Arrepentíos pecadores porque el «día de la liberación» se acerca

Esta última semana no pasará a la historia como una de las mejores en la historia reciente de Europa. El miércoles nos desayunamos con la presentación de la Estrategia de Preparación con vistas a una posible invasión de los bárbaros del este, una eventualidad que la retirada parcial de fuerzas estadounidenses que planea Donald Trump ha hecho inquietantemente verosímil.

Hadja Lahbib, la comisaria belga responsable de Gestión de Crisis (una cartera que, sinceramente, siempre pensamos que era de adorno y que se había creado más que nada para que todos los países, grandes y pequeños, tuvieran su parcelita de poder en Bruselas), Hadja Lahbib empezó a sacar de su bolso, como Mary Poppins, todo lo que sus asesores consideran esencial para hacer frente a una situación de emergencia: agua, un mechero, una navaja suiza, la medicación, una linterna, comida, un cargador, una radio y hasta un juego de cartas. Solo eché en falta los sobres de jamón serrano y la tarrina de sobrasada, sin los cuales 72 horas se pueden hacer muy largas.

Y por si esto no hubiera dejado ya bastante preocupado al personal, a las pocas horas Donald Trump anunciaba la imposición de un arancel del 25% a la industria del automóvil, que entrará en vigor este miércoles 2 de abril, que ha bautizado como el «día de la liberación».

¿De qué quiere liberarse Trump? Según sus partidarios, se ha hartado de dejar que las cosas las fabriquen otros, quedándose con todo el empleo industrial y sumiendo en la miseria a sus conciudadanos, pero ¿se han empobrecido, de verdad, los estadounidenses estos últimos años?

No es lo que dicen los números. La división internacional del trabajo ha sido sin duda buena para los pobres de Asia, pero mucho más para estas multinacionales y sus stakeholders. La imposición de aranceles, por el contrario, y esto nadie lo niega, encarecerá los artículos importados y, por tanto, empobrecerá a sus conciudadanos, pero Trump asegura que (1) permitirá recaudar 100.000 millones de dólares y, por tanto, bajar los impuestos y (2) es un trago amargo que hay que pasar antes de llegar a la Tierra Prometida.

¿Puede la recaudación por aranceles compensar la reducción en el IRPF y Sociedades? ¿Y cómo será esa Tierra Prometida a la que Trump guía a su pueblo? ¿Vivirán mejor sus compatriotas en un hipotético futuro en el que los Estados Unidos hayan alcanzado una semiautarquía?

Finalmente, a nosotros, los españoles, ¿qué nos importa todo esto? Desde el punto de vista de la defensa, siempre hemos estado muy cerca de Dios y muy lejos de Rusia. Y desde el punto de vista de la economía, los indicadores disponibles no presagian ninguna tormenta, al contrario. El Instituto Nacional de Estadística ha corroborado esta semana que el PIB creció el 3,2% en 2024, más del triple que la media de la eurozona, y la tónica no parece que vaya a cambiar mucho este año. El modelo de la AIReF da el 3,1% para el primer trimestre. Tampoco se divisan nubarrones en el horizonte de los precios. El IPC cayó en marzo al 2,3%.

¿Tenemos que arrepentirnos ante la llegada del «día de la liberación» o estamos exentos los españoles?

De todo ello debaten el profesor del IESE Javier Díaz-Giménez y el corresponsal económico de THE OBJECTIVE en este nuevo episodio de El Gris Importa.