THE OBJECTIVE
La otra cara del dinero

La cerveza se agarra al rugby

La renovación de Guinness como patrocinadora del Seis Naciones muestra la sintonía entre rugby y cerveza

La cerveza se agarra al rugby

Francia levanta el trofeo tras el partido de la Guinness Six Nations. | Neil Hanna (Europa Press)

Sudáfrica le ganó el sábado a Nueva Zelanda el Mundial de Rugby en una emocionante final disputada en París. Con su cuarto título, los springboks han alcanzado la supremacía oficial en el deporte del balón ovalado. Y lo han hecho precisamente ante sus grandes rivales del hemisferio sur, que se han quedado un paso atrás, con solo tres títulos. A lo largo del campeonato se han sucedido las batallas épicas entre enemigos legendarios. Pero, en el rugby, todos los participantes, incluso los enfrentados por rivalidades más enconadas, coinciden siempre en un territorio común inapelable: la cerveza.

Eso es muy bonito: uno de los muchos encantos del rugby. También muy lucrativo.

Económicamente, el rugby no es comparable al fútbol, por supuesto. La FIFA le sacó 7.500 millones de dólares al Mundial de Catar. Para el próximo ha multiplicado por tres los países organizadores (EEUU, México y Canadá) y aumentado de 32 a 48 las selecciones participantes. El objetivo es alcanzar los 11.000 millones de dólares. Pero Qatar también se llevó lo suyo. Según Forum Economics, el torneo le generó 17.000 millones de dólares a la ya de por sí boyante economía del país. Más de un millón de personas visitaron el país. 

Aún no se ha hecho el balance equivalente del Mundial de Rugby que acaba de terminar en Francia, pero un completo informe de Ernst & Young situó en 2.930 millones de dólares lo que le añadió la pasada edición en 2019 al PIB del organizador, Japón. Pero lo interesante es la evolución: el anterior, en 2015, le sumó 1,3 millones de dólares al Reino Unido, país con mucha mayor tradición en este deporte. Y, según Bloomberg, las previsiones del que acaba de concluir son exponencialmente superiores: solo la región de París espera un impacto de 1.600 millones de dólares.

Lógicamente, los patrocinadores se unen a la fiesta con entusiasmo. Desde la compañía ferroviaria local SNCF a la omnipresente Mastercard y, cómo no, el toque árabe, con la aerolínea Emirates en cabeza. El mundo del rugby no le hace ascos a la incorporación de nuevos socios millonarios. Pero su corazoncito siempre tendrá un hueco especialmente cálido para un sector muy concreto.  

Recién comenzado el Mundial de Francia, la prensa galesa, muy optimista con su equipo (terminarían cayendo en cuartos), se centró en advertir a sus aficionados de un terrible peligro: la escasez de cerveza. Mediada la segunda mitad del Irlanda-Rumanía, los grifos del Stade de Bordeaux (donde también jugaba Gales) dejaron de manar. Los organizadores aseguraron que estaban buscando una solución, pero el escándalo fue mayúsculo.

Puro espíritu rugbier

A esa conexión tan especial se arriman las compañías cerveceras para refugiarse del avance de la ley seca en el márketing deportivo. Aparte de la evidente eclosión del Mundial, la gran noticia del momento en el rincón financiero del rugby es la inminente renovación del patrocinio de Guinness al Seis Naciones, un torneo supuestamente menor que el Mundial pero con mayor pedigrí y encanto. 

La página oficial del Seis Naciones celebra con alborozo e indisimulado sentimentalismo su asociación con la legendaria marca irlandesa. Saben que no es solo una cuestión de cerveza: «La asociación entre el Seis Naciones Rugby y Guinness marca un compromiso continuo con el rugby internacional», comienza. Continúa diciendo que ambas partes seguirán trabajando «estrechamente» para asegurarse de que «los aficionados tengan una experiencia épica el día del partido». Y al final concreta: «La colaboración de Guinness se basa en su ya fuerte presencia en los estadios de las Home Nations y sus alrededores, asegurando que los aficionados puedan celebrar grandes días de rugby mientras disfrutan de una gran pinta de cerveza negra». Negro y en vaso de los gordos…

Sin embargo, quienes han levantado la liebre de la renovación la definen como «sorpresa» y matizan que llega «a pesar de las leyes cada vez más prohibitivas sobre la comercialización de alcohol en dos de los países donde se disputa el torneo anual».

En la pasada edición del Seis Naciones, cuando el escocés Duhan van der Merwe recibió la medalla Guinness al mejor jugador de un partido, la asociación benéfica Alcohol Focus denunció públicamente lo que consideraba un intento de vincular la bebida con «deportes saludables y de élite». 

Fue la gota que desbordó la pinta de la paciencia de varias compañías escocesas, que ya habían advertido de que la propuesta del Gobierno de prohibir la publicidad de su producto en eventos deportivos «destruiría la industria de bebidas de Escocia». Empresas con tanto peso en la economía de la zona como Budweiser Brewing Group, Lanson Champagne, Whyte & Mackay, Belhaven, Brewdog, Chivas Brothers/Pernod Ricard, Tennent’s Lager o Diageo (propietaria de Guinness) firmaron una carta abierta instando a los cargos públicos a pensárselo de nuevo.

Alisson Douglas, directora de Alcohol Focus, dijo a la BBC que, «obviamente, se puede simpatizar con las empresas y los medios de vida de la gente. Pero en el otro lado de esta ecuación hay una enorme cantidad de miseria y pérdida de vidas debido al consumo de alcohol. Y realmente tenemos que hacer algo más para detenerlo».

La ministra de salud pública, Maree Todd, se reunirá con «partes interesadas clave», incluidas figuras de los sectores del alcohol y la publicidad, durante la consulta para «escuchar directamente» sus preocupaciones. La tradición pesa: el bicentenario The Scotsman, por ejemplo, da voz a los empresarios en sus titulares. Pero parece que la sensibilidad está cambiando: The National revelaba hace poco una encuesta en la que los escoceses respaldan la prohibición del patrocinio de alcohol en el deporte.

El asunto es peliagudo. Ya explicamos en estas páginas los problemas a los que se enfrentó Qatar, que como país musulmán prohíbe la venta pública de alcohol, con la gestión de la cerveza en el Mundial de fútbol. La marca de cerveza BrewDog (escocesa, por cierto) triunfó con una campaña diseñada por Saatchi&Saatchi London en la que se proclamaba «orgullosa anti-patrocinadora» del Mundial. Su buque insignia era un cartel con el mensaje «Primero Rusia, después Qatar, estamos deseando Corea del Norte». 

La relación de la cerveza con el deporte parece, despierta el ingenio. Todo es encontrar el punto de intersección de esa alegría de vivir con la salud y el deporte. No es fácil. Quizá la vida, bien mirada, tenga forma ovalada, como el balón de rugby: una vez que toca el terreno de las emociones, bota hacia direcciones inesperadas. Por eso es tan emocionante.

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