El factor Fainé-Florentino: «Nunca caminarás solo»
La entrada de Criteria en ACS es ejemplo claro del temor que despierta la avalancha de fondos extranjeros en el Ibex
«You’ll never walk alone». Nunca caminarás solo. La canción que entonan a coro los hinchas del Liverpool en Anfield Road desde hace más de sesenta años se ha convertido en un himno universal para todos los amantes del planeta fútbol. Su emotivo mensaje de ánimo y superación es un emblema reconocido en todo el deporte rey y puede servir perfectamente para identificar la voluntad con que Isidro Fainé ha sentado las bases de la renovada alianza con su viejo amigo Florentino Pérez. No es previsible que la decidida labor de equipo promovida por dos de los más famosos magnates del Ibex vaya a levantar la piel de gallina a los socios del Real Madrid, en plena resaca después de haber ganado una y otra vez (y ya van 15) la copa de Europa. Pero sí que puede servir para acallar las conjeturas que pudieran aflorar sobre el destino de ACS como ejemplo y referencia de esas entidades encarnadas sin remisión en la figura de un dueño soberano.
Entre las recónditas inquietudes que acechan a los más celebérrimos líderes corporativos de sienes plateadas destaca la necesidad de asegurar el futuro de sus respectivos proyectos empresariales. La obligación de dejarlo todo atado es compatible con el instinto irrefrenable de morir con las botas puestas y existen antecedentes todavía cercanos en la memoria que han de servir necesariamente de lección. Un caso a tener en cuenta es el de Emilio Botín, cuyo súbito fallecimiento en septiembre de 2014 obligó a una actuación exprés para colocar deprisa y corriendo en la presidencia del Banco Santander a su hija Ana Patricia. La operación de emergencia fue impulsada por miembros del consejo de administración sin dar el más mínimo cuarto al pregonero, causando perplejidad en la comunidad financiera internacional y poniendo de relieve los singulares procedimientos de gobierno corporativo en el seno de la más importante entidad financiera del país.
Más paradigmático si cabe es el ejemplo de El Corte Inglés con el drama de Isidoro Álvarez, quien falleció cinco días después que Emilio Botín sin haber culminado tampoco su legado testamentario en el que venían trabajando desde hacía algunos meses los asesores legales del finado. El patrón del gigante de la distribución en España, delfín del mítico Ramón Areces, tenía previsto y encomendado que el testigo de la empresa pasase a manos de su sobrino, Dimas Gimeno, a quien había preparado a conciencia desde hacía años y que de hecho ejercía como virtual sucesor hasta que la parca frustró de golpe y porrazo todos los planes. Como es bien sabido, tras una larga y molesta batalla hereditaria, Gimeno fue descabalgado sin contemplaciones por las dos hijas adoptivas de Isidoro Álvarez, Marta y Cristina, quienes ahora gobiernan a su antojo los grandes almacenes.
La espada de Damocles de los private equity
Mal que bien, en ambos precedentes se ha mantenido el apellido familiar y los trapos sucios se han lavado dentro de casa superando finalmente el trance con la ayuda inestimable del tiempo que todo lo cura. Pero si echamos la vista atrás de manera generalizada se observa que en los últimos diez años los rutilantes y selectos hombres de negocio han mordido a bocados la manzana ofrecida por las fuerzas vivas del capitalismo multinacional y salvaje, cuyas rumbosas denominaciones pueblan a día de hoy el accionariado de las más renombradas empresas de la marca España. La avalancha incesante de las gestoras de fondos y sus primos hermanos de los llamados private equity se ha viralizado en el tejido financiero carpetovetónico, derivando en un arma de doble filo para la estabilidad de no pocas sociedades cotizadas que se ven repentinamente forzadas a trabajar con la visión coyuntural que exigen sus ocasionales socios institucionales.
