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Economía

Los interminables guiños de Sánchez a Pekín que inquietan a la Unión Europea

España ha desoído las advertencias de Bruselas respecto a los aranceles, el 5G y los coches eléctricos chinos

Los interminables guiños de Sánchez a Pekín que inquietan a la Unión Europea

Pedro Sánchez y el presidente chino, Xi Jinping, durante su última visita a Pekín | Huang Jingwen / Xinhua News

Pedro Sánchez visita esta semana China y confirma que es uno de los mandatarios europeos más cercanos a Pekín. Desde que el líder del PSOE llegó a la Moncloa, esta es su tercera visita al país asiático. Aunque en esta oportunidad los aranceles de Trump minimizan cualquier disputa, siguen más presentes que nunca las dudas de la Unión Europea (UE) con respecto a la relación privilegiada de España con el país asiático, según ha podido confirmar THE OBJECTIVE con funcionarios comunitarios y empresas con presencia en el Parlamento Europeo.

Durante los últimos cinco años, China ha estado fuertemente cuestionada por Bruselas a raíz de sus políticas comerciales, por las injerencias de Pekín en la economía, por sus ayudas de Estado y por el peligro que sus empresas suponen para los sectores e infraestructuras del continente. Hace exactamente dos años, la Comisión Europea emprendió una campaña para que los Estados miembro se desvincularan tecnológicamente de China, al tiempo que empezó a hacer esfuerzos para recortar el elevado déficit comercial y consolidar la soberanía estratégica.

La Unión Europea quiere establecer una relación económica más equilibrada, fomentando la producción de activos estratégicos como coches, chips, componentes tecnológicos y, más recientemente, industria de la defensa. En este sentido, hay una serie de informes de la UE que advierten de que China ayuda a sus industrias -como la de los vehículos eléctricos- para que compitan en desigualdad de condiciones con las empresas europeas. Y por ello estableció aranceles del 38%.

Sánchez y Xi Jinping

Sin embargo, desde que Sánchez es presidente de Gobierno los guiños de España hacia el país asiático no han cesado. Lejos de hacer caso a las recomendaciones de la UE para apartar a compañías como Huawei y ZTE de nuestras redes 5G (pese a los avisos de la OTAN) o de reducir las relaciones comerciales, la diplomacia española se ha acercado a Pekín hasta el punto de interceder para que Bruselas redujese los aranceles aplicados al automóvil chino y de ofrecer fondos europeos Next Generation a fabricantes de este país para que desembarcaran en nuestro país.

En medio de la primera tormenta de Donald Trump contra China (de 2017 a 2020) y pese a las advertencias de la UE que se han acentuado a partir de la guerra de Ucrania, España ha buscado inversiones en Pekín y se ha querido erigir como mediador en esta guerra comercial. Situaciones que han desconcertado a Bruselas porque han ido a contracorriente de la posición oficial europea en momentos en los que la Comisión exigía unidad de sus miembros en el complejo contexto económico y geoestratégico.

Sánchez se ha convertido en un habitual del presidente chino, Xi Jinping. Su primer encuentro se produjo en noviembre de 2018 en Madrid, pocos meses después de que comenzara la arremetida de Trump contra Huawei y que el propio dirigente español empezara su mandato. En mayo de 2021 volvieron a tener un contacto telefónico para «hacer frente a los desafíos globales»; en noviembre de 2022 se reunieron en la Cumbre del G20 en Brasil; y en marzo de 2023 el mandatario español viajó por primera vez a Pekín, visita que repetiría en septiembre de 2024, y solo siete meses después, en abril de 2025. Se han visto -o hablado- al menos una vez por año desde el fin de la pandemia.

Coche eléctrico

Durante el último año, lejos de plegarse a las directrices de la UE, España ha abonado el terreno para la fabricación de coches chinos en la antigua planta de Nissan en Barcelona; de Chery además, una de las empresas señaladas por Bruselas en sus informes. También España ha ofrecido fondos europeos y, por si fuera poco, se ha propuesta como mediador con Bruselas para que el bloque comunitario se abra a flexibilizar su postura frente al gigante asiático. En la UE existen dudas respecto de cuáles son los objetivos de España al acercarse a China y los de Pekín al estrechar lazos con Madrid.

En todos los encuentros (y en el de esta semana), el objetivo oficial ha sido estrechar lazos comerciales y mejorar los vínculos económicos. No obstante, parece que España no resulta favorecida con esta diplomacia. Los datos indican que -pese a la serie de acuerdos de buenas intenciones que se han firmado en todas las reuniones referidas- el déficit comercial con China desde que Sánchez está en Moncloa ha pasado de 20.000 a 37.000 millones de euros (un 82% más), un periodo en el que las exportaciones españolas han crecido la mitad que todos los envíos (representan solo el 2% del total) y las importaciones han aumentado el doble.

Inversiones chinas

Eso sin contar con que las inversiones de Pekín en España apenas alcanzaron los 88 millones en 2024, la cifra más baja en los últimos cuatro años. China es la segunda economía global, invierte 170.000 millones de euros en todo el mundo, pero solo el país número 25 de origen de la inversión extranjera directa. Y todo ello pese a que el año pasado se anunciaron inversiones de 400 millones de Chery y otros 900 millones de Envision Energy para el desarrollo de una planta de producción de electrolizadores.

Mientras, China pide de manera pública que España le apoye en su guerra arancelaria. A primeros de junio del año pasado, el ministro chino de Comercio, Wang Wentao, visitó España y pidió a nuestro país que presionara a la Unión Europea para que el entorno de cooperación en nuevas energías fuera «justo, predecible y no discriminatorio». Tres meses después, Sánchez hizo suyas estas palabras en Pekín. Y ahora no se descarta que Xi Jinping le solicite nuevamente que vuelva a interceder ante la UE por la guerra arancelaria de Donald Trump.

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