THE OBJECTIVE
El podcast de El Liberal

José Carlos Díez: «Sánchez solo quiere dormir en la Moncloa; aparte de eso, no tiene plan»

«Ha escrito un libro… Bueno, se lo han escrito, es de las pocas personas que han escrito más libros de los que han leído»

José Carlos Díez (Palencia, 1971) entra por derecho propio en la categoría de «economista pop», que viene a ser lo que nuestras madres llamaban «el perejil de todas las salsas». A su intensa actividad profesional (ha sido jefe de estudios de Intermoney, enseña macroeconomía y finanzas en la Universidad de Alcalá de Henares y gestiona varios fondos) suma una exposición pública absolutamente portentosa: escribe libros (Hay vida después de la crisis, La economía no da la felicidad, De la indignación a la esperanza), asesora a políticos y es o ha sido opinador en Onda Cero, la SER, La Sexta y El País.

Salvo el primero, todos estos son medios de significada línea editorial izquierdista, pero en descargo de José Carlos debo señalar que lo he visto batirse el cobre con militantes del PP y del PSOE, de Podemos y de Vox, y esa cruzada indiscriminada contra la ignorancia, provenga de donde provenga, me parece que es un motivo de honra en estos tiempos de polarización.

Lo que sigue es una transcripción extractada (un poco) y editada (bastante) de la charla que mantuvimos en El Liberal/The Objective, y que puede verse o escucharse íntegra en distintos soportes.

Pregunta.- La idea de este pódcast es hablar de economía y además me han pedido que lo hagamos en un tono divulgativo y próximo, así que voy a empezar con una pregunta un poco personal. ¿Por qué te hiciste economista? Porque yo a los 18 años lo último en lo que pensaba era en la economía. Me interesaban el fútbol, la política, incluso la poesía, pero la economía, nada.

Respuesta.- Seguramente hoy me habrían diagnosticado un déficit de atención y altas capacidades, pero en aquella época no era más que un niño movido que en el colegio se aburría, y que se aburría mucho. El sistema pedagógico era muy antiguo y no me fue bien, pero cuando mi hermano entró de director financiero en una empresa, me dije: «¡Ah, pues voy a hacer empresariales!». Tristemente, no me dio la nota para la Complutense. Pedí revisión y solo conseguí que me bajaran otra décima, así que acabé en Alcalá de Henares, pero ahí me enamoré, y me enamoré en cuanto leí el primer capítulo del [manual de economía de Paul] Samuelson. Me dije: «Para esto he venido yo a la vida». Yo mismo me daba cuenta de que era raro, pero ya lo decía [John Maynard] Keynes, ¿no? Los economistas somos bichos muy raros.

P.- ¿Qué venía en aquel primer capítulo?

R.- Los fundamentos: por quién doblan las campanas [la economía domina todos los ámbitos de la vida y, cuando suena, suena por ti], cañones y mantequilla, el coste de oportunidad… Han pasado 33 años y conservo la misma inquietud por aprender, es lo que me mantiene vivo. Mi blog se llama El economista observador y es que yo voy por la calle y veo a un señor haciendo algo que no entiendo y le pregunto: «¿Y eso por qué lo hace?». Y normalmente hay una lógica que a veces comparto y a veces no.

P.- También yo me di cuenta de la capacidad explicativa que tiene la economía, pero tardé bastante más…

R.- Se puede estudiar economía a cualquier edad, aunque si lo haces de jovencito estructuras mejor la mente y, luego, la visión abstracta es más sencilla. Porque hay pocas disciplinas tan complejas. Estamos hablando de millones de decisiones de las que tienes que sacar patrones de comportamiento.

P.- Además, desde la revolución de los marginalistas, el nivel matemático se ha vuelto muy exigente.

R.- Las matemáticas son buenas para simplificar, pero te alejan de la realidad y, al final, de lo que se trata es de que la gente viva menos mal, no mejor, porque siempre habrá escasez, pero menos mal. Ese es un buen reto para los que tenemos déficit de atención. Yo es que no me aburro, estoy todo el día aprendiendo.

«Ignacio Sánchez-Galán cogió una compañía que hacía carbón, hidráulica y nuclear y la ha convertido en líder mundial en renovables. En vez de decir que es un mal empresario, el Gobierno debería ir a verlo y decirle: “¿Cómo le puedo ayudar?”»

P.- Hace poco, durante la entrega del premio de Periodismo Camilo José Cela a Fernando Jáuregui, el presidente de la Fundación Independiente, Aldo Olcese, se quejó de que los periodistas somos poco rigurosos y puso de ejemplo una serie de titulares [editorializamos que España va mal y, al mismo tiempo, anunciamos que las empresas del Ibex obtienen beneficios récord]. Pero tampoco los economistas estáis libres de pecado. Por ejemplo, a los productos que se estructuraban a partir de las hipotecas basura les poníais la calificación de triple A.

