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Economía

España ya destina el doble de dinero a pagar intereses de la deuda que a gasto en defensa

El endeudamiento se sitúa en niveles históricos, aunque el crecimiento económico y la inflación reducen su peso relativo

España ya destina el doble de dinero a pagar intereses de la deuda que a gasto en defensa

Carlos Cuerpo, ministro de Economía, celebró la reducción de la deuda pública sobre el PIB.

En los últimos 15 años, la deuda pública española se ha cuadruplicado. A medida que las obligaciones del Estado -emitidas por todas las administraciones del país- van en aumento, también crecen los intereses de la deuda, que se han elevado hasta cerca del 2,5% del PIB y suponen ya casi el doble de gasto que el que destina España a defensa (1,28% en 2024).

El respaldo del Banco Central Europeo a la emisión de pasivo público ha contribuido a reducir los costes financieros por unos bonos que de otro modo exigirían una mayor carga para el país emisor. Ello puede elevar la prima de riesgo de algunos estados, aunque el objetivo de aumentar el gasto militar y en seguridad añadirá cierto margen de flexibilidad fiscal en la Unión Europea.

España se encuentra más endeudada que antes en euros, pero la inflación juega a su favor, como también lo hace su crecimiento económico, dos factores que reducen el peso relativo del pasivo. La economía española creció un 0,8% en el último trimestre, cuatro décimas más que Europa, pero sus precios subieron un 2,8%, otras cuatro décimas por encima del Viejo Continente, que tiene la mitad de paro (6% frente al 11,2%).

Miguel Cardoso, economista jefe de BBVA Research España, expone que «hay varias formas de reducir la deuda: una dolorosa, que es tratar de generar equilibrio fiscal y superávit; otra, menos dolorosa, a través de generar crecimiento económico, haciendo que esa deuda en porcentaje del PIB sea menor, y una tercera, que es una mayor inflación». «En España la deuda se incrementó del 100 al 120% del PIB en la pandemia y básicamente está regresando casi a esos niveles», señala Cardoso, que lo atribuye a la inflación y al crecimiento económico, aunque «otros países han reducido mucho más» su pasivo, y no es el mismo esfuerzo fiscal el que han hecho España o Portugal.

Reducir el endeudamiento puede ser «ventajoso» para tener «espacio fiscal» y «acometer ciertos incrementos de gasto» si fuese necesario en los próximos años; por ejemplo, para atender el pago de las pensiones o el gasto sanitario. Por eso Cardoso habla de «oportunidad desaprovechada»: la digitalización y la formalización de la economía sumergida que afloró en la pandemia -algunas empresas preferían declarar impuestos para poder optar a subvenciones- han elevado los ingresos fiscales, pero no han servido para reducir la deuda del Estado. Y advierte de que «a dos o tres años vista» pueden existir tensiones en la deuda pública derivadas de la prima de riesgo, algo que no ocurre todavía por la alta liquidez disponible en el sector financiero.

Luis Garvía, profesor del máster en Riesgos Financieros de Comillas ICADE, ve problemática la situación del Estado con la deuda y el gasto: «Estamos en récord de recaudación y con un gasto público también disparado», expone el experto en finanzas, que añade que «por norma general el gasto público no está controlado». Propone una mayor digitalización para poder fiscalizar dónde se destina cada euro.

Garvía menciona los ejemplos de Italia o Japón, que tiene un 250% de deuda sobre el PIB para aclarar que «no estamos tan mal», pero sí ve necesaria una «reforma estructural». «El problema asociado con la deuda es que si no se devuelve, crece… hoy, el Gobierno tiene un récord de recaudación e ingresos por un lado y por otro un gasto que está descontrolado».

Ferran Brunet, profesor de Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, recuerda que «normalmente a partir del 60% del PIB ya se empiezan a ver las cosas mal». Este fue el límite de endeudamiento dictado por el criterio de Maastricht para ingresar en la Unión Europea. Constata que «muchos países ya están al 200%, Japón entre los grandes» y se pregunta «por qué hemos permitido o necesitado este endeudamiento», que «no podemos solo justificar por un aumento en el gasto público y el déficit de ingresos».

Brunet apunta que tanto en la crisis financiera de 2007 como en la pandemia de 2020 «se emitió mucha deuda pública pero los mercados financieros la aceptaban contentísimos». Señala que para reducir el stock de deuda se puede tirar de inflación o de crecimiento económico, pero subraya que hay un «estancamiento» en el PIB per cápita, mientras que la economía en valores absolutos sí crece, pero por el aumento de la población: «8,8 millones en los últimos 25 años, 8,5 de ellos inmigrantes».

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