BBVA planea despedir a un tercio de la plantilla del Sabadell y cerrar dos de cada tres oficinas
El grupo vasco proyecta un ERE para más de 4.500 trabajadores y la clausura de unas 800 sucursales en España
BBVA planea despedir el equivalente a algo más de un tercio de la plantilla de Banco Sabadell en nuestro país y cerrar dos de cada tres de sus oficinas para rentabilizar cuanto antes la absorción que intenta negociar con la entidad catalana para liderar el sector financiero en España y equilibrar su presencia global, muy escorada a los mercados emergentes en la actualidad (México, Turquía, Argentina, etc).
La operación, según ha podido saber THE OBJECTIVE a través de conocedores del proyecto, implica la salida de entre 4.500 y 5.000 trabajadores, lo que representa el 33% o el 37% del total de empleados del Sabadell en el mercado nacional. En cuanto a las sucursales, la intención de BBVA es clausurar en torno a las 800, es decir, dos tercios de las que tiene el grupo con sede en Alicante. Estos ajustes afectarán, eso sí, a la estructura de ambas firmas.
Fuentes oficiales de la entidad no quisieron hacer ningún tipo de comentario al respecto y se limitaron a señalar las fusiones tiene un proceso de puntos de acuerdo, entre ellos el ajuste de la estructura para conseguir ahorros de costes y eliminar las duplicidades.
A cierre del primer trimestre de este año, la plantilla del Sabadell en España ascendía a 13.444 personas, mientras que su red física estaba compuesta por 1.188 puntos desplegados por todo el territorio. Por su parte, BBVA tenía a esa fecha 27.735 empleados y 1.881 oficinas.
El nuevo grupo, si finalmente el banco que lidera Carlos Torres bien de manera amistosa como está planteada ahora la transacción o bien de forma hostil, nacería con un total de 41.179 trabajadores y 3.069 agencias. Por tanto, el recorte sobre estos números sería de al menos un 11% de la fuerza laboral y de algo más de la cuarta parte de la estructura comercial.
Con ello, BBVA aspira a lograr unas sinergias de 850 millones de euros antes de impuestos, al rebajar aproximadamente el 3,5% los costes una vez se produzcan el tijeretazo. La entidad calcula que tendría que destinar 1.450 millones para gastos de reestructuración, entre los que destacan el lanzamiento de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) a negociar con los sindicatos y el cierre de oficinas.
Por el momento, al cierre de esta edición, el consejo del Sabadell no se ha pronunciado de manera oficial sobre la oferta de integración de BBVA, consistente en una prima del 30% sobre la cotización del lunes, día anterior a que desvelara sus intenciones. El movimiento, en el seno del banco catalán, se considera hostil o como poco «no amistoso», ya que no había sido previamente consensuado.
Fuentes cercanas a la operación señalan que el plan del grupo vasco va en serio y que está dispuesto a formalizar la oferta, aunque el órgano rector del Sabadell se oponga a abrir el proceso de conversaciones para intentar alcanzar un pacto. Hay que tener en cuenta que la mayor parte de los analistas ven con buenos ojos la propuesta y señalan que es atractiva, pese a que sea enteramente a través de un canje de títulos, y que el accionariado de la entidad está muy atomizado (no dispone de un núcleo duro para defenderse). Incluso su principal socio individual -el mexicano David Martínez, con un 3,5% del capital según la CNMV– ya lograría beneficios sobre su inversión, por lo que podría acudir a la propuesta.
La oferta de negociación enviada por BBVA incluye algunos guiños al Sabadell, como el mantenimiento de su marca en determinados territorios -entre ellos Cataluña- y la designación de tres consejeros en el banco resultante, uno de los cuales sería vicepresidente. Eso sí, ninguno tendría carácter ejecutivo y su designación tendría que ser de mutuo acuerdo.
Las consecuencias sobre el empleo son uno de puntos más polémicos y que el Gobierno tiene que tener en cuenta a la hora de dar su aprobación al proyecto. Desde el lado socialista del Ejecutivo, se mantiene la prudencia en sus valoraciones, pero dirigentes de Sumar -socios del presidente Pedro Sánchez– han pedido ya públicamente que se tumbe la integración de ambos grupos, poniendo el énfasis en la destrucción de puestos de trabajo.
Otro aspecto relevante es la afectación sobre los niveles de competencia en el sector después de la concentración que ha habido desde que estalló la pasado crisis financiera en 2008, que ha supuesto la desaparición de prácticamente todas las cajas que había entonces y la absorción de diferentes bancos. Las últimas integración de gran envergadura fueron la de Caixabank y Bankia y la Unicaja con Liberbank, aunque la compra más reciente ha sido la sellada por Abanca, que se ha hecho con Targobank.