R.- Los economistas cometemos errores, sin duda. Yo mismo enseño modelos matemáticos, porque son muy útiles para ver qué variables resultan determinantes, pero, una vez que has realizado el diagnóstico y debes adoptar la política económica o tomar una decisión empresarial, tienes que descomprimir y volver a la realidad, y ahí te encuentras con que hay un montón de cosas que no estaban en el modelo. Por ejemplo, para predecir cuánto va a crecer la economía, usamos un modelo que es el IS-LM y que parte de la premisa de que hay un único tipo de interés y no existe el riesgo. Pero, ¡por supuesto que existe el riesgo y por supuesto que hay infinitos tipos de interés! El modelo te sirve para entender cómo interaccionan el consumo y el empleo, pero no para hacer una predicción exacta. Y cuando me dicen: «Es que te has equivocado en tres décimas», yo respondo: «Coño, pues poco me parece». En 2008 gané la diana Esade [que mide cuánto se aproximan o desvían los distintos servicios de estudios en sus pronósticos]. Dije que el PIB iba a caer el 0,5%…

P.- Anticipaste la recesión…

R.- …pero el PIB cayó el 3,5%. Me quedé corto tres puntos, pero es que los otros se equivocaron mucho más… Con esto quiero decir que el problema del economista es creerse el modelo. A mis alumnos, les enseño el modelo y luego les digo: «Y vosotros, ¿esto os lo creéis?» Y abro un debate crítico, para que destrocen el modelo, porque si te lo crees a pies juntillas eres un demagogo y eres un político, no eres un economista y no eres socrático, y yo soy muy socrático.

«Europa trabaja duramente para no pintar nada en el tablero global. No desarrollamos tecnología ni mejoramos la productividad y pretendemos vivir del aire y del espejismo»

P.- ¿Tú eres un boomer o un doomer? Es decir, ¿crees que la inteligencia artificial va a ser una maravilla o que, por el contrario, vamos a terminar como en Terminator?

R.- La transición será dura y tendrá un impacto fuerte en la pobreza y la desigualdad, pero al ser humano le va a venir bien. El problema es pasarte con la regulación. En Europa hemos establecido los estándares más exigentes en inteligencia artificial, pero no hacemos inteligencia artificial, y como dejemos que la inteligencia artificial la hagan los americanos, vamos a convertirnos en un parque temático. Europa trabaja duramente para ir a la extinción de la especie y para no pintar nada en el tablero global. No desarrollamos tecnología ni mejoramos la productividad y pretendemos vivir del aire y del espejismo.

«El desarrollo tecnológico no surge espontáneamente, tiene que haber instituciones que lo impulsen, y en España falla estrepitosamente el ecosistema educativo»

P.- Los europeos nos estamos rezagando respecto de Estados Unidos. Crecemos menos, invertimos menos, investigamos menos, nuestras empresas son más pequeñas y valen menos… ¿A qué lo atribuyes tú? ¿A un determinado clima cultural? Por ejemplo, tú acabas de lanzar un fondo de capital riesgo [Luafund Asturias Growth] y sabes que, en este país, eso te convierte en un buitre…

R.- Vaya por delante que el buitre es un gran animal, pero se alimenta de la carroña y nuestro fondo se dedica a generar [actividad]. Yo cada vez creo más en [Joseph] Schumpeter y en su teoría del desarrollo [o de la destrucción creativa]. Vivimos una revolución tecnológica sin precedentes desde seguramente el Neolítico, mucho más intensa que la del siglo XVIII. Decía Heráclito que nunca te bañas en el mismo río y con el PIB pasa igual, nunca te bañas en el mismo. Antes el PIB lo dominaba la industria mecánica, en la que Europa era líder, sobre todo Alemania y Francia, pero el río lo domina ahora la industria digital y, mientras Estados Unidos, China, Taiwán, Corea del Sur, Israel e Irlanda han hecho la transición, nosotros seguimos igual… Hay países que funcionan y países que no funcionan. España es uno de los destinos naturales para las empresas de renovables. Tenemos sol, tenemos la electricidad más abundante y barata del continente y deberíamos estar presenciando un proceso de relocalización desde el resto de Europa. Ese debería ser es el debate en los medios, pero no: estamos con la amnistía, con el lawfare, con Eurovisión… Te doy solo un dato, y a ver si lo escucha alguien de Red Eléctrica Española (REE) y queda vida inteligente en ella, que lo dudo. En la carretera de Andalucía hay millones de metros cuadrados de suelo industrial ya disponibles para construir y con demanda en firme para instalar plantas de fabricación que darían empleo a 5.000 personas. ¿Y por qué no se activa ese potencial? Porque no hay nadie que tienda un puto cable de 400 megahercios entre Tarancón y Ocaña para que las eléctricas puedan hacer las subestaciones y conectar esas industrias a la red.

