, podríamos decir: el Real Madrid supera firmó hace unos años con Adidas… por 1.100 millones de euros por el periodo 2020-2030, y el Barça le saca 1.050 millones a Nike por la década de 2018-2028.
«En la meseta de la élite, la Premier marca diferencias de una forma brutal»
El problema comienza a partir de ahí. En la meseta de la élite, la Premier marca diferencias de una forma brutal. El Chelsea, de hecho, iguala la cantidad del ManU, pero está atado a Nike más años, 15, que empezaron a contar en 2017. El Arsenal cobra solo unos 700 de Adidas, pero en ocho años, con caducidad en 2030. Y luego está lo del Manchester City, que se desmarca con el tercero en discordia, Puma, a cambio de unos 750 por una década.
Por detrás aparecen los reyes indiscutibles de las otras dos grandes ligas: la Juventus recibe 368 de Adidas por ocho años y el Bayern 637 por cinco. Y el tercer español, el Atlético de Madrid… no aparece por ningún lado. Sus 150 millones por 10 años con Nike, hasta 2026, no dan para mucho en estas lides, aunque en el ránking oficial de la UEFA, por méritos deportivos, aparece 11 puestos por encima del Arsenal, por ejemplo.
¿De dónde sale semejante diferencia? Ya explicamos por aquí cómo la Premier lleva años mojándonos la oreja en la importación de talento. Y por aquí especificamos la principal causa: más allá de su innegable pericia en la gestión, la clave está en los derechos televisivos.
Basta un dato demoledor: en la temporada 2020-21, por ejemplo, los equipos de la Premier se llevaron 1.650 millones de euros por los derechos audiovisuales internacionales, mientras que LaLiga no llegó a los mil millones (931), no digamos ya los raquíticos 353 millones del Calcio italiano o los 265 millones de franceses y alemanes; y la cosa va a más: el año pasado, la NBC pagó entre 2.500 millones y 2.700 millones de dólares por los derechos de la Premier en Estados Unidos desde esta temporada a la 2027-2028.
Pero profundicemos un poco más. De acuerdo, le sacan tanto dinero a la televisión (también la internacional, no es que les dopen desde una supuesta oligarquía nacional) porque tienen un gran producto. Pero ¿de dónde sacaron semejante producto? La respuesta puede volver a ser la misma, la televisión, pero con matices.
En el revelador análisis histórico que hace SportsMedia de la relación de la Premier League con la televisión, la clave está en el «prólogo», que recuerda que «el 20 de febrero de 1992, los clubes de la Primera División de la Football League formalizaron sus planes de lanzar una competición separada creando la Premier League».
«Mientras, en España, por ejemplo, el fútbol profesional siguió lidiando con las ancestrales burocracias de la sacrosanta Real Federación Española de Fútbol»
El fútbol inglés había sufrido una terrible crisis en los años 80, con el hooliganismo carcomiendo sus esencias hasta el punto de que Fifa y Uefa se pusieron de acuerdo en 1985 para prohibir a sus clubes jugar fuera de la isla. La crisis, en este caso, sí se convirtió en oportunidad: los ingleses espabilaron y cambiaron la estructura de su sport convirtiéndolo en un negocio serio, con clubes que funcionaban, en lo empresarial al menos, con mentalidad… empresarial. Mientras, en España, por ejemplo, el fútbol profesional siguió lidiando con las ancestrales burocracias de la sacrosanta Real Federación Española de Fútbol.
Recuerdan en SportsMedia: «Si bien el nuevo nivel retiene la promoción y el descenso a los niveles inferiores, sus clubes miembros obtienen el control total de su potencial de ingresos, compartiendo los ingresos casi por igual entre ellos». Compartiendo, quedémonos con ese gerundio antes de pasar al momento culminante: «Con el calentamiento del mercado de derechos de televisión, cambia para siempre la imagen del deporte británico e internacional».
Simplemente, ellos empezaron antes. Y, por lo tanto, dieron dos (o más) veces. «Con BSkyB transforma el rostro del fútbol inglés y de la industria televisiva del Reino Unido para una generación con un contrato de cinco años y 304 millones de libras esterlinas para la cobertura exclusiva en vivo de la nueva Premier League».
Pero además de antes también dieron mejor: ese «compartiendo». En España tuvimos que esperar hasta 2015, y por un Real Decreto Ley (que si no…), para que se aprobara la venta centralizada de los derechos audiovisuales de nuestro fútbol profesional. Y su puesta en marcha ha tenido que tragar con muchos matices que dejan el concepto de centralización bastante escorado.
Y si no, volvamos al principio del artículo y repasemos lo poco centralizado que está el atractivo de los clubes españoles para las grandes marcas.