La patronal catalana pierde influencia en el PSC y Junts
El empresariado mantiene interlocución con la ‘sociovergencia’ pese a los encontronazos con varios dirigentes

El presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez Llibre, en una imagen de archivo. | EP
La línea directa del empresariado catalán con los representantes políticos del nacionalismo acusa desgaste. Las peticiones de la influyente patronal catalana Foment del Treball han sido tradicionalmente bien recibidas en la sociovergencia, el tándem que conforman PSC y Junts, y que ha liderado prácticamente todos los gobiernos autonómicos desde la Transición bajo la presidencia de Jordi Pujol (CDC), Pasqual Maragall (PSC), José Montilla (PSC), Artur Mas (CDC), Carles Puigdemont (JxSí), Joaquim Torra (JxCat) y Salvador Illa (PSC), con la única salvedad del republicano Pere Aragonès. Sin embargo, en los últimos meses se ha producido un distanciamiento entre la organización empresarial y ciertos sectores de los dos principales partidos catalanes.
El presidente de la patronal, Josep Sánchez Llibre, mantiene poder de persuasión, como demuestra el hecho de que numerosas empresas de ámbito nacional, entre ellas las eléctricas, hayan llamado a su puerta para tratar, en algunas ocasiones con éxito, de que sus intereses sean tenidos en cuenta en el Congreso. Su contacto cercano con los posconvergentes, cuyos siete votos han adquirido un protagonismo inédito en esta legislatura por su capacidad de decantar la mayoría parlamentaria en favor o en contra del Gobierno, ha sido crucial en este frente. Aun así, se ha evidenciado que su sintonía con Carles Puigdemont es limitada.
Si bien el empresariado catalán —tanto el agrupado en torno a Foment como en torno a otras sensibilidades— logró atar los votos de Junts en contra de la reducción de la jornada laboral que impulsaba la vicepresidenta Yolanda Díaz, un triunfo significativo, puesto que existía división en el partido al respecto, no ha conseguido que los escaños de Míriam Nogueras —empresaria textil de la comarca del Maresme— se apunten a la prórroga de la vida de las centrales nucleares, una reivindicación compartida por el sector energético y el industrial.
Una muestra de este alejamiento fue la última cena del expresidente catalán huído en Bélgica y el patrono catalán, que brindó un aparente entendimiento que posteriormente se rompió. Aunque la interlocución siga activa, Sánchez Llibre salió decepcionado del encuentro, puesto que se apalabraron los apoyos de Junts a la enmienda de PP y Vox para dar marcha atrás en el cierre de las nucleares, pero finalmente los diputados de la formación independentista se abstuvieron, lo que provocó que la iniciativa no prosperase.
Otra de las misiones en las que se ha enfrascado la patronal, según El Triangle, es la de aprovechar la ruptura de Junts con el Gobierno de Pedro Sánchez para remar a favor de un acercamiento con los populares. Según esta versión, vería con buenos ojos la salida del presidente de la Moncloa e incluso respaldaría una moción de censura para asegurar este objetivo. Sánchez Llibre recibió recientemente en la sede de la organización empresarial a Alberto Núñez Feijóo, que pidió a los empresarios que convenzan a JxCat y ERC de que permitan prosperar una hipotética moción.
La posición del gran empresariado catalán respecto a la continuidad del Ejecutivo de coalición no es unánime. Feijóo ha recibido cálidas bienvenidas tanto en Foment como en el Cercle d’Economia, pero también es visto con recelo por una parte de la élite económica regional. Una de las manifestaciones de ello es que el rotativo estrella del Grupo Godó, La Vanguardia, se haya convertido en una de las voces más favorables al sanchismo, mientras que su emisora RAC1, la más escuchada de la comunidad, fue la elegida por el presidente del Gobierno para presionar a Junts para que vuelva a brindarle una mayoría parlamentaria. Lo hizo valiéndose de una pinza con Esquerra, ya que Gabriel Rufián fue el entrevistado elegido por esta cadena para comentar —y criticar duramente— la rueda de prensa que pronunció Míriam Nogueras el día posterior para responder a Sánchez, reiterando su posición y culpando al PSOE del bloqueo por sus incumplimientos.
En lo que respecta al PSC, la voz de Foment todavía es escuchada con interés en el Gobierno de la Generalitat presidido por Illa, aunque en muchas de las votaciones de la Cámara legislativa regional el Ejecutivo acaba priorizando agradar a sus socios de izquierdas, puesto que PSC, ERC, Comunes y la CUP suman 72 parlamentarios, frente a los 63 de Junts, PP, Vox y Aliança Catalana.
Mucho más obvio es el choque con el socialismo barcelonés: fuentes cercanas al presidente de la patronal apuntan que el alcalde Jaume Collboni ha pasado de recibir el apoyo de Sánchez Llibre en legislaturas anteriores, cuando los enemigos a batir eran Ada Colau (BComú) y Ernest Maragall (ERC), a ser repudiado por el mismo. El empresariado local veía con buenos ojos una alianza entre Collboni y el ganador de las últimas elecciones, Xavier Trias (Junts), pero el alcalde socialista ha dado prioridad a los acuerdos con las fuerzas a su izquierda. Dos años y medio después de los comicios, siguen vigentes medidas impuestas por el equipo de Colau como la obligatoriedad de destinar un 30% de todas las promociones de obra nueva a vivienda social, o la moratoria hotelera, mientras que se han lanzando otras nuevas, como la expropiación de las licencias de apartamentos turísticos en 2028. Todo ello es percibido en estos círculos económicos como una intromisión en la propiedad y un ataque al sector privado.
