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Economía

Pablo López (Silbon): «Siendo mileurista, ¿cómo va a pagar nadie por una camiseta ecológica?»

El CEO de la marca cordobesa cree que se habla mucho de IA y poco de producto y personas, «los dos elementos clave»

Pablo López (Silbon): «Siendo mileurista, ¿cómo va a pagar nadie por una camiseta ecológica?»

Pablo López, CEO de la empresa textil cordobesa Silbon. | © Valero Rioja

Silbon es una marca de moda nacida en Córdoba hace 15 años gracias al empuje e ilusión de Pablo López, un CEO atípico que se implica a fondo en el diseño de las prendas, vela por la felicidad de sus trabajadores y anhela para la ciudad andaluza un par de peldaños más de dinamismo a rebufo de su estratégica ubicación, a un suspiro de Sevilla y Málaga y a tiro de piedra de Madrid vía AVE. 

La compañía cerrará 2024 con 65 millones de facturación, 550 empleados y unos 120 puntos de venta entre corners de El Corte Inglés, tiendas propias nacionales e internacionales, centros comerciales y negocios multimarca. En el cajón López aún conserva las tijeras de su abuelo, sastre de profesión y primer indicio de un ADN predestinado a la industria textil

PREGUNTA.- Menudo reto crear de cero una marca española de ropa y hacerlo desde Córdoba. 

RESPUESTA.- Empezamos desde el piso de mi abuela con 3.000 euros y centrados sólo en moda masculina. El producto al principio no era todo lo bueno que debería, pero lo compensábamos con una buena gestión y mucha ilusión. Hemos evolucionado y hoy la ropa sí es de calidad y a un precio razonable. Nuestra seña de identidad es la elegancia: creamos prendas atemporales y duraderas. Una manera bastante efectiva de ser sostenibles. 

P.- La industria textil es la más contaminante del mundo. ¿Cuáles son las políticas de sostenibilidad de Silbon?

R.- Producimos mayoritariamente en cercanía: un 40% entre España y Portugal, un 30% entre Marruecos y Turquía y otro 30% en Asia. Trabajamos con fábricas que respetan los derechos humanos y nuestros márgenes no están desbocados. Contratamos hace más de un año a un responsable de sostenibilidad y nuestras prendas incluyen materiales orgánicos, pero vamos más allá. Hemos financiado proyectos solidarios, por ejemplo en La India, vamos a plantar un bosque de 12 hectáreas en terrenos de la Diputación de Córdoba y además contamos con Silbon Second Life, una colección que debuta en 2023 donde recuperamos ropa que nuestros clientes ya no usan, les generamos a cambio saldo para nuevas compras y vendemos esa prenda tras reciclarla y renovarla.

El problema habitual con el reciclaje es que la ropa suele mezclar materias primas muy difíciles de separar. Con este sistema insuflamos más vida a esas prendas sin incurrir en procesos demasiado costosos. 

P.- ¿La moda sostenible es ya un hecho incontestable o sólo representa una tendencia aún minoritaria?

R.- Las autoridades tienen que hacer un esfuerzo mucho mayor al actual, porque luego el consumidor no quiere pagar por un producto ecológico. Es normal: en España la mayoría de la gente gana 1.000 euros y pico al mes y va a comprar camisetas malas de seis euros y no una de algodón orgánico de 30. Bruselas todavía permite que haya marcas que venden basura sin ningún problema. ¿Contamina Silbon? Sí, pero nos comparo con la competencia y creo que hacemos las cosas bien dentro de nuestros límites. Hay que mirar otros elementos: cómo tratas a tu plantilla, cuáles son los horarios, si pueden teletrabajar y llevar a los niños al colegio. Nos llaman todos los días para venirse a trabajar con nosotros. De hecho, hemos fichado al director financiero y al director de operaciones de Ecoalf. 

P.- Eran una marca para hombres y hoy tocan todos los palos, desde la mujer hasta las mascotas. 

R.- Aunque la parte de mujer no llega aún al 15% de la facturación, es la que más rápido crece. María Jesús Martín propulsó Scalpers Woman y después se vino con nosotros. En la división de hombre estoy muy metido yo. Esa parte creativa tiene mucho de lógica y matemáticas y en Silbon controlamos el dato: en función de cómo funcionan las colecciones se dan determinadas directrices. Si hacemos sudaderas con o sin capucha vemos cuál funciona mejor y ajustamos la producción, por ejemplo. Lo de las mascotas fue una sorpresa. Lanzamos una sudadera para perros y se agotó en un día. Eso nos animó a ampliar el catálogo con camisetas, polos, abrigos, collares y camas… 

P.- Habla del poder del dato. ¿Tecnificarlo todo es el secreto?

R.- No lo creo. En nuestro sector hay mucho alto directivo obsesionado con la inteligencia artificial, las nuevas tecnologías y las cadenas de suministro. Hablan de cualquier cosa menos de producto y personas. Y esas dos son, precisamente, las claves de este negocio. 

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