Trump, los BRICS y la intrahistoria de un diálogo absurdo en el Despacho Oval
El matonismo del presidente estadounidense con los BRICS y los no BRICS puede fomentar un rearme contra Occidente
![Trump, los BRICS y la intrahistoria de un diálogo absurdo en el Despacho Oval](https://theobjective.com/wp-content/uploads/2025/01/Donald-Trump-en-el-despacho-oval-1200x675.jpg)
Donald Trump exhibe uno de los numerosos decretos que ha firmado. A la derecha, el retrato de su admirado Andrew Jackson, el primer presidente populista. | Yuri Gripas - Pool via CNP / Zuma Press / ContactoPhoto
El breve intercambio sobre España y los BRICS que mantuvieron el pasado 21 de enero en la Casa Blanca el corresponsal de ABC y la Cope, David Alandete, con el recién elegido presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, no desentonaría en una pieza de Ionesco o en una película de los hermanos Marx. El periodista ha colgado los vídeos en X y me he tomado la molestia de transcribirlos y traducirlos, para disfrute de historiadores y generaciones venideras.
Vídeo primero
La escena discurre en el despacho oval, cuya decoración «ha vuelto —dice Alandete— a la era Reagan». Trump ha mandado retirar los bustos de varios iconos progresistas (Rosa Parks, Robert Kennedy, César Chávez) y, sobre todo, el gigantesco retrato de Franklin D. Roosevelt. En lugar destacado aparece ahora otro de Andrew Jackson (1829-1837), un personaje según Trump «único», que expandió el poder presidencial para proteger al ciudadano de a pie de las élites y la oligarquía financiera. Todavía se encuentra pendiente la instalación del «botón de la Coca-Cola Light», que Trump podrá pulsar cada vez que desee que le sirvan su bebida favorita. Aunque nadie lo ha comentado, todos confiamos en que no se lo pongan muy cerca del botón rojo.
Cuando la grabación arranca, el presidente se afana en firmar órdenes ejecutivas mientras departe con un grupo de periodistas. En un momento dado, alguien le pregunta por Ucrania y la OTAN «y ahí —dice Alandete—he alzado yo la voz».
Alandete.– ¿Qué?
Trump.- España nación BRICS.
Alandete.- ¿Cómo es eso?
Trump.- ¿Una nación BRICS? Ya lo descubrirá. Y si las naciones BRICS quieren hacer eso (sic), está bien. Pero vamos a ponerles un arancel de al menos el 100% a los intercambios que mantienen con Estados Unidos. Usted sabe quiénes son los BRICS, ¿verdad?
Alandete.- Sí. Son Brasil, Rusia… Pero España no forma parte de los BRICS.
Trump.- [A su bola]. Ni siquiera son una amenaza. De hecho, la última vez que lo dije [que no suponían ninguna amenaza], Biden declaró: «Nos tienen sobre el barril» [en referencia al castigo decimonónico consistente en atar al reo a un barril y azotarlo]. Le respondí: «No, somos nosotros los que los tenemos sobre el barril y bajo ningún concepto van a salirse con la suya».
Alandete.- ¿Entonces los países como España se arriesgan a pagar un arancel del 100%?
Trump.- Como una nación BRICS, sí…
Alandete.- ¿Y en qué consiste ser como una nación BRICS?
Trump.– [Ignorando a Alandete]. Siempre y cuando se les ocurra hacer lo que han pensado.
Alandete.- ¿Puede aclarar eso? ¿Cómo es…?
Trump.- [Interrumpiéndole, mientras se dispone a firmar una orden ejecutiva]. Lo lógico, por tanto, es que desistan de inmediato. La propia China desistirá.
Funcionario de la Casa Blanca [aclarando al presidente qué está firmando].– Es la reforma del sistema de contratación del Gobierno federal. Se trata de garantizar que el mérito esté en la base.
Trump.– Ajá, como quiere el Tribunal Supremo…
Funcionario de la Casa Blanca.– Sí, señor.
Trump [Dirigiéndose triunfalista a toda la concurrencia e ignorando definitivamente al periodista español ese tan pelma].– ¡Nuestro país va a volver a basarse en el mérito!
Vídeo segundo
El mismo escenario, minutos después.
El presidente prosigue incansable la expedición de decretos cuando se oye en off la voz del corresponsal español volviendo a la carga.
Alandete.- Hablando de la Unión Europea y los aranceles, ¿a qué se refiere cuando dice que un país de la Unión Europea como España forma parte de los BRICS?
Trump [Cuando Alandete ha empezado a preguntar, Trump lo ha mirado brevemente con cierto desaliento, como pensando: ¿no te habías ido tú ya? Luego ha vuelto a sus firmas y, cuando Alandete finalmente termina de formular su pregunta, levanta la cabeza y dice]: ¿Qué?
Alandete.- BRICS, dijo BRICS.
Trump.- ¡Ah, sí! Creo que son siete naciones que pretenden jugárnosla a los Estados Unidos. Y si nos la juegan, no van a quedar muy contentos con lo que les va a pasar.
¡No dispare, soy yo, un aliado!
La escena parece sacada del teatro del absurdo o de Sopa de ganso, ya les digo. Uno pregunta dónde vas y el otro contesta manzanas traigo, pero el intercambio ha dado pie a infinidad de conjeturas.
En general, la prensa extranjera coincide en que las respuestas de su presidente son una pura y simple muestra de ignorancia (aquí, aquí, aquí y aquí). Trump probablemente no sepa situar España en un mapa, algo que habla de sus grandes lagunas culturales, pero también de nuestra absoluta irrelevancia.
