Este es el termómetro de la IA generativa diez meses después de ChatGPT
Al final de esta década, el algoritmo habrá igualado a la humanidad en muchas cosas
En noviembre de 2022, hace apenas diez meses, Sam Altman, CEO de OpenAI, anunciaba el lanzamiento de ChatGPT, una versión mejorada del algoritmo (GPT-3) llamado a dominar las artes de los LLM (grandes modelos de lenguaje, en sus siglas en inglés).
Dos meses después del estreno, la plataforma sumaba 100 millones de usuarios en lo que parecía una muestra clara de la fascinación que esta tecnología provoca en el gran público. Aunque la fiebre se ha enfriado y la cifra de visitantes ha caído un 9,7% de mayo a junio, el efecto multiplicador de la IA generativa cocinada en San Francisco es irrefutable.
McKinsey destaca que desde aquel noviembre de púrpura y champán se ha anunciado al menos una docena de LLM más. El relevo de OpenAI lo tomaron compañías como la canadiense Cohere (con una IA capaz de trabajar en más de 100 idiomas bajo un esquema B2B), las californianas Salesforce (autora de Einstein GPT, la primera inteligencia artificial generativa orientada a la gestión de las relaciones con el cliente) y Anthropic (responsable de Claude, una alternativa que se autoproclama más precisa que ChatGPT) e incluso colosos como Microsoft (Kosmos-1), Amazon, Google (Bard) y Bloomberg.
VentureBeat compara el impacto de la IA generativa con la fiebre del oro. La diferencia con otras tecnologías disruptivas, advierte, consiste en que aquí los casos de uso están identificados y las mayores empresas del mundo movilizan recursos para implementar sus propias soluciones o incrustar las de terceros en su flujo de trabajo.
‘Show me the money’
No se trata únicamente de una apuesta desde dentro del ecosistema. El capital riesgo secunda esta ola innovadora con cifras que no dejan lugar a la más mínima duda. Según CB Insights, las startups, scaleups y (sobre todo) unicornios del sector han levantado entre enero y junio 14.100 millones de dólares (unos 13.000 millones de euros al cambio actual).
Algunos de los mejores fondos del planeta (Sequoia, Andreessen Horovitz) forman parte del capital de OpenAI y en abril redoblaron sus apuesta comprando más acciones. Durante el curso, las rondas más sonadas incluyen las de Inflection (1.300 millones de dólares), Anthropic (850), Adept (350) y Cohere (270). En España no se han producido movimientos de calado en este vertical.
Del músculo al cerebro
Un elemento diferencial de la IA surgida en este corto periodo es que el software ya no sólo se pone al servicio de la máquina que permite al individuo reducir su actividad física, sino que afecta a su desempeño intelectual. McKinsey acota esta afirmación: serán las labores que implican la toma de decisiones y los entornos colaborativos los que mayor exposición tendrán. Profesores, abogados, programadores y artistas verán sensiblemente transformadas sus dinámicas profesionales.
Esta carrera contra el crono avanza a un ritmo inusualmente veloz. A finales de esta década, la IA generativa rendirá como un humano en un sinfín de aspectos, desde la creatividad hasta la capacidad de articular y presentar un discurso, pasando por la habilidad de coordinar equipos, comprender el lenguaje natural sin fisuras e incluso mostrar un notable grado de empatía.
Por suerte, el hype del momento no rivaliza con la chispa del homo sapiens. Warren Buffett explicaba el día de su 93 cumpleaños su experiencia tras meses de prueba con ChatGPT. «Se ha leído todos los libros y ha visto toda la televisión de la historia, pero es incapaz de contar un chiste. Esta es la evidencia de que la antigua inteligencia funciona bastante bien».