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Capital sin reservas

El dilema hamletiano de Fainé: ser o no ser el filántropo de Sánchez

«Tras asegurar su trono en La Caixa, el jefe de Criteria está llamado a ser el mejor aliado del Gobierno en Telefónica, Naturgy y Talgo»

El dilema hamletiano de Fainé: ser o no ser el filántropo de Sánchez

Pedro Sánchez. | Archivo

Cuando la crisis y posterior desaparición de las cajas de ahorros obligó hace diez años a Isidro Fainé a ceder el timón de mando en la original CaixaBank los más sorprendidos, y no menos ingenuos, creyeron que el veterano ejecutivo iba a dedicarse por entero a una labor más contemplativa al servicio de la obra social como presidente de la naciente Fundación Bancaria de la ilustre entidad catalana. Sin desmerecer de su cultivada imagen filantrópica, la realidad es que el dirigente manresano se ha esmerado todo este tiempo en demostrar que quien tuvo, retuvo y guardó para la posteridad. De manera callada y silenciosa, el último mohicano de la primigenia generación del Ibex se ha erigido a día de hoy en el banquero de moda que más y mejor ha entendido las complejas relaciones con un Gobierno adoctrinado en las antípodas de los valores liberales que sustentan el mundo de los negocios y la actividad financiera en particular.

La simbiosis actual con los poderes públicos se inspira en la estrategia de contención que ha utilizado siempre Fainé para salirse con la suya en las relaciones con sus diferentes socios, colaboradores y públicos objetivos en general. El hijo de campesinos nacido en tiempos de posguerra, que empezó a trabajar de niño como aprendiz en un taller de bicicletas, mantiene todavía un ritmo constante de pedalada que le ha permitido destacarse del pelotón como cabeza de carrera, aplicando el principio gregario del que parte, reparte pero se queda con la mejor parte. Desde que hace veinte años desbancó al incombustible Josep Vilarasau del trono efectivo de La Caixa la carrera de Fainé no ha conocido ningún altibajo más allá de los imponderables roces profesionales que no necesariamente son producto del cariño y todo ello gracias a su capacidad de interlocución y compromiso con cada uno de los gobiernos de turno, el nacional de Madrid como también y por supuesto el más cercano y regional de Cataluña.  

El gran prohombre de la Caixa ha llegado ahora a un punto culminante en su dilatada carrera tras alcanzar una entente cordiale con Pedro Sánchez que le permitirá seguir in aeternum en el pedestal corporativo. El jefe del Ejecutivo se ha comprometido a no perturbar los procedimientos de gobernanza de la Fundación Bancaria en la que Fainé ejerce. Tan exquisita neutralidad no resulta gratis y tiene su contrapartida en el holding industrial de Criteria, presidido por el propio interesado y convertido en socio potencial del Gobierno en la avanzadilla de control sobre las llamadas empresas estratégicas del país. La buena sintonía mostrada con la exministra Nadia Calviño para la compra de Bankia supuso el principio de una hermosa y obligada amistad que ahora deberá ser amortizada en sucesivos plazos para no defraudar la debida confianza con que el líder socialista dispensa cuando quiere a sus cortesanos de Palacio.

Carlos Cuerpo no quiere soltar bocado en CaixaBank

Criteria está llamada a actuar como aliado preferente del Estado en los más importantes negocios que forman parte del universo de La Caixa y que se concentran en los tres sectores destacados con carácter estratégico en el informe que acaba de remitir a Bruselas el ex primer ministro italiano, Enrico Letta, sobre el futuro de Europa. El primero y más natural es el mercado de crédito donde el holding catalán está unido al FROB en el capital de CaixaBank, una relación pegajosa que ha pasado de temporal a indefinida con la llegada de Carlos Cuerpo como fiel soldado de Sánchez en el Ministerio de Economía. No parece que Moncloa vaya a soltar una pieza tan codiciada de ese monopoly que se ha propuesto construir en su largo caminar por las empresas cotizadas en bolsa, un proceso que se está consolidando ahora en las otras dos actividades básicas de la economía nacional, como como son las ‘telecos’ y la energía.

En Telefónica la reacción de Fainé ante el asalto del Gobierno ha sido automática pero no por ello menos enigmática. Criteria se ha apresurado en alcanzar una posición provisional de liderazgo en el capital que le faculta para actuar como máximo introductor de los embajadores que Pedro Sánchez decida colocar luego en el consejo de administración de la operadora. El colaboracionismo del brazo inversor de La Caixa no ha sido ni será expresado ante notario, pero se puede entender como algo evidente a partir del silencio con que el máximo órgano de gobierno de Telefónica ha otorgado su cómplice beneplácito a las compras de acciones llevadas a cabo por el Estado. No en vano, Fainé es vicepresidente de Telefónica y su ascendente sobre el actual equipo gestor de la compañía es algo que se da por descontado desde que el desaparecido César Alierta pasó el testigo a José María Álvarez-Pallete.

En la medida en que el actual presidente de la compañía que estos días celebra su centenario ha desplegado el cartel de bienvenida a la SEPI y a la STC árabe se supone que ya no hay más que hablar. Dicho de otro modo, es impensable que el primer accionista privado de Telefónica vaya a desempeñar ningún papel que no sea el de hacer piña con el Gobierno en defensa de los llamados intereses nacionales. Lo que no está tan claro es si la sensibilidad de esos objetivos empresariales que concurren bajo la pretendida convergencia es la misma en las torres negras de la Diagonal de Barcelona que dentro del Palacio de la Moncloa y sus aledaños social comunistas. Menos aún si el matrimonio de conveniencia ha de consumarse ante la inquietante presencia de un tercero especialmente atractivo por la dote que ofrecen sus soberanos petrodólares.

