España ya es el país de la UE que cuenta con más universitarios en trabajos no cualificados
El 71% de las pymes tiene problemas para cubrir las vacantes de empleo en nuestro actual mercado laboral
España es líder hoy en la Unión Europea en tasa de desempleo. Pero también es el país que mayor número de personas con educación terciaria -donde, por cierto, se encuentran los universitarios- que desempeñan tareas o trabajos que no están cualificados. Se trata de una cifra que dobla prácticamente a la media de la Unión, con un porcentaje del 14,4% frente a un 8,2%, y desde luego, muy lejos de los porcentajes de países como Alemania (6,7%), Francia (7,2%) e Italia.
Así lo constata el último informe publicado por Cepyme este lunes, presentado en unas jornadas, y en el que se abordan los retos de las vacantes en España, dentro del mercado laboral, donde se ponen de manifiesto problemas acuciantes como éste, agravados, además, por una productividad que no levanta cabeza desde el año 2011. Gerardo Cuerva, presidente de la patronal de la pequeña y la mediana empresa, ha afirmado al respecto que «nuestra economía no se puede permitir que las empresas que funcionan paren su actividad por no encontrar trabajadores».
Elaborado por Diego Barceló, director del Servicio de Estudios de Cepyme, este informe aborda múltiples causas, entre las cuales se encuentran razones demográficas, cambios culturales y sociales y razones educativas. El informe -analizado por THE OBJECTIVE– está vinculado a los datos resultantes del barómetro #LaPyme Habla, un monográfico sobre la escasez de mano de obra, cuyos resultados apuntan a que el 71% de las pymes tiene problemas para cubrir las vacantes de empleo.
Y es precisamente la formación o la falta de ésta lo que acarrea ese desacople que se detecta en España entre la oferta y la demanda de trabajo. Es decir, entre la falta de adecuación en las competencias formativas y la demanda que tienen las empresas, lo que, a la postre, deriva en ese alto porcentaje de personas que tiene una educación terciaria -incluye grado, maestría, doctorado y terciario no universitario- y que acaba desempeñando funciones de poca cualificación.
La formación en los trabajos
Estos aspectos, señala el informe de Cepyme, «acaban generando distorsiones en el mercado laboral». En opinión de la patronal de la pequeña y de la mediana empresa -que preside Gerardo Cuerva-, esto «requiere de una revisión de los programas educativos, en coordinación con los representantes de empresas y trabajadores, para adecuarlos así a las necesidades presentes y futuras del sistema productivo».
Además de este desacople, tampoco desdeña esta patronal otra de las razones de ese elevado porcentaje de vacantes, y es que en España, debido a la evolución demográfica y a la mayor proporción de inactivos, el actual número de jóvenes que trabaja hoy o que busca empleo ha disminuido un 31% desde 2003. Eso equivale a la pérdida de 761.000 jóvenes del mercado laboral. Y eso significa que, de media, el mercado laboral español pierde 38.000 jóvenes cada año (o casi 3.200 por mes durante los últimos 20 años).
Otra arista, y en relación a la media europea, es que los estudiantes terciarios españoles tienen una menor preferencia por ingenierías y arquitectura, y una mayor preferencia por estudios de artes y humanidades.
Falta de políticas activas de empleo
Las dificultades para cubrir las vacantes no solo se limitan a los perfiles cualificados. También se registran en aquellos de cualificación intermedia, básicamente en el ámbito de la formación profesional. Y de hecho, detalla el estudio, es difícil encontrar perfiles especializados, porque faltan competencias, especialmente en el ámbito digital, lo que puede dificultar el proceso de transformación digital de las empresas españolas y perjudicar su competitividad.
La reciente reforma de la formación empresarial -recalca Cepyme– contempla medidas encaminadas a solventar estas dificultades, entre ellas la ampliación del catálogo de competencias, con nuevos grados formativos más acordes con las demandas del mercado de trabajo, pero sus efectos no se notarán más que a medio o largo plazo.
Pero no solo la falta de formación es un problema del mercado laboral. La escasez de políticas activas de empleo agranda la factura. Por eso, Cepyme determina que el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) tiene que desempeñar otro papel, porque hasta la fecha, no contribuye tanto como sería deseable al alivio de esta situación. Como demuestran los resultados, a la hora de intermediar en la colocación, tampoco son todo lo exitosos que sería deseable. De hecho, el SEPE «apenas logra colocar a menos del 5% de los inscritos como demandantes de empleo», sostiene la patronal.
Desde este punto de vista, Cepyme también insiste en la falta de recursos que sacude especialmente a las pymes, recursos que servirían para buscar trabajadores y perfiles más adecuados, por lo que la labor del SEPE resultaría indispensable para estas empresas, y ello requiere mejorar sus recursos y gestión.
Este lunes, en el marco de estas jornadas, el director ejecutivo de Fedea, Ángel de la Fuente, mantuvo que, siendo España el país que más paro tiene de la UE, exactamente el doble de la media, tenemos que encontrar mano de obra, y sobre todo, acometer actuaciones en materia de formación y de educación. Asimismo, afirmó que «el SEPE no hace bien su labor» en la búsqueda de empleo.
Desde la Universidad de Alcalá de Henares, la profesora de Economía, Virginia Hernanz, señaló que, según datos recientes del Banco de España, el 40% de las empresas tiene problemas para encontrar trabajadores adecuados, y de ahí la importante labor de los docentes.
Entretanto, Vicente Sánchez, secretario de Transiciones Estratégicas de CCOO, pidió pactos de Estado en esta materia, y mencionó también la necesidad de plantear otra reforma de la ley de formación profesional, en el marco de los fondos Next Generation. Es algo que no se ha acometido, por lo que «debe ser una prioridad para el próximo Gobierno», concluyó.
En el capítulo de conclusiones, Cepyme subraya en su informe que las consecuencias son decepcionantes para las empresas y para el conjunto de la economía, ya que se pierden proyectos o inversiones y se minan la productividad, la competitividad, el relevo generacional y las posibilidades de crecimiento de las pymes. En el peor de los casos, valora, « la escasez de mano de obra aboca a las empresas al cierre de unidades productivas o del negocio».