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Consumo

Esta es la forma correcta de leer las etiquetas de los productos

Esta práctica no suele ser algo recurrente entre los consumidores pero es muy buena para saber de verdad qué están comprando

Esta es la forma correcta de leer las etiquetas de los productos

Estanterías de productos en un supermercado | Paco Freire (Zuma Press)

Lo normal es ir al supermercado y coger los productos de confianza sin ni siquiera parar a leer la información que está recogida en la etiqueta. Esta es una costumbre poco extendida pero que, de parar a hacerlo, podría dar más de una sorpresa al comprador. Por ejemplo, descubrir que el pan integral en realidad no lo es o que un producto tiene como ingrediente principal un elemento distinto al que tendría que ser.

Para quienes sí lo hagan, o quieran empezar a hacerlo, hay una serie de elementos a tener en cuenta. Esto es en lo que hay que fijarse a la hora de leer las etiquetas de los productos.

Qué tener en cuenta al leer las etiquetas de los productos

Orden de los ingredientes: de mayor a menor cantidad

Tanto si son alimentarios como de cosmética, los ingredientes de los productos están ordenados de mayor a menor cantidad. Por ejemplo, si el azúcar aparece en segunda posición en la lista, esto significa que el segundo ingrediente que más cantidad incluye el alimento es este.

Tener muy en cuenta la letra pequeña

Hay productos que indican que son una cosa pero, en realidad, son otra. Por ejemplo, hay algunos que dicen ser queso para fundir, pero luego la palabra «queso» no aparece en ninguna parte de la etiqueta. Algo que suele estar en su lugar es que es un «preparado lácteo rallado en hilos para gratinar y fundir». En este caso, los ingredientes podrían ser agua, grasa vegetal de coco, leche, sal, proteínas de leche o fermentes lácticos. El queso, por el contrario, solo es tres ingredientes: leche, cuajo y sal.

Información nutricional

Algo sobre lo que también informa la etiqueta es sobre la energía y los nutrientes que aporta el alimento por cada 100 gramos. Estos están divididos para hacer referencia a las calorías, los hidratos de carbono, las grasas, los azúcares, las proteínas, la sal, la fibra, las vitaminas o los minerales, entre otros. Sin embargo, la calidad del producto no depende tanto de la cantidad de todos estos elementos, sino de cuáles son los ingredientes que los aportan.

Hay que desconfiar de los productos catalogados como «milagrosos»

Es cierto que hay productos con muchos beneficios, pero ninguno de ellos puede hacer milagros. Por mucho que el envase incluya en la etiqueta que «refuerza el sistema inmunitario», esto no quiere decir que sea saludable o que, de repente, vaya a mejorar el organismo. Esto es algo también aplicable a los cosméticos.

El lugar de origen del producto

A veces, en un producto aparece un lugar de procedencia que es distinto al que de verdad corresponde. Es decir, en vez de poner de forma clara cuál es el lugar del que proceden, ponen otro para que el cliente no sepa a ciencia cierta la procedencia.

Verificar cómo de integral es lo integral

No todos los alimentos que aparecen etiquetados como integrales lo son en realidad o, al menos, en su totalidad. A la hora de comprar un producto que sea del todo integral, tanto si es pan, pasta, arroz o galletas, hay que comprobar que la harina sea 100% integral o de grano entero. Esto es con independencia de si es harina de trigo, de espelta, de centeno u otro cereal.

Diferenciar los tipos de grasas

Hay grasas que son buenas para el organismo, pero hay que saber cuáles sí que son beneficiosas y cuáles hay que tener cuidado con su consumo. Además, pueden ser saturadas o insaturadas, pero los alimentos suelen incluir ambos tipos (aunque es cierto que uno de ellos es en mayor medida). En general, las grasas saturadas son las que habría que evitar el comerlas en exceso.

El Nutriscore no siempre es fiable

Yogures de la marca Alpro
Yogures de la marca Alpro. Foto: Cristi Ursea (Unsplash)

El Nutriscore es un sistema de etiquetado de alimentos, basado en los colores del semáforo, que permite valorar de forma fácil y rápida la calidad nutricional. No obstante, esta indicación no es lo único a lo que hay que atender. Es fiable, sí, pero hay que saber interpretarlo: no distingue las grasas buenas y las malas, no tiene en cuenta el grado de procesamiento del alimento y solo los compara dentro de una misma categoría.

Las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables

Esto no es obligatorio incluirlo, a diferencia de la información nutricional, aunque señalan los posibles beneficios que aporta el producto. De esta forma, lo que describen son propiedades nutricionales como que es «fuente de fibra» o «sin azúcares añadidos». Por otra parte, las saludables suponen explicaciones como que «ayuda a regular el colesterol».

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