El sueño perfecto de Esther Rodríguez-Villegas (Acurable): un accesorio para la apnea
Catedrática de una universidad prestigiosa, la coCEO combate una anomalía que afecta al 10% de la población
La trayectoria de Esther Rodríguez-Villegas (Sanlúcar de Barrameda, 1974) es digna de Hollywood. Si un productor decidiese inspirarse en ella a lo Alan Turing, tendría material de sobra: esta mujer ha pulverizado barreras profesionales y académicas gracias a su espíritu optimista y arrollador.
Actualmente, la andaluza es catedrática en el Imperial College de Londres, una de las diez universidades más prestigiosas del planeta; dirige la startup Acurable, cuyo producto estrella es un dispositivo del peso de una moneda de euro que diagnostica la apnea obstructiva del sueño; y pertenece a la Royal Academy of Engineering, la institución con la que todo ingeniero británico sueña desde pequeño.
Su historia arranca con un dilema y una elección. «Alguien me dijo que las matemáticas eran demasiado abstractas y yo quería algo que me mantuviese en contacto con el mundo real, así que me decanté por la física». Después de la carrera llegó el doctorado. Le sugirieron que optase a una beca de investigación en el área de la electrónica, donde desde hacía cuatro años no se concedía ninguna. Se la dieron e hizo las maletas rumbo al Centro Nacional de Microelectrónica.
«Aquello no me gustaba, pero un buen día me fotocopiaron un artículo equivocado y lo que leí me atrajo. Le dije a mi director de tesis que por qué no me orientaba en esa dirección y me contestó que no se podía trabajar en un problema que llevaba 20 años sin solucionarse. Trabajé de tapadillo en ese problema y logré solucionarlo. Inventé técnicas de circuitos integrados que permiten reducir muchísimo la potencia utilizada».
Giro británico de guion
Aún inmersa en la vida académica, el fundador de Toumaz Technology, una startup londinense de diseño de circuitos integrados, le tendió a la gaditana un cheque en blanco. «Vente cuando quieras y saca tiempo para colaborar con nosotros», le dijo Christopher Toumazou. Durante dos años, eso fue lo que hizo.
Poco después, el Imperial College sacó una plaza y Esther Rodríguez-Villegas lanzó su solicitud. Se impuso a decenas de aspirantes e inició un periplo que abarca desde octubre de 2002 (profesora asistente) hasta hoy (catedrática de Electrónica de Baja Potencia, la única mujer con semejante rango en su facultad).
Libertad total
«Todo se complica cuando comprendo que quiero un proyecto con implicaciones sociales, pero la grandeza de esta institución es que te deja hacer lo que quieras mientras demuestres que eres de las mejores», rememora.
En Chalfont, en mitad de la campiña inglesa, Rodríguez-Villegas había visitado una comunidad creada por enfermos de epilepsia en la época en que esta enfermedad conllevaba un fuerte estigma social. «La comunidad es hoy un centro de referencia. En ese centro, sin embargo, había gente con cables saliéndole de la cabeza».
Aquel método era farragoso y la catedrática movió ficha. «Pensé: voy a crear sistemas inteligentes muy pequeños y fáciles de usar, que se puedan llevar en cada momento y extraigan información de utilidad médica».
Así surge el Wearable Technologies Lab del Imperial College que Rodríguez-Villegas lidera desde 2008. «Como las universidades no son el mejor entorno para convertir la investigación en un producto, monté Acurable. La idea base es democratizar el diagnóstico de enfermedades que hoy día requieren muchos recursos humanos y financieros».
Diminuta revolución
El producto comercializado, AcuPebble SA100, se vende directamente a los hospitales para que sea cada médico quien decida si el paciente lo usa. Está disponible en Europa y, más recientemente, en EEUU. La startup levantó una ronda de 11 millones de euros para dar el salto americano.
«La apnea obstructiva del sueño afecta al 10% de la población. Las personas dejan de respirar hasta 60 veces en una hora en mitad de la noche y las paradas son de 10 segundos cada vez. Esto se traduce en cansancio y en un aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares. Ahora mismo, el paciente se marcha a casa con un sistema formado por un montón de sensores o va a una clínica del sueño, que es aún peor», describe Rodríguez-Villegas.
«Cuando te colocan infinidad de sensores y una caja junto a la oreja, muy bien no duermes —continúa—. Además con frecuencia las señales emitidas no son válidas. Y luego el médico tarda una o dos horas por paciente para interpretar dichas señales y determinar si el paciente tiene la enfermedad».
Con Acurable, el paciente obtiene un dispositivo del peso de una moneda de euro que se coloca en el cuello, dispone de una app que le guía y duerme como le viene en gana. Cuando el test termina, las señales van a la nube y el algoritmo cocina el diagnóstico.
La plataforma tecnológica de Acurable dará lugar a otras aplicaciones. En fase de investigación se halla AcuPebble RE100, un dispositivo para monitorizar en remoto las constantes respiratorias y cardíacas del paciente.