P.- ¿Y por qué no se tiende ese cable?

R.- Que le pregunten a la señora Beatriz Corredor, que es la presidenta de REE. [Dirigiéndose a la cámara]. Beatriz, ¿por qué no haces el cable? Llevan cinco años pidiéndotelo. Vamos a dejarnos de Eurovisión y centrarnos en crear empleo industrial, cuyos sueldos duplican el promedio salarial de España. ¿Dices que eres socialista y luego no creas empleos bien remunerados, Beatriz? Pues explícamelo, porque yo no lo entiendo. Y si no haces un plan que funcione y te queda dignidad, pues te vas.

«Otro drama de este país es que los empresarios se tienen que ir a buscar la financiación fuera, a Estados Unidos o al Reino Unido, y ya no vuelven»

P.- Aparte de esta carencia de infraestructura eléctrica, ¿qué otras pegas ves en España?

R.- El problema está en la misma raíz. El desarrollo tecnológico no surge espontáneamente, tiene que haber instituciones que lo impulsen, y aquí falla estrepitosamente el ecosistema educativo. La universidad privada no está y la pública, que tiene los investigadores y tiene los medios, no sabe desarrollar ni comercializar tecnología. Los profesores hacen muy buenos papers, porque así suman sexenios, cobran más y ascienden por el escalafón, pero en cuanto llegan a catedrático, se dedican a vegetar. Ese es nuestro modelo. En la Universidad Hebrea de Jerusalén, que tiene menos alumnos que mi Universidad de Alcalá, dan clase cuatro premios Nobel y tienen Yissum, una oficina de transferencia tecnológica en la que trabajan 25 personas y que cada año factura 200 millones de euros de royalties e I+D. En la OTRI [Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación] de Alcalá tenemos tres empleados y no facturamos nada. Ya está. Entonces, la señora [Isabel] Díaz Ayuso [presidenta de la Comunidad de Madrid] que se deje de todo este politiqueo de segunda división, que prepare un plan tecnológico para las universidades de Madrid, lo dote de recursos y, lo que no funcione, que lo cambie, igual que Beatriz Corredor. [Mirando otra vez a cámara]. ¡Isabel, si no sabes hacerlo, dimite y vete! Ten dignidad. [Volviéndose hacia mí]. Vale, seguimos.

«La bolsa española ha mejorado, pero sigue siendo muy pequeña y encima ¿qué hacemos? Le ponemos impuestos. O sea, nos falta capital, pero el poco que tenemos lo gravamos. ¡Es alucinante!»

P.- En la necesidad de una reforma universitaria coinciden todos los expertos. ¿Qué más hace falta?

R.- La clave de la teoría de Schumpeter son los empresarios innovadores, gente que está dispuesta a hacer cosas diferentes aprovechando las oportunidades que brinda el desarrollo tecnológico. Porque el PIB y el empleo no lo genera el desarrollo tecnológico, sino las compañías que lo aplican, y aquí creo que [la economista] Mariana Mazzucato y [el portavoz de Sumar en el Congreso] Íñigo Errejón están un poco confusos. Dicen: «Es que en el iPhone hay muchas patentes públicas». Ya, pero nadie del sector público hizo el iPhone y, si se crearon puestos de trabajo, fue porque un señor que se llamaba Steve Jobs tuvo la visión de diseñar un teléfono inteligente. ¿Que ha aprovechado patentes públicas? ¡Bendito sea! Eso es cooperación público-privada, que es justamente lo que yo reclamo: que la universidad pública colabore con esos empresarios, de los que en España no hay muchos. La buena noticia es que son más de los que había cuando yo empecé y lo que hay que hacer es que ese núcleo de emprendedores schumpeterianos desarrolle proyectos globales, porque España es un mercado demasiado pequeñito y para crecer y hacerse grande hay que salir fuera. Pero, para empezar, carecen de ese ecosistema universitario que los apoye y, cuando consiguen el apoyo, no funciona el mercado de capitales. La bolsa española ha mejorado, pero sigue siendo muy modesta y encima ¿qué hacemos? Le ponemos impuestos. O sea, nos falta capital, pero el poco que tenemos lo gravamos. ¡Es alucinante! Cuando unos pocos locos quieren invertir en acciones, les ponemos impuestos…

«Yolanda Díaz dice lo mismo que decía José Antonio Girón de Velasco hace 50 años, se dedica a copiar a los falangistas»

P.- Otro problema es el tamaño de las empresas españolas.

