THE OBJECTIVE
La otra cara del dinero

Manchester United: el Rolls Royce no tiene quien lo conduzca

Los red devils, aún en la élite financiera del fútbol, llevan años atascados en el relevo del mítico Ferguson

Manchester United: el Rolls Royce no tiene quien lo conduzca

Alex Ferguson celebrando con los jugadores del Manchester United la UEFA Champions League. | UEFA

En 1884, un tal Frederick Henry Royce decidió unirse a una excéntrica moda del momento: el automóvil. Montó una fábrica de mecánica en Manchester. La cosa fue tan bien que en 1904 se atrevió a crear su propio vehículo: el Rolls Royce. La marca prosperó a lo largo del siglo XX hasta convertirse en arquetipo del lujo supremo en su sector. Tras varias peripecias financieras, los alemanes de BMW la compraron en 1998. 

En 1878, los muchachos de la sección de carga y mantenimiento de la Lancashire and Yorkshire Railway Company se apuntaron a otra excéntrica moda del momento: el fútbol. Montaron el Newton Heath LYR Football Club. En 1902, J. H. Davies, millonario dueño de una cervecería (excéntrica moda de siempre), lo rescató de la quiebra y le puso otro nombre: Manchester United. ManU para los amigos. Tras varias peripecias financieras, el club salió a bolsa en 1991. 

Un par de años antes, el hijo de Louis Edwards, legendario presidente del club, intentó quitárselo de encima vendiéndoselo a un tal Michael Knighton por 20 millones de libras. No picó. Tres años antes, en 1986, se le había ocurrido traerse de Escocia a un entrenador desconocido llamado Alex Ferguson. No tenía buena pinta, pero lo aguantó hasta que en 1990 empezó a ganar. No dejó de hacerlo hasta 2013. En ese periodo el ManU llenó sus vitrinas hasta los topes y se convirtió en la de moda del momento en el mundo futbolero. Su valor de mercado subió como la espuma hasta sobrepasar, justo en ese 2013, la barrera de los 3.000 millones de dólares. 

In media res ya tirando al principio de la decadencia, en 2005, el estadounidense Malcolm Glazer se convirtió en el accionista mayoritario (28,7%). El club estaba valorado entonces en unos 1.500 millones de dólares. En 2013, el ya nombrado Sir Alex Ferguson se retiró. Y el ManU dejó de ganar… en los terrenos de juego. Su valor de mercado está ahora en 6.550 millones de dólares. Aunque el Real Madrid lleva años disputándole el trono y, de hecho, es el único que lo supera actualmente en la lista Forbes ad hoc.  

En lo financiero, el club sigue siendo un Rolls Royce. En lo deportivo, no hay manera de hacerlo carburar. Con Ferguson ganaron 13 Premier Leagues y dos Champions; en la década larga sin él, solo alguna que otra copa local. Lo han intentado con una decena de entrenadores de todos los colores: desde el recambio natural del escocés Moyes, a la droga dura de Mourinho y Van Gaal, pasando por la sofisticación de Ten Hag o la discreción del hombre de la casa Solskjær. Nada.

Se ha fichado a todo tren, acercándose a los 2.000 millones de dólares. En algunos casos, la ansiedad de la transición post Ferguson puede haber precipitado malas decisiones. En otros, muchas, ya demasiadas, simplemente parece que al club le hubiera caído una maldición. Por supuesto que fue una barbaridad pagar 120 millones por Paul Pogba en 2016… pero quién se iba a imaginar que uno de los mejores jugadores del mundo cayera tan en picado de forma tan inexplicable. Y cierto que Harry Maguire fue el central más caro de la historia cuando pagaron 87 millones por él en 2019, pero era el mejor de Inglaterra con diferencia, una estrella joven y a la vez ya consolidada a sus 26 años: a los 31, edad perfecta para la posición, no logran venderlo por más de 10 millones. 

Una desgracia. O sea, la perfecta inversión. Como en la ruleta: cuanto más veces salga el negro, más posibilidades de que la siguiente salga el rojo. Eso ha debido pensar Sir Jim Ratcliffe, dueño de Ineos y cuarta fortuna del Reino Unido según el Sunday Times. Acaba de comprar el 27% de las acciones del club por 1.300 millones de dólares, y ha puesto otros 300 millones extra para remodelar el mítico estadio Old Trafford.

Quizás él tenga la fórmula para que el ManU despegue y no pierda la inercia que le dio la era Ferguson (no se puede vivir eternamente de las rentas). Si no, tiene vergonzantemente cerca el modelo: el actual líder tanto de la Premier League como de la Champions, el archirrival Liverpool. 

Ellos tuvieron algo parecido (no tan exagerado) a Ferguson en el entrenador alemán Jurgen Klopp, que el año pasado dejó helados tanto a aficionados y directivos al anunciar que se iba. El máximo accionista del Liverpool, el estadounidense John W. Henry, lleva tiempo dedicado a manejar este tipo de cosas a través de su empresa Fenway, que tiene en su cartera equipos como los Boston Red Sox o los Pittsburgh Penguins. Para la transición hizo algo tan simple como llamar al tipo que trajo a Klopp en 2015, un tal Mike Gordon. 

El NYT explicó con detalle la ardua tarea que tenía Gordon por delante. Parece que ha cumplido con creces. El elegido fue el holandés Arne Slot, de mediocre carrera como jugador y solo incipiente (y muy moderado) estrellato como entrenador: lo hizo muy bien… en el AZ Alkmaar y el Feyenoord, en la liga holandesa. Con el ManU debutó en agosto contra el Ipswich Town. Ganó. También el segundo, ante el Bredford. Y el tercero… ante el Manchester United, por un humillante 0-3 en Old Trafford.   

El tipo que llevó a Ferguson al ManU fue Charles Martin Edwards. Presidente honorario vitalicio del club, cumple 80 años este verano. Lo mismo no está ya para descubrir entrenadores. Fichar a Mike Gordon no parece muy viable: es el presidente de Fenway, la empresa del dueño del Liverpool. Habrá que buscar otro mago. Monchi le descubrió unos cuantos al Sevilla. Ahora está de director de deportivo en el Aston Villa inglés, entrenado por Emery.  Un equipo siempre problemático y deseoso de dar el estirón que, por lo que sea, parece por fin bien encarrillado…

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