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Economía

Cuerpo escribe a Europa. Subiremos impuestos y de lo demás, ya hablaremos

El Plan Fiscal Estructural del Gobierno enviado a Bruselas remite la supuesta normalización económica a 2031

Cuerpo escribe a Europa. Subiremos impuestos y de lo demás, ya hablaremos

El ministro de Economía, Carlos Cuerpo.

El ministro de Economía, Comercio y Empresa, que lo es don Carlos Cuerpo, debe tener tatuado en alguna parte sensible que la presión fiscal española es cuatro puntos inferior a la media de la Unión Europea, pero va a poner remedio a esta situación junto a la ministra de Hacienda, que lo es doña María Jesús Montero, dándose un festín de subidas de impuestos hasta conseguir que ascendamos al dudoso honor de pagar lo mismo que la media de los europeos.

Así se desprende del Plan Fiscal Estructural de Medio Plazo (PFE) que ha enviado in extremis el señor Cuerpo a Bruselas, un plan a siete años, que es lo máximo que concede la UE, y que concentra en las primeras anualidades un gasto público creciendo a tasas insostenibles, superiores al tres por ciento, que quiere hacer compatible con una reducción del déficit hasta el 1,6 por ciento. Blanco y en tetrabrik, elevado gasto, con menos déficit, subida de impuestos.

El Plan, en resumen, primero nos esquilma individualmente y luego nos promete un paraíso en el que descenderá la tasa de desempleo, los trabajadores mejorarán su poder adquisitivo y verán reducida la jornada laboral, pero todo eso ya en la década siguiente. Quien no esté muy al día podría pensar que el Gobierno acaba de aterrizar, pero en realidad está en su séptimo año de atribulada ejecutoria.

El PFE, una exigencia de Bruselas, se ha enviado a la capital europea sin el debido acompañamiento de los presupuestos generales del Estado para 2025, que el Gobierno negocia a cara de perro con sus socios parlamentarios más díscolos, por lo que el resultado de los mismos no puede darse por hecho y, por lo tanto, lo que expresa la voluntad del Gobierno en su carta a la Comisión Europea, ni siquiera puede asegurarlo ni para el primer año del ciclo.

Al final del septenio planteado por el señor Cuerpo, el gasto, como decíamos más arriba, aún crecerá al 2,4%, mientras que el déficit público bajaría hasta el 0,8% y la deuda pública se reduciría (en términos de PIB, no en volumen) hasta el 90,6%. Y todo ello ocurrirá, según el ministro de Economía, con un crecimiento cuya proyección solo alcanza a 2028, periodo en el que la economía crecería a un ritmo decreciente hasta el 1,6%.

A estas alturas, destacar la incongruencia de las cifras y lamentar una sostenida subida de impuestos es desalentador frente a la coriácea armadura del presidente del Gobierno y sus ministros. Cuando la Comisión Europea revise las cifras que le ha enviado el señor Cuerpo, a finales de noviembre, es muy posible que todavía no haya un proyecto de ley de presupuestos, por lo que su juicio será provisional y modificable. Provisionalidad y modificabilidad que forman el ADN de este Gobierno.

Entre tanto, sigue el ambiente político enrarecido, continúa la degradación institucional y la consiguiente disolución social. Eso que tan bien han estudiado los nuevos premios Nobel de Economía, Daron Acemoglu, Simon Johnson y James R. Robinson y que nos está convirtiendo en paradigma del atraso y la desconfianza económica.

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