Telefónica de aperitivo y Naturgy como plato principal

La llegada de los reyes magos de Oriente deja a Criteria atrapada en las redes de Sánchez como bisagra del Gobierno para asegurar el control español de Telefónica. Todo ello, claro está, si el jefe del Ejecutivo no cambia de opinión y se deja seducir por el incienso, el oro y la mirra del inversor saudí. En ese supuesto, el gran hermano de La Caixa perdería claramente la jerarquía de su ampliada participación accionarial para igualarse con el BBVA en calidad de mero comparsa al servicio de las directrices que acuerden los dos grandes accionistas estatales. La nueva estructura accionarial de Telefónica da para eso y mucho más, al tiempo que pone de manifiesto la voladura definitiva del modelo de privatizaciones adoptado por España a principios de siglo cuando el turboliberalismo dominaba la tierra en los países de la zona euro. 

La situación que se dibuja en la heredera del monopolio telefónico es perfectamente extrapolable a Naturgy donde Fainé se juega algo mucho más importante para los intereses catalanes dada la filiación preferente que la compañía energética mantiene con el grupo industrial de La Caixa desde los tiempos de Catalana de Gas. Al igual que Telefónica, Criteria se ha lanzado a buscar su particular primo de Zumosol para reemplazar a las dos grandes gestoras internacionales de dinero, Global Infraestructure Partners (GIP) y CVC Capital Partners, que entraron en la empresa hace más de un lustro comprando sus participaciones a Repsol y que llevan tiempo buscando la salida de emergencia a sus multimillonarias inversiones. Al mismo tiempo el grupo de La Caixa trata de amarrar en corto a los australianos de IFM, que se han tomado la libertad de ir comprando acciones en bolsa hasta provocar la pérdida de liquidez y la consiguiente exclusión de los grandes índices internacionales de bolsa que culminaron con una sangría del 25% en la cotización de Naturgy.

En realidad GIP ya ha encontrado su vía de escape tras integrarse en el seno de BlackRock, si bien la empresa gasista está convencida de que el gigante presidido por Larry Fink no tendrá inconveniente en ceder buena parte de sus acciones en Naturgy para evitar problemas de competencia con las otras y múltiples inversiones que posee en casi dos terceras partes del Ibex. El puente de plata se extenderá también a CVC Capital Partners, la firma que gestiona el amigo Javier de Jaime pero que en los últimos tiempos se ha convertido en algo así como el perro del hortelano para las labores de Francisco Reynés como primer ejecutivo de la compañía. Ambos fondos salientes suman una cuota de referencia definitiva para controlar Naturgy; un 20% cada uno, por lo que su venta exige soluciones imaginativas que aseguren la estabilidad del capital a medio y largo plazo.

Criteria no dispone en estos momentos dentro de la compañía de ningún accionista institucional fiable que le asegure el más eficaz desarrollo estratégico y los zahoríes del grupo industrial de La Caixa, al igual que en el caso de Telefónica, han dirigido el foco a los jeques soberanos del Golfo Pérsico. En esta ocasión la novia mejor dotada y más dispuesta es Taqa, la compañía nacional de energía propiedad del emirato de Abu Dabi, hermana de la petrolera Adnoc que está interesada en comprar ni más ni menos que British Petroleum (BP). Criteria quiere aprovechar la recomposición del capital de Naturgy para unirse a su consorte árabe en la formalización de una OPA conjunta en bolsa que, como es preceptivo, requerirá de múltiples autorizaciones administrativas, además de pasar por el aro de la CNMV y previsiblemente también de la CNMC.

Con Talgo a los postres

Es totalmente impensable que una operación de esta naturaleza se pueda materializar sin el visto bueno del Gobierno y dada la camaradería acreditada con Fainé algunos sabuesos oficiales están empezando a preguntarse, aunque sea con la boca pequeña, qué hay de lo suyo. Consideran los muy golosos que el bocado del 40% a la venta de Naturgy debería servir de sobra para que el Estado dispusiera de una importante ración en la distribución final de la tarta. Más o menos ese 10% que viene a ser la ficha de salida con que la SEPI parece dispuesta a regar las variadas y diversas apuestas que Sánchez se propone lanzar sobre la ruleta del Ibex. Las cartas están siendo ahora marcadas de manera conveniente a fin de que cada cual sepa la que le toca jugar cuando llegue el momento.

A los inversores emiratíes no debe preocuparles para nada, sino más bien al contrario, entrar de la mano del Gobierno español en un oligopolio regulado como es la producción y distribución de gas y electricidad en nuestro país. Para Criteria la incorporación de papá Estado al convite es más delicada, principalmente porque una vez que has dado la mano es muy probable que te tomen por el brazo. Quien hace un cesto ha de estar preparado para hacer ciento. Tras Telefónica viene Naturgy sin descartar la invitación del ministro Óscar Puente para que el holding de La Caixa ayude a ‘españolizar’ la venta húngara de Talgo. Fainé va a tener que ejercitarse con todo su aplomo si no quiere angustiarse en la duda, pero lo cierto es que esta vez se enfrenta a un dilema hamletiano. Ser o no ser el filántropo de Sánchez. He ahí la cuestión.

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