R.- La proporción de empresas españolas medianas, es decir, de entre 50 y 250 trabajadores, está muy por debajo del promedio europeo. Necesitamos otras 5.000 para ponernos no al nivel de la élite, de Alemania o los Países Bajos, sino para llegar a la media, a la mediocridad, donde están Rumanía y Bulgaria. Cinco mil empresas tampoco son tantas, son una fracción mínima del millón y medio que hay en España, ¿no? E igual que tenemos un plan para salvar al lince ibérico, hagamos un plan para esas 5.000. ¿Y qué necesitan? Primero, unos departamentos universitarios que trabajen para la empresa; segundo, capital y deuda, y, tercero, que Red Eléctrica se adapte la demanda. [Interpelando a la cámara]. Porque, Beatriz [Corredor], no es la demanda la que tiene que adaptarse a tu oferta. Eso no funciona. Es tu empresa la que debe adaptarse a la demanda. [Volviéndose de nuevo hacia mí]. Y en cuanto tengas a las universidades, al mercado de capitales y a la energía adaptada a la demanda, te digo que, en menos de 10 años, este país acaba con pleno empleo y con salarios no precarios. Pero si estamos con lo de Eurovisión y con el señor Puigdemont y sus polladas de cambiar las leyes y enfrentados con el sistema judicial, esto no va a avanzar.

«¿Y qué ha cambiado Alberto Núñez Feijóo en los 13 años que ha gobernado Galicia? Que me diga alguien dos o tres cosas transformadoras que haya hecho allí… No existen, ¿verdad?»

P.- Cuando estuve hace unos años en Israel, se hablaba mucho del Valle de la Muerte, que es esa travesía que se interpone entre la empresa emergente y su viabilidad.

R.- Yo hablo de las empresas que ya lo han cruzado, pero también necesitamos un ecosistema de startups. En España la mayoría que me presentan vienen con una idea y un PowerPoint, pero de ahí deben pasar al plan de negocio y, luego, ejecutarlo, y ejecutarlo con éxito. Solo cuando has superado ese proceso, entras en la fase schumpeteriana de la destrucción creativa, y ahí en Israel disponen de fondos de capital riesgo que financian a partir de tres millones cualquier proyecto. En España no tenemos esos fondos y ese es el drama de este país, que los empresarios se tienen que ir a buscar la financiación fuera, a Estados Unidos o al Reino Unido, y ya no vuelven. O sea, que tenemos todo un ecosistema de empresarios que antes no había, pero, cuando triunfan, se van porque no encuentran financiación.

P.- ¿Y por qué no la encuentran?

R.- Esto no es culpa de los políticos… Yo viajo mucho, me he pateado las 50 provincias. En todas ellas veo oportunidades de inversión, España está llena, y cuando me reúno con empresarios, me dicen: «Venga, tráenos inversión de fuera». Soy un poco como el bienvenido míster Marshall… Y yo les digo: «Vale, yo te traigo inversión de fuera, pero ¿por qué no inviertes tú? Yo te ayudo, no seas tonto, compra barato, vende caro y fórrate». ¿Y sabes qué me responden? «No, no, es que a mí lo que me gusta es comprar pisos». Y así es imposible, el capitalismo sin capital no funciona, esto también lo decía Schumpeter. Si tú metes en deuda pública el dinero de tus fondos de pensiones y el dinero de los fondos de inversión lo metes en un inmueble de la calle Jorge Juan y el barrio de Salamanca, pues ya está, acabas montando una burbuja inmobiliaria, que es lo que se nos da bien, desde los años 60 llevamos cinco.

«¿Cómo puede Santiago Abascal sacarse fotos con Marine Le Pen mientras ella jalea a los franceses que vuelcan nuestros camiones? Es que no le cabe un codificador de dos cifras en la cabeza…»

P.- La tecnología tampoco se nos da bien…

R.- ¡Porque no hay capital! La gente quiere capital riesgo, pero sin riesgo, y eso no existe, eso se llama bono, que es otro producto. Alguna comunidad autónoma creó una sociedad de capital riesgo y ha acabado denunciada por malversación porque el querellante dice que ha perdido dinero en un proyecto. ¡Hombre, macho, por eso se llama capital riesgo! Pero, claro, venimos de una país donde durante 40 años tuvimos un dictador falangista que tenía una visión del empresario muy parecida a la que tenían los peronistas argentinos hace tres meses. ¿Y cuánto se tarda en cambiar la mentalidad de que el riesgo es malo y el empresario es malo? Yolanda Díaz [la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo] dice lo mismo que decía [José Antonio] Girón de Velasco hace 50 años. [Girándose a cámara]. No digas esas cosas, Yolanda, no copies a los falangistas, vamos a innovar un poquito… [Mirándome de nuevo]. No me quiero cabrear, Miguel, pero ¿sabes lo que me da rabia?

