La Eurocámara confía en un pacto entre París y Berlín para tratar la reforma eléctrica este mes
El Parlamento Europeo espera que en «unos quince días» pueda haber un acuerdo para comenzar las negociaciones
La cuenta atrás para negociar la reforma del mercado eléctrico entre el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea ya ha comenzado. La Eurocámara presiona para que los países miembros, principalmente Francia y Alemania, lleguen a un acuerdo cuanto antes para dar el pistoletazo de salida a los conocidos como trílogos: donde las dos instituciones antes mencionadas negocian, con la Comisión Europea de árbitro.
Fuentes del Parlamento Europeo esperan que «en unos quince días» el Consejo de la Unión Europea aclare su posición para comenzar las negociaciones. Son conscientes de que el tiempo apremia y quieren cerrar la reforma rápidamente para evitar que se postergue a después de las elecciones europeas, que son el próximo verano, y que sería el peor de los escenarios.
Así, desde la Eurocámara aprietan y marcan ya los tiempos. Son conscientes de que luego las negociaciones con los países miembros serán largas y que el tiempo perdido se restará después de la negociación final. Curiosamente, España va a tener un papel esencial en esta negociación ya que son dos los españoles que estarán representando a cada una de las partes. Por un lado, el socialista Nicolás González, que será la voz del Parlamento Europeo, y por otro, la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, que defenderá la posición del Consejo de la Unión Europea, ya que nuestro país ostenta la presidencia hasta enero.
La posición del Parlamento Europeo está «más o menos clara», salvo que haya algún cambio de última hora. «Lo único que hace falta es que se pongan de acuerdo Francia y Alemania en el Consejo para que se puedan empezar a negociar los trílogos», comentan fuentes de Estrasburgo. Se espera que la próxima semana limen asperezas los dos gobiernos para alcanzar un acuerdo ya que a partir de la siguiente comienza el pleno en el Parlamento Europeo, que ya tiene una posición, y la presión aumentará.
La gran falla está en que los franceses buscan usar los contratos por diferencias (que son acuerdos de compraventa de energía donde el vendedor paga al comprador la diferencia entre el precio del mercado y el fijado por un gobierno) para su nuclear y cerrar las tarifas con sus industriales.
«El principal problema es el intento de apoyo francés a la nuclear, e incluso de forma retroactiva mediante ayudas de Estado. No solo es el apoyo nuclear, como la repotenciación o la apertura de nuevas centrales nucleares, que no tendría mayor problema y que además el Parlamento está de acuerdo. El problema es que Francia, por la puerta de atrás, quiere aprovechar la reforma para dar ayudas de Estado para recibir bien los precios de la energía para su industria y, de alguna forma, romper el mercado interior», aseguran fuentes europeas. Una pugna que ahora mismo crea un abismo para el acuerdo.
El otro gran frente que existe y que divide a los países del norte con los del sur es sobre la intervención de los precios. Los primeros se oponen a permitir esto, mientras que los segundos apuestan por esta solución cuando se afronten situaciones de tensión o de crisis, como la actual. Una realidad que ha empujado a los burócratas de Bruselas a deslizar en sus círculos la posibilidad de llegar a un acuerdo aprobando una reforma eléctrica que permita la existencia de «lagunas legales» que se abran a la interpretación de la norma.
Mientras, las patronales eléctricas europeas presionan y hacen público sus dudas acerca de la reforma del mercado ya que permitirá, apuntan fuentes cercanas a la negociación, a dar un ‘cheque en blanco’ a los Estados para que aplique medidas intervencionistas en épocas de crisis. De momento, todo queda abierto y hasta finales de diciembre -que es cuando se espera que se logre un acuerdo definitivo para reformar el mercado- habrá muchas reuniones, además de fuertes negociaciones, entre las dos instituciones clave de la Unión Europea. Un periodo clave cuyo resultado salpicará a actores de todo tipo de condición: desde gobiernos hasta inversores, pasando por consumidores.