Del huerto ecológico a la mesa: así elimina CrowdFarming el embudo de los 'super'
320 agricultores y 500 fincas venden más de la mitad de sus cosechas en el ‘marketplace’ de la ‘startup’ española
La propuesta de CrowdFarming es bastante conocida en Alemania, pero tropieza aún en España con la ignorancia del consumidor. ¿Cómo es posible que una startup que facturó 51 millones en 2023, emplea a 250 personas y cuenta con el respaldo de Seaya se le escape al radar doméstico?
Este marketplace ofrece al agricultor de producto ecológico todos los servicios digitales y logísticos para que venda al cliente final sin pasar por el embudo de los supermercados. Gonzalo Úrculo, CEO, explica que en Europa son diez marcas las que deciden qué comen 400 millones de habitantes. A este desequilibrio se suma otro: «El precio que pagas en Mercadona por un alimento no es el precio real. Por detrás también pagas la subvención de una cadena de suministro que es muy ineficaz».
Lo demuestra un dato terrorífico: un tercio de las verduras y frutas que las compañías del sector almacenan en cámaras repartidas por la UE acaba en la basura. La venta directa, «una forma de empoderar al agricultor», ni siquiera representa hoy el 2% del total.
CrowdFarming trabaja con 320 agricultores propietarios o gestores de unas 500 fincas. Colocan a través del marketplace más de la mitad de sus cosechas gracias al armazón logístico de la startup, que también ofrece servicio de packaging y canales de atención al cliente 24/7 en múltiples idiomas, entre otros. El precio del alimento lo fija siempre el agricultor y CrowdFarming añade un extra en función de los servicios que contrate. El consumidor final puede comprar lo que quiera a través de una app disponible en Android e iOS.
«La oferta en nuestro marketplace está muy auditada -advierte Úrculo-. El agricultor puede contactar con nosotros a través de la web, pero solemos visitar las fincas que creemos que encajan con nuestra filosofía e incluso contamos con equipos locales de ingenieros agrónomos para ayudarles en la práctica de la agricultura regenerativa».
El tiempo vuela
Uno de los factores que contribuyen al desperdicio de alimentos es el plazo que transcurre desde que una fruta o verdura se recolecta hasta que acaba en la cesta del consumidor. CrowdFarming vende sólo productos de temporada, evita el plástico siempre que las condiciones sanitarias lo permitan y tarda 5,5 días en llevar una naranja valenciana hasta un hogar berlinés. «En el canal tradicional esta cifra sube como mínimo hasta los 17 días», subraya el CEO.
En España, admite Úrculo, lo ecológico tiene poco tirón por ahora. «Hay países como Alemania, Finlandia, Suecia o Austria que hablan de este fenómeno desde hace 25 años. Por desgracia, aquí seguimos prefiriendo comprar un iPhone a gastarnos el dinero en buena comida, del mismo modo que invertimos más en cenar fuera que en cocinar en casa».
Poder adquisitivo
Tampoco los salarios españoles son comparables a los del norte de Europa. Si, por ejemplo, el plátano ecológico es más caro que uno convencional, parece lógico que esas familias menos pudientes que sus pares septentrionales miren por su bolsillo. Luego está el asunto de los precios irreales vía subvención. Y el hecho de que la agricultura más ortodoxa implique mayor impacto ambiental. «Son muchas las piezas de este debate, pero si consiguiésemos que todo lo que se produce ecológicamente se consuma, quizás bajasen los precios».
Gonzalo Úrculo estudió Económicas en Berlín, pero en 2010 decidió regresar al pueblo de sus abuelos, Bétera (Valencia), para reflotar el huerto de naranjas de la familia, que llevaba un tiempo abandonado, bajo la formulación ecológica. Naranjas del Carmen es el resultado de esa experiencia.
En octubre de 2021, CrowdFarming cerró una ronda de 15 millones con Seaya, Triodos y Q-Impact. La presencia de este trébol de la inversión desliza una pista de lo escalable que es el concepto. «Queremos construir la cadena de suministro más simple y sostenible del mundo», afirma el emprendedor nacido en Madrid. Ni más ni menos.