P.- Tú mismo…

R.- Me da rabia que yo veo mucho potencial en este país. Somos una sociedad que tiene mucho mérito, venimos de muy atrás, hemos conseguido converger y, en el momento en que nos pongamos a ello, vamos a generar productividad y empleo con buenos salarios, pero necesitamos foco y un poco de liderazgo. No puede ser que el presidente del Gobierno esté con el debate este de que, si no te gusta la canción de Eurovisión, es que te gusta el Cara al sol… ¿Y qué me dices del de enfrente, que ha estado 13 años gobernando la Xunta y no se le conoce ningún mérito? ¿Qué ha cambiado el señor [Alberto Núñez] Feijóo? Que me diga alguien dos o tres cosas transformadoras que haya hecho allí… No existen, ¿verdad? Es como el tercer milagro de Fátima… Así que el Gobierno no funciona, la oposición no tiene un plan y los nuevos partidos, ¡qué te voy a decir! ¿No está [Santiago] Abascal [líder de Vox] diciendo que quiere a la señora [Marine] Le Pen, mientras la señora Le Pen aplaude a los franceses mientras vuelcan la fruta de los camiones españoles. [Mirando a cámara]. Vamos a ver, Santi, ¿cómo puedes sacarte fotos con Le Pen e ir luego a hablar con los agricultores? ¿Me lo puedes explicar? Si es que no te cabe un codificador de dos cifras en la cabeza, Santi… Perdona, Miguel, pero es que me cabreo…

«De nuestros 20 millones de cotizantes en el IRPF, 12 millones cobran menos de 20.000 euros al año. Ese no es un modelo económico que pueda tener a la gente contenta. Los jóvenes se van en cuanto les llega una oferta del extranjero. Nos estamos quedando sin talento»

P.- Ya lo veo… Vamos a los datos macro, que no son malos. La OCDE acaba de revisar la previsión de crecimiento de España al alza y la verdad es que tú vas por la calle y lo que ves son restaurantes llenos, tiendas llenas y, a poco que te descuides, te quedas sin hotel esta Semana Santa. ¿De verdad va bien España? Algunos observadores dicen que crecemos, pero con mucho gasto público y eso es insostenible.

R.- Y tienen razón. Un profesor que me influyó mucho, Antonio Torrero, solía decir que la economía española era muy agradecida. En 1959 nosotros teníamos un régimen tan intervencionista como la Cuba actual de Miguel Díaz-Canel. Fueron los americanos y el Fondo Monetario Internacional quienes nos forzaron a hacer el Plan de Estabilización y, a partir de 1960, tuvimos un periodo espectacularmente brillante que llega hasta el año 2000, cuando nos volvimos locos, primero con la deuda externa y ahora con la pública, montamos la burbuja inmobiliaria y no nos hemos movido de ahí. Tenemos una economía con alto potencial, pero que genera empleo precario y de baja productividad. De nuestros 20 millones de cotizantes en el IRPF, 12 millones cobran menos de 20.000 euros al año, y ese no es un modelo económico que pueda tener a la gente contenta. Los jóvenes están en tal situación de precariedad que, en cuanto les llega una oferta del extranjero, se largan. Nos estamos quedando sin talento y, si queremos traerlo de vuelta, necesitamos esas 5.000 empresas schumpeterianas capaces de pagar buenos salarios.

«La reducción de la semana laboral es otro disparate. Yolanda Díaz lleva un planificador soviético dentro y, si la planificación no ha funcionado en Alemania, no va a funcionar aquí»

P.- [Con clara ironía] Pero Yolanda Díaz está subiendo los salarios y también ha acabado con la precariedad.

R.- Yolanda Díaz no está subiendo los salarios. [Mira a cámara, para increpar a la vicepresidenta]. Yolanda, sigue habiendo 12 millones de salarios precarios, los mismos que cuando tú llegaste. Tu reforma laboral no ha cambiado nada. En enero se han destruido más de 200.000 afiliados a la Seguridad Social. Son empleos que se crearon en diciembre y se destruyen en enero, es decir, persiste el patrón de comportamiento tradicional del mercado de trabajo.

P.- Lo que pasa que se han cambiado los nombres. [Al fijo discontinuo en cese de actividad, que antes llamábamos «parado», ahora le decimos «ocupado»].

