La falta de un lenguaje claro constituye una amenaza para la justicia, las finanzas y la salud
El futuro de los intérpretes no está en traducir del inglés al español, sino del español oficial al español de la calle

Tribunal Constitucional. | Carlos Luján (EP)
Mi mujer es intérprete de conferencias y está preocupada por el auge de los grandes modelos de lenguaje y la inteligencia artificial.
—Cada vez me contratan menos —se lamenta dejándose caer en el sillón que tengo en mi despacho para las visitas. Yo le replico que traducir del inglés al español quizás no tenga futuro, pero que hay todo un mundo de posibilidades en la traducción del español al español.
—Escucha este párrafo de la sentencia del Constitucional sobre la amnistía —le digo, y procedo sin más a leer en voz alta:
«De forma reiterada el Tribunal ha acogido el criterio hermenéutico de la interpretación conforme según el cual, siendo posibles dos interpretaciones de un precepto, una ajustada a la Constitución y la otra no conforme con ella, debe admitirse la primera, de modo que solo se declare la inconstitucionalidad en caso de incompatibilidad indudable con ella. La salvaguarda del principio de conservación de la norma encuentra su límite en las interpretaciones respetuosas tanto de la literalidad de la norma cuestionada como de su contenido [por todas, con numerosas referencias, SSTC 185/2014, de 6 de noviembre, FJ 7, y 17/2022, de 8 de febrero, FJ 4 c)]. En especial en el marco de las regulaciones procesales y las garantías de defensa del art. 24 CE, el Tribunal ha insistido en la interpretación de los silencios legales como no excluyentes de esas garantías (SSTC 74/1987, de 25 de mayo, FJ 4, o 110/1993, de 25 de marzo, FFJJ 6, 7 y 8)».
—¿Tú te crees que esto es claro, preciso y congruente, como establece la Ley de Enjuiciamiento Civil? —le digo al borde de la asfixia. Y añado rebuscando entre mis papeles—: Tenía también por aquí una consulta vinculante de Hacienda que ni el propio Champollion podría descifrar… —Pero mi mujer ya duerme.
El encanto de la vaguedad
En THE OBJECTIVE estamos a favor de la transparencia, por supuesto, pero no voy a ocultarles que, como profesional del lenguaje, siento simpatía por la ambigüedad.
El filólogo Saad Mohamed Saad enumera varias «razones que invitan a los hablantes a infringir el precepto de claridad». Por ejemplo, a la gente le gusta «demostrar su habilidad en el uso del lenguaje» jugando con la ambivalencia de las palabras (algo altamente apreciado por los miembros del sexo opuesto). Asimismo, el prestigio de muchos poetas y literatos se cimenta en la polisemia de sus evocaciones. Finalmente, los mensajes equívocos sirven para aliviar la tensión sin faltar a la verdad de los hechos, como cuando nos preguntan qué nos ha parecido la cena y respondemos: «Debo confesar que nunca había probado nada semejante».
Todos estos motivos justifican que de cuando en cuando incurramos en imprecisiones, pero la persistencia de la ambigüedad estaría garantizada aún sin ellos, porque es bastante lógica desde el punto de vista de la pura racionalidad económica.
El sistema perfecto es el imperfecto
«Uno podría pensar —argumentan los neurocientíficos Steven Piantadosi, Harry Tily y Edward Gibson— que en un sistema de comunicación perfecto […] cada significante debería corresponderse biyectivamente con un único significado».
Desentrañar los mensajes costaría menos y sería muy considerado hacia el receptor, pero ¿qué ocurre con el emisor? Este lo que busca es optimizar sus recursos intelectuales y lo ideal para él es que «todos los significados se expresen mediante una única palabra, y lo más breve posible, como ba. Si quiere señalar que ‘la caja del acordeón es demasiado pequeña’, dirá: ‘Ba’. Y para indicar que ‘el próximo miércoles lloverá’, dirá igualmente: ‘Ba’».
Esta tensión entre la demanda de claridad del receptor y la economía de esfuerzo del emisor ha dado lugar al equilibrio actual, en el que prescindimos de «la información ya proporcionada por el contexto». Ello explica que el español cotidiano abunde en términos multiuso (cosa, tema) u homófonos (tubo/tuvo, vaca/baca) y, mal que bien, sigamos entendiéndonos, porque basta echar una ojeada alrededor para ver la cosa, el tema, el tubo, la vaca.
