Este es el sexteto de referencia en la industria 'edtech' española
Lingokids, The Power Education, Tekman, Odilo, Innovamat y Smartick alcanzan una horquilla de ingresos de entre 10 y 50 millones
Los fundadores de Smartick, Daniel González y Javier Arroyo | Smartick
Pocos sectores han experimentado en sus carnes la mutación digital tanto como la educación. Junto al vetusto sistema reglado, a menudo por detrás de la realidad del conocimiento y las habilidades exigidas por el mercado laboral, la generación de las pantallas, las redes sociales, la gamificación y (muy recientemente) el covid asiste al auge de modelos extra académicos pensados para todas las edades.
El vertical edtech muestra un comportamiento irregular en el último trienio. En 2021 captó 101,2 millones de euros, en 2022 alcanzó su techo histórico (134,5 millones) y el pasado ejercicio cerró en 94,4 millones, una cantidad que apenas representó el 4% de los fondos levantados, según las cifras del Observatorio de Startups de Bankinter.
Ese débil caudal no impide que en España existan varias scaleups de altos vuelos con niveles de facturación más que respetables. En el grupo que lidera esta veta del emprendimiento están, ordenadas en función de sus ingresos, Lingokids, ThePower Education, Tekman, Odilo, Innovamat y Smartick.
No todas estas empresas hacen pública su facturación, pero el sexteto se mueve entre los diez y los 50 millones anuales. Cuatro de las propuestas (Lingokids, Tekman, Innovamat y Smartick) abordan desde diferentes ángulos las fases más tempranas de la educación.
ThePower Education nació orientada a impartir algunas de las nociones que se aprenden en un MBA compitiendo en precio y sin título oficial, pero en los últimos años ha diversificado y ofrece también itinerarios de FP, formación tecnológica y preparación de oposiciones, entre otras posibilidades.
El concepto que trabaja Odilo, explica su CEO, Rodrigo Rodríguez, es más holístico: «Agregamos y simplificamos todas las opciones de aprendizaje, colaborando codo con codo con la industria de los contenidos digitales y educativos y canalizando el material a través de una plataforma única». De hecho, la scaleup coopera con empresas, gobiernos, bibliotecas, startups, centros culturales y todas las capas de la enseñanza básica y superior en formatos como el audiolibro, los cómics, el eBook, el podcast y los vídeos.
Variedad
Cada maestrillo tiene su librillo. Andreu Dotti, fundador de Innovamat, siempre matiza que su propuesta para reforzar las matemáticas entre alumnos de infantil, primaria y secundaria no es exclusivamente digital. También hay –y en grandes cantidades– material analógico y dinámicas de grupo y debate.
Por otra parte, Lingokids basa su metodología en el aprendizaje mediante juegos para niños de dos a ocho años y en disciplinas que abarcan desde las ciencias y las matemáticas hasta el arte, la música y el yoga. Su aspiración es crear una marca tan emblemática como el Barrio Sésamo de finales de los setenta. De momento, 80 millones de familias se han unido a la causa.
Caso singular
El de Smartick siempre ha sido un periplo diferente. Jamás ha recurrido al venture capital para armar un negocio que entiende bien el concepto del crecimiento orgánico y toca ya varias teclas, además de las matemáticas originales: comprensión lectora, ajedrez y programación.
El cofundador, Javier Arroyo, desliza una clave para entender de verdad el estado de las edtech en España. «Más que la facturación, lo relevante es la rentabilidad. El principal obstáculo de una edtech es la monetización. La mayoría de proyectos muere precisamente por ser incapaz de superar ese escollo. Las que tienen modelos de negocio B2B porque las consejerías y colegios no tienen dinero o lo gastan en cosas que no funcionan. Y las B2C porque la gente está acostumbrada a no pagar por la educación más allá del colegio, excepto si se trata de aprender inglés».
