El BCE teme que las catástrofes climáticas trunquen el abaratamiento de los alimentos
El organismo monetario señala que estos fenómenos son un riesgo para la estabilidad en la zona euro
El BCE teme que las catástrofes climáticas, que cada vez son más frecuentes, trunquen el abaratamiento de los precios de los alimentos, que en los últimos meses son los responsables de que la inflación no caiga con fuerza y que mantiene en vilo a muchas familias tanto europeas como españolas.
El organismo monetario expresa esta preocupación en su último informe mensual. Según manifiesta la institución que preside Christine Lagarde, entre los riesgos existentes para el control del IPC se encuentran, además de las tensiones geopolíticas que pueden influir en los costes energéticos, «unas condiciones meteorológicas extremas y la propagación de la crisis climática en general». «Estas podrían impulsar una subida de los precios de los alimentos mayor de lo esperado», añade el BCE en el documento consultado por THE OBJECTIVE.
De producirse nuevas catástrofes, como inundaciones o terremotos, se iría al traste por tanto la reducción que está experimentando la inflación de los alimentos, aunque ésta se sitúa aún en niveles históricamente altos. En septiembre, en la eurozona bajó al 8,8%, desde el 9,7% de agosto. Una caída, que de acuerdo con el BCE, obedeció a un menor avance de los precios de los alimentos tanto elaborados como frescos.
De no darse efectos adversos en el clima, los alimentos podrían continuar con la senda bajista. En el último mes y medio, por ejemplo, las cotizaciones de las materias primas no han variado en los mercados internacionales, por lo que quita presión para un encarecimiento en la cesta de la compra. Así, los cereales apenas han experimentado un avance del 0,25%, aunque de manera heterogénea, ya que el trigo ha registrado una caída del aumento de la oferta en Estados Unidos, que está contrarrestando las alzas en el maíz.
El BCE, preparado para bajar los tipos en 2024
La evolución de los precios de los alimentos es clave para que la inflación se mantenga contenida y vaya tendiendo a los niveles que reclama el BCE para reducir los tipos de interés. Una bajada que se espera para mediados de 2024, una vez el IPC de la zona euro haya descendido al entorno del 2%. Algunas casas de análisis no descartan que la primera disminución en las tasas oficiales del dinero se produzcan antes, en abril a más tardar, debido a la necesidad de que se reactive la economía en el Viejo Continente.
Con ello, el euríbor podría empezar caer y aliviar la carga de las familias y las empresas, muchas de las cuales han sufrido en los dos últimos años el coste de los préstamos y las hipotecas ante el mayor avance en los tipos por parte del BCE en su corta historia.
En España, el IPC ha encadenado tres meses de alzas debido a la presión están ejerciendo los carburantes y la energía y alcanza el 3,5%. Un nivel que está por debajo de la media de la zona euro. Sin embargo, desde el verano algunos alimentos han registrado un encarecimiento desorbitado, provocando una auténtica preocupación en los ciudadanos. El avance más alarmante ha sido el del aceite de oliva, cuyo litro ha llegado de media a costar 12 euros.
Ni siquiera la rebaja del IVA aplicada por el Gobierno a este producto y al resto de primera necesidad ha impedido que desde enero el oro líquido haya subido un 51% en los grandes súper. Tal y como publicó este periódico, esta subida del precio ha sido prácticamente idéntica en las cinco principales cadenas de distribución, según Asufin.
En cuanto a la presión de los precios de la energía, el BCE considera que está atenuada, pero cree que la tendencia se ha vuelto menos predecible debido a las tensiones geopolíticas surgidas a raíz de la guerra de Gaza. Una intensificación de las mismas, señala el organismo monetario, «podría impulsar una subida» de los costes del gas y el petróleo.
El precio del crudo, pese al conflicto en Oriente Próximo, ha mostrado más volatilidad desde los ataques terroristas en Israel, en un entorno de creciente incertidumbre sobre las implicaciones del mismo para el suministro. Esta materia prima aumentó de forma acusada tras el inicio de la batalla (un 3,8 % el 9 de octubre), pero desde entonces la subida se ha frenado hasta situarse en el 0,8%. Y, aunque las curvas de futuros del petróleo -también del gas- sugieren unos precios más bajos a medio plazo, a corto plazo persisten los riesgos al alza, advierte el BCE.