Los impagos de los créditos al consumo aceleran y ponen en alerta a los bancos
Tras meses de estabilidad, en septiembre la ratio de morosos de las financieras crece 30 puntos y alcanza el 6,74%
Los impagos del crédito al consumo aceleran su paso y ponen guardia a los bancos. La tasa de morosidad de las financieras -buena parte de ellas controladas por las entidades- ha pegado un salto tras el verano, en contra de la tónica general, y ha hecho que en el sector se extreme la vigilancia sobre la futura evolución, ya que desde hace meses las insolvencias empezaron a repuntar en otro segmento crucial, las hipotecas.
En concreto, en septiembre la ratio de dudosidad de los establecimientos de préstamos al consumo avanzó 30 puntos básicos, hasta el 6,74%, tras meses de estancamiento o pequeñas bajadas. Un alza que contrata con la estabilidad del conjunto del sistema, de acuerdo con los datos recabados por THE OBJECTIVE en el Banco de España.
En el primer trimestre, según las últimas cifras disponibles, ya crecieron con fuerza los impagos en los créditos para vivienda y, en contra de lo que suele ocurrir lo hicieron antes que en la actividad de consumo. Las hipotecas créditos con más de tres meses en falta de pago se elevaron un 3,9%, hasta rozar los 12.000 millones de euros (11.823 millones de euros). Con ello, la ratio de insolvencias remontó al 2,3%.
Segundo aviso al sector del alza de los impagos tras las hipotecas
Con el alza experimentada en consumo ya son dos los avisos que recibe la banca de que la situación empieza a complicarse y que más pronto que tarde podría haber una explosión de impagos debido al considerable aumento de los intereses por la política monetaria del BCE y por los costes de una inflación que no termina de controlarse. La ratio de insolvencias en consumo contrasta con el 6% con el que arrancó el año, pero aún se sitúa por debajo del 7% que llegó a superar antes de que el organismo en Fráncort iniciara la subida del precio oficial del dinero.
Los bancos, por el momento, están confiados, pero están vigilantes antes cualquier próximo acelerón en los impagos. Hasta la fecha, no están haciendo un acopio de provisiones extraordinarias para atender el agujero a pesar de las peticiones que llevan realizando los supervisores para extremar la prudencia, algo que ha llevado a que el colchón se haya reducido en los últimos tiempos. Las entidades consideran que cuentan con dotaciones suficientes para afrontar las posibles insolvencias, ya que aún tienen en balance el dinero especial que aparcaron en los inicios de la pandemia y que no se ha consumido aún.
Además, los banqueros esperan que tanto en las hipotecas como en el resto de créditos la morosidad no suba en demasía y en el peor de los escenarios alcance un 5%, muy por debajo de lo habitual en las crisis. En el pasado crash financiero, las insolvencias llegaron a sobrepasar de media el 13% y el Gobierno tuvo que poner en marcha un banco malo, que se hizo cargo de los activos deteriorados e inmobiliarios de las cajas que recibieron ayudas públicas.
Ahora la situación es muy diferente y, aunque las estimaciones queden desbordadas, la solvencia del sector está muy por encima debido los requisitos cada vez más exigentes en los niveles de capital, por lo que en el peor de los escenarios podrían hacer frente por sus propios medios. Además, esperan que aunque haya una bajada en el crecimiento económico no habrá recesión y no atisban un hundimiento en el mercado laboral, que sería el detonante de una eclosión de la morosidad.
En sus últimas intervenciones públicas, los responsables de reguladores -en especial el BCE- están advirtiendo de que se están registrando los primeros deterioros en la calidad de los activos, por lo que están reclamando máxima prudencia y que aprovechen las ganancias récord por el incremento de los ingresos para elevar las huchas de dotaciones. Estos mensajes han sido lanzados, entre otros, por el vicepresidente del organismo comunitario, Luis de Guindos.
La subida de los impagos en los establecimientos de crédito se está produciendo en un contexto en que, a pesar de las circunstancias, es el único segmento de actividad que presenta crecimientos. Las familias siguen aumentando los saldos y las operaciones de este tipo de financiación, a diferencia de lo que ocurre en el mundo hipotecario o en las empresas, donde los préstamos se están desplomando.