Alandete no comparte esta interpretación.
Sostiene que al presidente «se le iluminaron los ojos» cuando oyó España y que la amenaza de imponernos un arancel del 100% no era ningún error. Por si las moscas, la ministra portavoz Pilar Alegría se ha apresurado a recordar nuestra condición de «aliado natural» de Estados Unidos, no vaya a ser que cuando empiece el reparto de mandobles nos caiga alguno.
¿Y qué es «eso» tan malo que los BRICS han pensado hacer y que, como lo hagan, no van a quedar muy contentos con lo que les va a pasar?
Un mundo desdolarizado
El acrónimo BRIC fue acuñado en 2001 por Jim O’Neill, a la sazón economista jefe del banco de inversión Goldman Sachs, en un artículo titulado «Construir una economía mundial mejor». Las iniciales corresponden a Brasil, Rusia, India y China, tres países cuyo explosivo crecimiento hacía inviable que el gobierno mundial siguiera en manos del exclusivo club de ricachones que era el G7. «Parece bastante claro —escribía O’Neill— que […] debe dar cabida a los BRIC para permitir una formulación más eficaz de la política internacional».
Los BRIC no constituían todavía ninguna alianza política, pero a raíz del informe «comenzaron a colaborar para impulsar sus intereses —cuenta Europa Press—, llegando a concertar una cumbre anual» e invitando a sumarse a otros descontentos con el orden vigente. En diciembre de 2010 se incorporaba Sudáfrica, pasando el grupo a denominarse BRICS, y en la actualidad cuenta con 10 miembros de pleno derecho: además de los cinco mencionados, Egipto, Emiratos, Etiopía, Indonesia e Irán.
En total, reúnen ya el 41% del PIB global, 10 puntos más que Estados Unidos, Japón, Canadá y la Unión Europea. Este cambio relativo de peso económico no se ha visto reflejado en el ámbito político. Por eso Vladimir Putin llamó en junio a promover «un sistema multipolar» y señalaba como objetivo a batir uno muy concreto: «El dólar es de los pocos instrumentos de grandeza que le quedan a Estados Unidos».
El asalto contra el billete verde es «eso» tan malo que los BRICS pretenden hacerle.
Rumores exagerados
Como ya señalábamos aquí hace un tiempo, los rumores sobre la muerte del dólar son exagerados.
Para crear una divisa hegemónica, no basta con una economía grande. Hacen falta además instituciones adecuadas y el dólar conserva ahí bastante ventaja.
Aunque el euro ha realizado enormes progresos y representa el 20% de las reservas mundiales, es una divisa sin Estado. La UE no constituye una zona monetaria óptima y, como se vio a lo largo de la crisis griega, se deshilacha al menor contratiempo.
En cuanto a China, su problema es el contrario: tiene demasiado Estado. Cuando en 2015 el Fondo Monetario Internacional incorporó el yuan a la cesta que respalda sus DEG (derechos especiales de giro, el dinero del FMI), muchos anticiparon que no tardaría en dar el sorpaso al billete verde. Ese mismo verano le reventó una burbuja inmobiliaria, la bolsa de Shanghái perdió un tercio de su capitalización y, para atajar la sangría, Pekín impuso férreos controles de capitales y ahuyentó a muchos potenciales inversores. ¿Quién va a confiar sus ahorros a un país que te monta un corralito de un día para otro?
Los particulares pueden simpatizar con el proyecto putiniano de un sistema multipolar, pero el mercado carece de corazón y de patria.
Coger gusto a las sanciones
Ahora bien, justamente porque el mercado carece de corazón y de patria, si le ofreces algo que le conviene más, tira lo viejo y agarra lo nuevo. Especialmente si lo viejo presenta importantes limitaciones.
La principal es ahora mismo, como argumenta The Economist, que el trasiego de fondos entre países requiere hacer escala en un banco estadounidense, para acopiar dólares. Esto ha dotado a Washington de una palanca que no duda en utilizar. El número de sanciones económicas se ha disparado desde 2000 y, después de ver especialmente el trato que se le ha dispensado a Rusia, cada vez son más los que ven con buenos ojos la habilitación de un canal financiero alternativo.
Los BRICS han debatido la constitución de una agencia de rating, una compañía de reaseguros y un sistema de pagos que sustituya a Visa y Mastercard. Putin incluso habla de una moneda común, pero parece que eso son palabras mayores.
Viva Pancho Villa
Es relativamente sencillo crear una alianza de descontentos, pero mucho más complicado un Gobierno de los descontentos.
Las líneas de fractura que recorren el edificio de los BRICS son demasiado profundas como para que sus miembros actúen con una sola voz, y no digamos ya compartan una moneda. Es verdad que Brasil y Sudáfrica han resistido la presión de Estados Unidos para apoyar a Ucrania, pero tampoco se han puesto del lado de Pekín y Moscú. Y el caso de la India es aún más llamativo. Milita simultáneamente en los BRICS y en la Cuádruple Alianza, una asociación estratégica con Estados Unidos, Japón y Australia cuyo objetivo es la contención a China en el Pacífico. Hoy por hoy, los BRICS son más el ejército de Pancho Villa que una maquinaria engrasada.
Ahora bien, incluso una panda de desharrapados puede crecer hasta erigirse en una amenaza temible si enfrente hay a un histrión que se pasa el día amenazando a todo el mundo con ponerlo sobre el barril y aplicarle aranceles del 100%.