R.- Pedro Sánchez ha escrito un libro… Bueno, no, se lo han escrito, es probablemente de las pocas personas de este país que han escrito más libros de los que han leído, lo que ya tiene su mérito, ¿no? Pedro Sánchez tiene un Manual de resistencia [en el que deja claro que] su objetivo vital es dormir en la Moncloa. Lo sé, porque le asesoré hace miles de años y lo conozco bien. [Girándose hacia la cámara]. Pedro, ya lo has conseguido, enhorabuena. [Volviéndose hacia mí]. Pero Pedro Sánchez no tiene plan. No lo tenía plan cuando me lo presentaron en 2014, y sigue sin él, vive día a día, como Rambo. Y eso está muy bien, pero hace falta además un proyecto y liderazgo. ¿Y quién los tuvo? El único presidente español que los ha tenido se llama Felipe González. Cogió una economía hundida tras la transición de la dictadura que hizo [Adolfo] Suárez y, junto a él, [Manuel] Fraga y [Santiago] Carrillo. Fue un proceso ejemplar, pero la economía estaba destrozada y Felipe la modernizó y nos metió en Europa. Luego llegaría la polarización con [José María] Aznar y ya no hemos parado… El Felipe González de Portugal ha sido Antonio Costa y, fíjate, mientras la inversión privada aumentaba allí un 45% en ocho años, en España lo hacía el 15%, tres veces menos. [Mirando a cámara]. Entonces, Yolanda [Díaz], ponte a copiar a Antonio Costa, o contrátale de asesor tú, Pedro [Sánchez], ahora que ha salido del Gobierno portugués. Y si el problema es de dinero, le pago yo. Pero , tráetelo a la Moncloa y pregúntale: «Oye, Antonio, ¿esto cómo se hace?» No es complicado, ya te lo adelanto. Consiste en hacer leyes normales, no negociando con un señor [Carles Puigdemont] que tiene algún problema psicológico… A mí me da mucha pena lo que está pasando. Conozco a mucha gente de la burguesía catalana y de la derecha catalana y les he preguntado: «¿Cómo podéis tener semejante representante? ¿A qué grado de decadencia habéis llegado para que alguien como Puigdemont os represente?»

«La rentabilidad de la banca es del 0,5%, bajísima, y para llegar a ese 0,5% tiene además que poner mucha deuda, y eso la hace vulnerable. Tiene que ganar más y reducir su apalancamiento»

P.- Para cerrar el capítulo laboral, ¿qué te parece la reducción de la semana laboral?

R.- Pues otro disparate. En el sector de la restauración no se puede y la mayoría de la gente empleada en oficinas no trabaja los viernes por la tarde, las 37 horas ya figuran en los convenios. [Mirando a cámara]. Yolanda, tú vienes de las Comisiones Obreras, ¿por qué suplantas con una ley lo que debería salir de un diálogo entre sindicatos y patronal? Eso es la negociación colectiva, Yolanda, que tenga yo que explicártelo a ti, qué has vivido y has cobrado un sueldo de la negociación colectiva… ¡Deja que los sindicatos y la patronal pacten la jornada! Hay empresas que van superbién, cuya productividad es altísima y dejan que los trabajadores funcionen por objetivos y no les miden las horas. ¿A ti qué te importa? Pero no, lo tienes que regular por ley. Y si alguien pacta trabajar de freelance y alcanza su objetivo en 10 horas y cobra el equivalente a un año entero de sueldo, ¿tú se lo vas a prohibir? Llevas un planificador soviético dentro, Yolanda, y si la planificación no ha funcionado en Alemania, no va a funcionar aquí… Deja que sindicatos y patronal se entiendan. La negociación colectiva ya nos la cargamos con la reforma del PP del 2012 y ahora te la estás volviendo a cargar con tus decisiones unilaterales.

P.- ¿Por qué dices que se la cargó el PP?

R.- Porque el Gobierno impuso su reforma laboral sin la aprobación de los sindicatos, y eso no es negociación colectiva. Y ahora este Gobierno está tomando medidas unilaterales de espaldas a la patronal. En La economía no da la felicidad explico que la negociación colectiva es crucial, porque de ella dependen los salarios y la rentabilidad del capital, que son, junto con la tecnología, las dos variables determinantes del desarrollo económico. Entonces, deja que patronales y sindicatos se entiendan. Durante la pandemia cerraron un montón de acuerdos y el que alcanzaron después, para luchar contra la crisis energética, ha sido ejemplar: en vez de meter un shock de salarios en 2022 y hundir los márgenes empresariales, han diferido el golpe en tres años, sin que mediara para nada el Gobierno. Pero, claro, [Yolanda Díaz] tiene un problema, y es que en Galicia no le vota ni su familia. ¿Cómo va a liderar nada si no la apoyan ni en Ferrol, que es su tierra? [Mirando a cámara]. Dimite, Yolanda, y probamos con otro partido de izquierdas, o de extrema izquierda. [Volviéndose hacia mí]. Oye, llevo ya cinco dimisiones…

P.- Sí, te has cargado a parte del Gobierno y de la oposición, a Díaz Ayuso, a Beatriz Corredor…

R.- No me he cargado a nadie, yo solo recomiendo. La decisión de dimitir es suya…

P.- En eso consiste la democracia, en la posibilidad de cambiar a los gobernantes incompetentes.

