Así va la guerra tecnológica: EEUU golpea primero, China reacciona y la UE se rearma
Los chinos lideran la fabricación de baterías y paneles solares, además de ser los que más rápido se descarbonizan
A finales de 2021, tras algunos dimes y diretes, el cuadragésimo sexto presidente de EEUU, Joe Biden, consiguió el respaldo mayoritario a su ambicioso plan de infraestructuras y clima.
La parte climática de esta ley debía movilizar, según los cálculos de CNBC, unos 200.000 millones de dólares con el siguiente desglose: 65.000 millones para energías limpias, 55.000 para mejorar el acceso a agua potable, 50.000 para preparar a los edificios contra el cambio climático, 21.000 para bloquear los yacimientos de gas y petróleo abandonados, 7.500 para expandir la red de carga de vehículos eléctricos y 5.000 para electrificar el transporte escolar.
Pese a que algunas de estas partidas se han actualizado con el tiempo, no cabe duda de que la verdadera intención de Biden, más allá del disfraz de las infraestructuras, un concepto que sí es plausible para la vieja guardia capitalista, es la descarbonización total de la primera economía mundial, opina Enrique Dans, experto en Sistemas y Tecnologías de Información y profesor en IE Business School.
China, EEUU, India y Rusia son, en este orden, los países que más CO2 emiten a la atmósfera. En el top 20 de la lista aparecen cuatro países de la UE: Alemania (sexto puesto), Italia (18), Francia (19) y Polonia (20).
Si EEUU ha comprendido que la competitividad y el predominio pasan por la digitalización, la innovación y cualquier solución climate tech, China abraza esa dinámica incluso con mayor entusiasmo. «La nación más contaminante es la que más rápido se está electrificando. China es, además, el principal fabricante de baterías y paneles solares del planeta», repasa Dans.
¿Qué se cuece en el Viejo Continente?
Esta carrera abarca muchos más ámbitos que la descarbonización y los vehículos eléctricos. Bruselas parece tenerlo claro. El pasado junio anunció un refuerzo de sus presupuestos para el horizonte 2021-2027 con un acrónimo en la punta de los labios: STEP, o la plataforma europea de tecnologías estratégicas.
IA, ciberseguridad, blockchain, energías renovables, computación cuántica, robótica, 5G, hidrógeno, purificación y desalinización del agua y biotecnología son algunos de los frentes que la UE considera críticos para abordar el futuro con garantías.
Combinando los diversos programas comunitarios adaptables a esta filosofía (InvestEU, Horizon Europe, EU4Health, European Defense Fund, etcétera), la intención de la UE es poner sobre la mesa hasta 160.000 millones de euros.
El segundo objetivo
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, subrayó en su discurso sobre el estado de la unión (septiembre de 2022) que Europa debe reindustralizarse y recolalizar gran parte de la fuerza productiva derivada durante décadas a Asia. STEP insiste en esta línea y premiará todas aquellas iniciativas que nutran la soberanía tecnológica.
Dans recurre al ejemplo de Huawei para ilustrar hasta dónde puede llegar la determinación de una potencia en su batalla por la autosuficiencia. La marca china de smartphones (también un coloso de la infraestructura de red) se ha sobrepuesto al bloqueo decretado en su día por Donald Trump, pero ha ido más allá.
Tras perder miles de usuarios, despedirse de la alianza con Leica y sufrir en el diseño de un sistema operativo propio que sustituyese el soporte de Google con Android, recientemente presentó su modelo Mate 60 Pro ante el desconcierto de EEUU, ya que incorpora un procesador y unos módulos de memoria que en teoría no son posibles sin violar el veto americano… salvo que la compañía haya mejorado tanto sus capacidades que ya no necesite a nadie para implementarlas. «Es lo que pasa cuando intentas acorralar a una multinacional de ingeniería tan potente», reflexiona Enrique Dans.