El Gobierno resucita el fantasma de un banco público tras la ruinosa caja que acabó en BBVA
El Ejecutivo pretende que Correos recupere en 2025 la licencia financiera de la extinta Caja Postal
El Gobierno ha resucitado el fantasma de un banco público en 2025, promovido por Correos. Un plan que estuvo muy presente en 2019 por los acuerdos alcanzados entre el PSOE y Podemos para que Pedro Sánchez fuera presidente. El proyecto, que alarmó a todo el sector financiero, finalmente no salió adelante por la oposición de la entonces ministra de Economía, Nadia Calviño, y el posterior estallido de la pandemia.
Los bancos ahora muestran su descontento, aunque prefieren esperar a que la hoja de ruta esté bien diseñada y se conozca el alcance de la misma, de acuerdo con las fuentes consultadas por THE OBJECTIVE. Hasta ahora, lo poco que se sabe es el anuncio realizado por el presidente de Correos, Pedro Saura, en una entrevista en Expansión, en la que indicaba que la compañía tenía intención de recuperar la licencia de la antigua Caja Postal de Ahorros para ofrecer servicios bancarios y operar como entidad de dinero electrónico, una figura que limita sus actividades.
La Caja Postal de Correos fue una potente entidad, pero ruinosa, que estuvo bajo el paraguas del Estado desde su nacimiento, en 1906, hasta 1999, aunque en la última etapa formó parte de Argentaria, un grupo que se fusionó con el antiguo Bilbao Vizcaya, hoy BBVA. Se da la circunstancia que el Gobierno pone de nuevo sobre la mesa la idea de lanzar una especie de banco público en un momento en que el conglomerado vasco intenta hacerse con el control del Sabadell, una operación que el Ejecutivo rechaza por las consecuencias que podría tener en la competencia y la exclusión financiera en el mundo rural.
Sus operaciones estaban vinculadas a Correos, ya que utilizaba su extensa red de oficinas. En 1991 el Gobierno de Felipe González, ante la crisis económica que comenzó a finales de la década de los ochenta, decidió integrar todos los bancos estatales. Caja Postal de Correos pasó entonces a lo que se conoció como Corporación Bancaria Nacional, que al poco tiempo se rebautizó como Argentaria. Por entonces, otras entidades emprendieron también un proceso de concentración para poder sobrevivir y algunas, como Banesto, tuvieron que ser intervenidas.
Los datos de su última etapa en solitario ponen de manifiesto los problemas por los que atravesaba. De hecho, un informe del Tribunal de Cuentas reflejan la delicada situación en la que se encontraba entre 1989 y 1991 por los riesgos inmobiliarios que había asumido y porque no había realizado las provisiones necesarias para cubrir las posibles pérdidas.
Tras dos procesos de nacionalización de Argentaria (uno por el Gobierno de González y otro por el Ejecutivo de José María Aznar), el grupo bancario estatal fue absorbido por BBV para conformar BBVA en 1999. Desde entonces, Correos ha ofrecido distintos productos financieros. Tras la desaparición completa de la Caja Postal llegó a un acuerdo con el alemán Deutsche Bank para distribuir sus servicios, una alianza que duró hasta 2016.
Correos, tras la pandemia y después de los últimos ajustes de sucursales de los bancos ha regresado al mundo financiero, pero siempre como socio colaborador. Así, ha llegado a acuerdos con distintas entidades para llevar el efectivo a los pueblos sin oficinas y ha desplegado una cuenta prepago. También comercializa seguros de compañías privadas. Pero su uso es escaso. Ahora, la intención es ampliar esta actividad para, según Saura, tapar el agujero de la compañía postal y que sea rentable.
El temor a que el proyecto sea más ambicioso de lo explicado existe entre las entidades, que advierten de las consecuencias de la vuelta a la influencia política en el sector. Recuerdan, por ejemplo, el impacto que tuvieron las decisiones de la pasada burbuja inmobiliaria, que desembocó en una crisis global por la que España tuvo que pedir un rescate a Europa de 40.000 millones para poder salvar al sector financiero, principalmente las cajas de ahorros. Entonces, la UE y el BCE obligaron a poner un proceso de profesionalización del sistema con un recorte en el peso de los políticos sobre las cajas que consiguieron resistir el crash.
Pero en las entidades el miedo a un banco público también obedece a la amenaza de que se quede con parte de su negocio. La Caja Postal llegó tener una cuota de mercado de casi el 20% en el segmento de depósitos gracias a la extensa red de Correos y al aval estatal, muy por encima de la competencia. Y se encargaba de suministrar las becas para la Educación, un negocio clave para captar clientes jóvenes que después mantenían su vinculación con otros productos.