R.- Esa parte de la alternancia yo creo que Pedro Sánchez no la ha pillado. A Aznar también le costó.

«No se puede subvencionar el agua. El precio debe reflejar la escasez y, si a los agricultores no les llega, les buscamos rentas o apoyos por fuera, pero no subsidies el precio, porque eso es falangismo y peronismo y nunca funciona»

P.- Y esa idea de que hay que limitar los beneficios, ¿qué te parece? ¿Ganan demasiado dinero los bancos y las energéticas?

R.- Déjame que hable antes de las empresas de distribución, que están en la picota por la revuelta de los agricultores. Cualquiera puede mirar sus cuentas, están en el Registro Mercantil, que es público desde 1902. Y cuando tú coges sus beneficios, ves que suponen el 2% de todo lo que pagamos en el supermercado. Es mucho menos que en 2007, antes de la crisis, y el problema es que esa compresión de los márgenes se traslada hacia abajo y acaba llegando a los salarios. Ahora pasemos a los bancos. ¿Cuánto están ganando? Pues la rentabilidad del activo es del 0,5%. Eso es muy poco, las letras del Tesoro están dando el 3%. Y para llegar a ese 0,5% tienen que poner mucha deuda, y eso los hace vulnerables. Los bancos tienen que mejorar su rentabilidad y reducir su apalancamiento, ese es el modelo que les piden el BCE y el Banco de España, y nosotros nos dedicamos a criticarles.

P.- Porque ganan mucho dinero…

R.- ¡Pero es que vienen de quitarse las pérdidas que les provocaba la regulación y el propio BCE! Han entrado en un proceso de normalización, la rentabilidad de la banca es bajísima… ¿Y qué pasa con las eléctricas? «Se están forrando», dicen. Para empezar, no es verdad, porque los márgenes con la crisis del gas bajaron, pero aunque no fuera así, esos ingresos se reinvierten en placas y en molinos de viento. Y si queremos hacer la transición ecológica y energética, que yo sí quiero, deja que las compañías ganen dinero y lo reinviertan. Si me dijeras que es que Iberdrola está sacando el dinero para meterlo en un inmueble de la calle Jorge Juan, yo sería el primero en pedir la dimisión de su presidente. Pero resulta que este señor [Ignacio Sánchez-Galán] cogió una compañía que hacía carbón, hidráulica y nuclear y la ha convertido en el líder mundial en renovables, y con tecnología e ingeniería españolas, tirando de un montón de proveedores locales y generando miles de empleos. ¿Cómo podemos decir que es un mal empresario? A un señor que está poniendo molinos en el mar del Norte y en Estados Unidos, que paga en promedio el triple del salario medio y que ha alumbrado un campeón mundial con tecnología española, lo que tendría que hacer este Gobierno es ir a verlo y decirle: «¿Cómo le puedo ayudar? ¿Cómo le apoyamos con los Next Generation?». En eso es en lo que deberíamos estar…

«El Consejo de Ministros está lleno de urbanitas que viven alejados de los problemas del campo. No puede tardar 24 meses en pagar las indemnizaciones por los daños del lobo. Y si no, que se vayan ellos a Cabrales a hacer queso y que les mate un lobo 15 ovejas»

P.- Ya lo último, José Carlos, el agua y la agricultura. ¿Qué hay que hacer ahí?