Los eminentes ejecutivos apoltronados en sus respectivas monturas empresariales, desde las que supuestamente dominan el panorama de los más florecientes negocios, se las ven y se las desean cada vez que sus ilustres pretendientes extranjeros deciden tomar el dinero y salir corriendo en busca de otras latitudes en las que hacer nuevos amistades y nuevas ganancias. Los fondos internacionales, da lo mismo su naturaleza, estirpe o religión, tienen un periodo de maduración de sus apuestas en la ruleta bursátil que no supera los cuatro o cinco años. Lo que empieza siendo una póliza de seguro se convierte en una espada de Damocles que transforma el inicial remanso de paz institucional en lo que se denomina un conflicto de agencia, donde los objetivos de gestión terminan chocando de modo inexorable con los intereses de unos accionistas que sólo piensan en sacar el máximo partido a su inversión.
Esta amenaza es la que ha espantado Florentino Pérez cuando ha venido defendiendo desde el primer momento que el Real Madrid es y será siempre de sus socios. Una declaración de intenciones que representa un extraordinario desafío en los tiempos modernos y que deberá ser ratificada de manera explícita si el club pasa a convertirse, como avanzan algunos analistas financieros, en una sociedad anónima con su capital distribuido en acciones. La entidad merengue es un sabroso dulce para cualquier jeque o asimilado deseoso de lanzar sus tentáculos sobre el club más laureado del mundo. Es inexcusable, por tanto, que la puesta en valor esté sujeta a las debidas restricciones patrimoniales, no vaya a ser que ‘la historia por hacer’ suponga una ruptura abrupta y desconcertante con ‘la historia que tú hiciste’ y de la que tanto alardea el madridismo cada vez que hay partido en el reconvertido Estadio Bernabéu.
Curso intensivo de estrés en Naturgy
La ventaja que ofrece el Real Madrid sobre el resto de sociedades que contratan sus acciones en bolsa reside en una masa social enraizada tras muchas décadas de amor incondicional a unos colores y que, en términos generales, no parece dispuesta a vender su alma blanca por un puñado de dólares. Distinto es lo que pueda ocurrir en un grupo empresarial como ACS donde los progresos de gobernanza instaurados con la llegada de Juan Santamaría, el actual y flamante CEO al que dentro de la empresa consideran el otro ‘Bellingham’ del presidente, quedarán mejor apuntalados con la configuración de un núcleo estable que blinde el grupo ante cualquier eventual incertidumbre de futuro. Conviene tener en cuenta que la original constructora de Florentino Pérez es hoy una corporación multinacional con destacada presencia en diferentes mercados exteriores donde fluyen capitales de las más variopintas y exóticas procedencias.
Isidro Fainé puede dar fe de cómo se las gastan los rutilantes señores del dinero que han copado las empresas del Ibex. El presidente de Criteria está recibiendo estos días un curso intensivo acerca del estrés que genera el acuerdo de divorcio con los fondos de inversión que tienen prácticamente paralizado el plan estratégico de Naturgy. La OPA conjunta con la empresa nacional energética de Abu Dabi es una vía de emergencia que permitirá acabar con el bloqueo de la empresa gasista y cuenta con el beneplácito del Gobierno dada la entente cordiale que el grupo industrial de La Caixa mantiene con Moncloa desde que Fainé se entrevistó con Pedro Sánchez hace unos meses. Lo complicado consiste ahora en llegar a un acuerdo de precio con los codiciosos vendedores que han visto la ocasión propicia para pedir la hijuela por sus participaciones accionariales aprovechando la aparición del nuevo rey mago de Oriente cargado de petrodólares.
Llegar a Malagón exige salir previamente de Málaga, aunque antes de enfrentarse a una encrucijada de esta naturaleza lo mejor es evitar la ocasión para evitar el peligro. Florentino Pérez ha encontrado en Isidro Fainé un amigo de muchos años y, sobre todo, un hombre de la vieja escuela con experiencia y conocimiento de causa más que suficiente. Quizá eso explique el afán de Criteria por renovar sus votos como el ‘gran hermano’ de La Caixa, esa entidad que, antes de la fulminante crisis de las cajas de ahorros, actuaba de piedra angular en la estructura accionarial de los grandes proyectos industriales de toda España. La compra del 10% de ACS por parte del holding de la estrella mironiana es, sin duda, un certificado de garantía para Florentino Pérez, pero supone también una guía en el camino para algunos otros que probablemente van a necesitar un compañero de viaje cuando la economía española pase de la calma chicha a la tormenta.