La realidad de Málaga, el 'hub' de moda en España
La ciudad no aparece en el ‘top 8’ de las urbes con más inversión en startups. ¿Se sostiene su narrativa de excelencia?
Playa de La Malagueta. | Álex Zea (Europa Press)
Málaga goza desde hace años del cariño de los medios de comunicación. Su historia alrededor del emprendimiento tecnológico ha sido contada en innumerables ocasiones, casi siempre partiendo de una figura estelar, la de Bernardo Quintero, fundador de VirusTotal y pieza clave de Google en Europa.
Los casos de Vodafone, Oracle o la propia Google son indicativos de la buena prensa de la ciudad andaluza: estas multinacionales y otras empresas tech de renombre han instalado allí sedes más o menos poderosas. A escala doméstica, el CEO de la cordobesa Genially, Juan Rubio, cambió recientemente Nueva York por la capital de la Costa del Sol.
Un episodio relativamente reciente sirvió sin embargo de contrapunto anticlimático. StartupWiseGuys, fondo estonio de capital riesgo orientado a negocios B2B, anunciaba primero y enfriaba después su aterrizaje. 21 startups recibieron 100.000 euros por barba en el marco del programa de aceleración del fondo, pero todas estas compañías terminaron dejando Málaga en busca de otros hubs.
Entre las startups más consolidadas del ecosistema malagueño despuntan Freepik, dirigida por Joaquín Cuenca (otro emprendedor con una sólida hoja de servicios, tal y como demuestra la ya extinta Panoramio); BeSoccer, comandada por Manuel Heredia; Uptodown, plataforma de descarga de apps; y las más recientes Logístiko, CheckToBuild, Kaikoo, Taalentfy, Owo, Cober y Voicit.
Como en el resto de Andalucía, no se contabiliza ningún unicornio (más de 1.000 millones de valoración), las scaleups son rara avis y no descolla una masa crítica de fondos de inversión más allá de la citada StartupWiseGuys y de nombres como Alter Capital, participada por la Junta de Andalucía y con sede en Sevilla, y Walter Ventures, esta sí localizada en Málaga y con cinco rondas a sus espaldas.
Odiosas comparaciones
Valencia, considerada el tercer hub español por detrás de Barcelona y Madrid y por delante de Bilbao, dispone por contraste de firmas de venture capital como Draper B1, GoHub Ventures, First Drop VC, Plug and Play, Innsomnia, Demium y Nao.
De hecho, entre 2019 y 2023, Málaga ni siquiera aparece en el ‘top 8’ de ciudades con más inversión en startups, tal y como demuestra el Observatorio de la Fundación Innovación Bankinter. Este ranking lo componen Madrid (4.978 millones), Barcelona (4.898), Valencia (360), Bilbao (172), Alicante (147), Sevilla (109), Palencia (101) y Murcia (84).
De la narrativa al hecho
Desde 2018, Málaga ha captado 39,6 millones de inversión en 29 startups y ha registrado cuatro exits (ventas a terceros). En el mismo periodo, la vecina y mucho menos sexy Sevilla levantó 131,3 millones y anunció 12 exits.
La israelí StartupBlink elabora un mapa digital que sitúa al ecosistema malagueño en la octava plaza de la clasificación nacional con 0.890 puntos en 2023. Este cómputo se basa en la cantidad, calidad y facilidad para hacer negocios y coloca en mejor posición tanto a Las Palmas como a Tenerife. A nivel mundial, la urbe ocupa el puesto 382 y cae 31 posiciones respecto al año anterior.
Dealroom contabiliza 286 startups en Málaga. La operación más destacada en lo que va de curso la protagonizó en enero Docline (tres millones levantados). Muy rezagadas quedan las rondas de Zeemcoin (300.000 euros), Coolx (155.000) y Wetako (150.000).
La voz de la experiencia
«Tal vez los rankings se construyan a partir del capital levantado, pero mi consejo a cualquier emprendedor es que evite los fondos en la medida de lo posible», reflexiona Bernardo Quintero. «Si el foco está en las rondas, al final ese esfuerzo no se dedica al desarrollo de producto. No digo que el modelo de Silicon Valley no funcione, sino que quizás no sea el óptimo para España. Hay otras formas de hacer las cosas. Más lentamente pero con similar eficacia».
Este podría ser el camino elegido por Málaga para armonizar su hermosa narrativa y un ritmo de crecimiento menor del esperado (al menos a ojos de los inversores).