R.- He dirigido un foro de economía del agua en Alcalá desde 2015 y lo que ahora cuentan los medios lo llevamos diciendo nosotros desde entonces. Avisamos de que iba a haber una sequía y ha llegado. No era difícil, porque las sequías son cíclicas y el cambio climático se está acelerando. En esto último, España puede aportar poco, pero la falta de agua es un asunto local, con muchas ramificaciones, pero con un gran problema que se llama «precio». En la costa de Levante tienen el trasvase Tajo-Segura y el hectómetro cúbico les sale por 19 céntimos, que es la misma cantidad que se les cobraba cuando murió Franco. En los 40 años transcurridos desde entonces, el IPC se ha quintuplicado y la renta de los agricultores de la zona se ha multiplicado por siete o por ocho, pero el precio es el mismo que en 1975. Y como los de Castilla-La Mancha no mandan más agua, porque no les queda, han hecho otro trasvase desde el Júcar, pero cuesta 55. Y la desaladora de Torrevieja todavía es más cara, un euro y pico. Entonces, lógicamente, los agricultores dicen: «Yo quiero el Tajo-Segura», pero no puedes subvencionar el agua. El precio debe reflejar la escasez y, si a los agricultores no les llega, les buscamos rentas o apoyos por fuera, pero no subsidies el precio, porque eso es falangismo y peronismo y nunca funciona. ¿Por qué se resolvió tan bien la crisis del gas en 2022? Porque se dejó que el precio reflejara la escasez y los europeos redujimos el 30% nuestro consumo de gas y no hubo que racionarlo en invierno. Fue todo lo contrario de lo que se hizo en 1973, cuando el petróleo se disparó y Franco no trasladó a los surtidores la subida y esta se fue acumulando hasta que Suárez no tuvo más remedio que liberar los precios y la inflación se desbordó. ¿Vamos a volver a cometer los mismos errores? Uno puede tropezar con la misma piedra, porque somos humanos, pero [mirando a cámara] Teresa [Ribera], no puedes enamorarte de la piedra. Entonces, no planifiquéis, por favor. Yo entiendo que el mercado tiene sus limitaciones, las he contado todas en mis libros, pero gestiona mejor la escasez que la planificación.

P.- Y a los agricultores ¿qué les dices?

R.- Mi abuelo era agricultor y yo me subía al tractor y la cosechadora, quiero decir que empatizo con ellos. Toda esa compresión de márgenes y de país low cost que hemos creado ha llevado el campo a una situación insostenible, porque es allí donde están la mayor parte de los salarios precarios, y tienen por ello todo mi apoyo. Dicho esto, hay que reconvertir el sector y reducir cultivos, para darles una transición a una pensión digna, como hicimos con los mineros. Pero ese objetivo difícilmente se va a alcanzar desmantelando la Agenda 2030 y exigiendo más agua. «¡Es que tenemos unos derechos históricos!», dicen, y los derechos están muy bien, pero no hay agua y habrá que empezar a repartirla.

P.- ¿En qué consistiría esa reconversión?

R.- Hay que llevar a cabo procesos de concentración, mejorar la eficiencia de la agricultura y querer mucho a los que nos dan de comer, a los ganaderos, a los pescadores. El Consejo de Ministros está lleno de urbanitas que viven alejados de los problemas del campo. Por ejemplo, mi familia paterna es del occidente asturiano y hay un cabreo con el lobo tremendo. Yo no estoy por acabar con el lobo, pero es un depredador carroñero, mata sin control y, si pilla un rebaño de ovejas, se las carga a todas y luego se come una o dos. Y es verdad que te indemnizan, pero tardan 15, 20 o 30 meses. Yo estoy por la biodiversidad, pero la gente que vive en el campo ha adquirido la costumbre de comer tres veces al día y hay que hacer compatibles los intereses de todos: el agricultor, el lobo, el oso, la transición energética, la Agenda 2030… Lo que no comparto son posiciones fundamentalistas y escolásticas sobre el cambio climático y el animalismo, como las de la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que está haciendo un daño enorme con las barbaridades que va diciendo. Yo no digo que no tenga razón cuando dice que hay que acabar con la tauromaquia, pero ¿qué haces con las ganaderías de toros bravos? ¿Cuál es el plan? Primero diseñas la reestructuración y luego decides si cierran las plazas o no. Yo no estoy a favor, pero, bueno, es una decisión democrática. Tampoco puedes decir que vas a proteger al lobo y extender su mancha y tardar 24 meses en pagar las indemnizaciones. [Mirando a cámara]. Vete tú, Teresa, a Cabrales, vete a hacer queso y vivir al límite de su venta y que te venga un lobo y te mate 15 ovejas. ¿Quieres proteger al lobo? Yo también, pero paga en tiempo y quita la burocracia.

P.- Bueno, creo que has estado a la altura de tu reputación de cañero…

R.- Lamento las palabrotas, pero déjame que acabe en positivo. La primera idea es que nunca antes había sucedido que tuviéramos una energía más barata que nuestros socios europeos y, si lo aprovechamos, va a suponer un choque brutal de demanda y de empleo. La segunda es una frase del historiador griego Heródoto: «Tu estado de ánimo es tu destino». Yo entiendo que los españoles hemos dejado de creer y estamos cargados de razones para no creer, pero si nos convencemos de que nuestro futuro es ilusionante, lo volveremos a conseguir. Yo confío plenamente en este país y en esta sociedad, aunque me cabree, y cambiando muy poquitas cosas, volveremos a funcionar.

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