Asombrar al público
Ahora bien, ¿qué sucede cuando no podemos asirnos al contexto?
El poeta busca a propósito ese vértigo, porque «nombrar un objeto —decía Mallarmé— es suprimir tres cuartas partes del goce de un poema». Para Woody Allen, los malentendidos son una herramienta de trabajo («Cuando me secuestraron, mis padres reaccionaron rápidamente: alquilaron mi cuarto»). Y Oscar Wilde asombró a la sociedad victoriana con sus paradojas («Perdona siempre a tu enemigo, no hay nada que lo enfurezca más»).
Pero, ¿qué papel desempeña la oscuridad en una sentencia del Constitucional o en una consulta de Hacienda? Sus autores no se dedican a la lírica ni al humor, aunque no descarto que más de uno busque impresionar a la audiencia.
La activista del inglés claro
En un encuentro celebrado hace unas semanas en la Real Academia Nacional de Medicina, Arancha Caballero, fundadora y CEO de Nuadda Translations, expuso que en Inglaterra existe desde los años 70 un movimiento civil que exige a la Administración un lenguaje claro. «Lo impulsó una señora que quería ayudar a sus vecinos a solicitar subsidios públicos».
Caballero se refiere a Chrissie Maher. A esta mujer le impresionó que dos ancianas murieran de frío porque ignoraban cómo acceder a los bonos para calefacción que repartía el Estado. Puso en marcha un servicio gratuito en el que enseñaba a sus vecinos menos letrados a rellenar los impenetrables formularios oficiales y, en julio de 1979, lanzó la Campaña por un Inglés Claro (PEC, por sus siglas en inglés). Su primera acción consistió en triturar delante del Parlamento británico cientos de impresos gubernamentales.
En 1991, la PEC instituyó además el premio Patada en la Boca al comentario más absurdo. Entre los galardonados figuran George W. Bush, Donald Trump, Boris Johnson (dos veces) o el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, quien a la pregunta de si había pruebas de que Irak hubiera suministrado armas de destrucción masiva a terroristas, contestó lo siguiente: «Los informes que dicen que algo no ha ocurrido siempre me resultan interesantes, porque como sabemos, existen cosas conocidas conocidas, es decir, cosas que sabemos que sabemos. También sabemos que existen cosas conocidas desconocidas, es decir, sabemos que hay algunas cosas que no sabemos. Pero también existen cosas desconocidas desconocidas: aquellas que no sabemos que no sabemos».
Otros propagadores de materia oscura
En descargo de los políticos, hay que decir que no son los únicos propagadores de materia oscura. «Casi siete de cada 10 españoles admiten dificultades para entender la documentación bancaria», denunció Caballero en la Academia de Medicina, citando un estudio de la Asociación de Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros (Adicae).
La incomprensión daña asimismo la salud. «Muchos pacientes sienten miedo o vergüenza de repreguntar a su médico, lo que los deja con dudas sobre su enfermedad —dijo Ana Valverde Mateos, lexicógrafa de la Unidad de Terminología Médica—. Un lenguaje claro reduciría la ansiedad y generaría mayor adhesión a los tratamientos».
«Una justicia que no se entiende no puede cumplir su función —sentenció Gerardo Pérez Olmo, del bufete Roca Junyent, y puso algún ejemplo de buenas prácticas—. En un seguro, en vez de “Derecho de terminación anticipada”, habría que poner “¿Puedo terminar mi contrato antes del fin del mismo?”».
Pérez Olmo comentó también que la Real Academia y el Consejo General del Poder Judicial editaron en 2017 un Libro de estilo de la justicia. Lo que no especificó es si se han repartido ejemplares en el Constitucional y Hacienda.
Ley de derecho de defensa
En general, debo decir que el clima reinante en la Academia de Medicina era optimista.
«La Ley del Derecho de Defensa es aún muy reciente [de noviembre de 2024] —comentó Pérez Olmo—. En ella se especifica que los ciudadanos ‘tienen derecho a ser informados de manera clara, simple, comprensible y accesible universalmente’. Cabe esperar que el CGPJ haga un control efectivo. Podría incluso anularse una resolución porque no fuera clara, simple, comprensible, etcétera. Habrá que ir viendo».
Eso es: habrá que ir viendo. Entre tanto, todavía hay esperanza para mi mujer.