El empleo efectivo no remonta desde 2019: los ocupados que faltan al trabajo suben un 40%
Los que no han trabajado nada han crecido, desde 2019, en 670.000, con lo que en 2023 llegan a superar los dos millones
El cumplimiento de la jornada laboral ha sufrido un importante deterioro después de la pandemia. Numerosos analistas destacan que no se han recuperado las horas de trabajo de 2019, las de antes de la covid. Uno de los motivos es que ha crecido notablemente -un 40%- la proporción de los ocupados que no trabajaron ni siquiera una hora de su jornada laboral. Casi desconocido es que se haya duplicado el resultado total de las pérdidas de una parte de la jornada habitual de trabajo.
Cuando se producen unos cambios tan importantes y repentinos en algo tan decisivo como el trabajo realmente realizado se necesita adaptar el modo de medirlo. En lo que sigue, se propone un sistema para medir esas pérdidas de trabajo en términos de personas que realmente trabajaron en lugar de hacerlo en ocupados, o en horas de trabajo.
Mientras la tasa de empleo que llamaremos clásica mide la proporción de la población que tiene una ocupación -empresarios, autónomos y asalariados-, se proponen dos tasas de empleo alternativas: la tasa de empleo efectiva, que sólo considera a los ocupados que efectivamente han trabajado, y la tasa de empleo absoluta, que descuenta, de esos que trabajaron, a los que no lo hicieron una parte de su jornada (en términos del total de trabajadores perdidos equivalentes que son la suma de esas partes no trabajadas).
Dos nuevas tasas de empleo
El resultado final de su aplicación muestra que en 2023 no se recuperaron los valores de 2019 en ninguna de las dos nuevas tasas. El mercado laboral español es convulso, con tres crisis de empleo importantes durante el último medio siglo. Pero es evidente que ninguna de ellas es semejante a lo sucedido con el confinamiento.
En el segundo trimestre de 2020 sucedieron, casi de un día para otro, unos cambios notables: se perdieron un millón de empleos cuando en ese trimestre es en el más suele crecer la ocupación. Hubo cerca de cinco millones de ocupados que no trabajaron, de los que casi cuatro fueron protegidos por los ERTEs. Tres millones hicieron la mayor parte de su trabajo en casa, cuando años antes no llegaban a tres cuartos de millón, y ahora son más del doble que antes de la pandemia. Los que dejaron de trabajar una parte de su jornada casi llegan al millón de trabajadores perdidos equivalentes cuando antes se perdían así tres veces menos.
El efecto de la covid
Un total de 9,65 millones de personas afectadas en su situación laboral representan la mitad de los 20 millones que trabajaban antes. Esa experiencia, repentina y descomunal, tenía que producir cambios en el comportamiento laboral de los trabajadores en España. Y los ha producido. Pero no hay que olvidar que también se han introducido cambios regulatorios, entre los que destaca el paso, casi nominal, de temporales a fijos discontinuos de los que no se cuenta con información suficiente.
En el gráfico siguiente aparecen las razones que dan los ocupados a los encuestadores de la Encuesta de Población Activa (EPA) para no haber trabajado nada.
En el gráfico se exponen los totales anuales de 2019 y 2023 con lo que son accesibles los incrementos absolutos, pero en la leyenda aparecen los incrementos de las proporciones de ocupados que se han perdido, para tener en cuenta el incremento del número de ocupados.
Se observa que aumentan las cantidades de ocupados que no trabajan, sean cuales sean los motivos para no hacerlo. Los que no han trabajado nada han crecido, desde 2019, en 670.000, con lo que en 2023 llegan a superar los dos millones. Además, también los trabajadores perdidos equivalentes han duplicado las pérdidas con un aumento de 474.000. Todo esto supone un cambio fundamental.
Trabajadores efectivos perdidos
El que el total de trabajadores efectivos perdidos se haya incrementado en 1,144 millones demuestra su importancia al compararlo con el aumento total de la ocupación de 1,226 millones en el mismo periodo. Con ello se puede estimar en 82.000 trabajadores el crecimiento absoluto del número de ocupados que trabajaron efectivamente.
Y ese aumento tan escaso de trabajadores efectivos, se ha producido en medio de una transformación poblacional de una intensidad comparable a la laboral, lo que afecta directamente al cálculo de las tasas que se proponen. Entre 2018 y 2023 los españoles nacidos en España han disminuido casi en un millón, mientras, el resto, los residentes procedentes del exterior, han aumentado en más de dos millones, con lo que la población total ha aumentado en 1,29 millones.
Para poner en relación estas dos grandes variaciones –laborales y poblacionales– en estos cinco años, se utilizan las dos tasas de empleo alternativas, la efectiva y la absoluta mencionadas al principio, y se comparan con la “Clásica”.
Tasa de Empleo Efectiva
En el gráfico se aprecia que ni la Tasa de Empleo Efectiva y, menos aún, la Tasa de Empleo Absoluta, han conseguido alcanzar los valores de 2019. También se comprueba lo que se podría calificar de «avería» de la Tasa de Empleo clásica porque no ha conseguido medir bien la evolución del trabajo real al comparar el 2019 con el 2023, pero también porque permaneció incapaz de expresar la convulsión del 2020.
Los hechos extraordinarios que se han sucedido en estos años, tanto sociales como laborales, como de regulación y demográficos, la han dejado inservible para medir los aspectos más generales de la situación laboral. Hasta que no se estabilicen las poblaciones, no se normalicen las pérdidas de trabajo, y no se definan debidamente todos los colectivos que se consideran ocupados, será necesario complementarla, y en muchos análisis sustituirla por las tasas propuestas aquí, en función del asunto que se estudie.
Si se trata de ocupaciones concretas implicadas en cuestiones de rendimiento individual, puede ser más útil usar la efectiva ya que alude directamente a las personas que realmente trabajan algo, mientras que será más eficiente la Absoluta cuando se trate de medir productos y productividades de sectores o de colectivos específicos como los territoriales, ya que incorpora además un cálculo de los trabajadores perdidos equivalentes de esos sectores o territorios. Teniendo siempre en cuenta que miden «personas implicadas».
Ocupación efectiva
Y como conclusión respecto a la marcha del mercado de trabajo, estos resultados demuestran que en España estamos en una situación laboral real muy preocupante porque en el trienio 2016-2018 ambas tasas de empleo, la clásica y la efectiva, crecían al unísono con un ritmo de un punto anual, de modo que ambas decían lo mismo y por eso la clásica era suficiente. Y en estos tres últimos años no sólo no hemos alcanzado la efectiva de hace cuatro años, sino que la diferencia con la absoluta ha aumentado continuamente, mostrando el incremento de las ausencias de una parte de la jornada semanal habitual.
El que la proporción de los que se consideran ocupados pero no han trabajado, haya crecido en un 68,6% es un indicio fehaciente de que ese incremento no sólo refleja un cambio del comportamiento laboral, sino que hay también una distorsión de su situación real ya que, por ejemplo, no se dispone de información, directa, detallada y computable, ni sobre si trabajan o no los nuevos fijos discontinuos, ni de los colectivos que se añaden a los cómputos de la afiliación de la Seguridad Social.
La ventaja de los índices que aquí se proponen consiste en que logran reflejar la totalidad de esas variaciones, adscribiéndolas a cada trabajador. Y aunque no puedan separar cada una de todas sus causas, sí consiguen mostrar el resultado de la ocupación efectiva de nuestros trabajadores.