Cómo cocinar más barato: ¿gas, vitrocerámica o inducción?
Elegir una opción u otra puede suponer un gran ahorro en la factura de la luz a final de cada mes
Desde tiempos ancestrales, cuando el fuego era la única fuente de calor, hasta la llegada de las cocinas de gas, vitrocerámica e inducción, la cocina se ha ido adaptando a las necesidades y avances tecnológicos de cada era.
Hace apenas unas décadas, la cocina en los hogares se limitaba a las estufas de carbón o leña. Luego, la llegada del gas supuso una gran revolución, ofreciendo una alternativa más limpia.
Sin embargo, la verdadera transformación llegó con la introducción de las vitrocerámicas y la inducción. Estas innovaciones han redefinido la forma en que se cocina, ofreciendo una cocción más rápida, eficiente y segura que sus predecesoras.
Cada uno de estos métodos presenta una serie de ventajas y desventajas, lo que convierte la elección entre ellos en un verdadero desafío para quienes buscan renovar su cocina.
Si te encuentras en esta difícil situación hay algunos factores que debes tener en cuenta. Entre ellos el ahorro económico y el energético.
¿Cuál es la mejor opción: vitrocerámica o inducción?
Si tu duda tiene que ver con la cocina de inducción o la vitrocerámica, dos sistemas que hacen uso de la electricidad, debes saber que no tienen el mismo consumo energético.
La cocina de inducción se destaca por ser más eficiente y segura que la vitrocerámica, ya que aprovecha de manera más efectiva el calor y reduce el riesgo de quemaduras.
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), una vitrocerámica consume en promedio entre 1200 y 2500 W/h, mientras que una placa de inducción consume ligeramente menos, entre 1500 y 2000 W/h en promedio.
Es decir, la placa de inducción consume entre un 20 y un 40% menos de energía que la vitrocerámica en términos generales. Este ahorro energético puede traducirse en una reducción significativa en la factura de electricidad al final de cada mes.
No obstante, es importante considerar que la cocina de inducción tiende a ser más cara que la vitrocerámica convencional.
Además, la placa vitrocerámica es compatible con la mayoría de recipientes, a diferencia de la inducción, que requiere utensilios específicos compatibles con este sistema.
La cocina de gas
Por otro lado, las cocinas de gas son una alternativa más económica en términos de consumo, ya que el gas suele ser más asequible que la electricidad.
Entre sus ventajas destacan su rápido calentamiento y la compatibilidad con cualquier tipo de utensilio de cocina. Sin embargo, es importante tener en cuenta que las cocinas de gas tienden a ensuciarse más que las otras opciones y presentan mayores riesgos en cuanto a seguridad.
Entonces, ¿cuál elegir?
Entre las tres opciones, la vitrocerámica es la que más consume y más tiempo requiere ya que tarda más en alcanzar la temperatura deseada.
Por otro lado, la cocina de gas consume menos energía y se calienta más rápidamente, aunque conlleva mayores riesgos de seguridad.
En un punto intermedio se encuentra la inducción, con un consumo energético inferior al de la vitrocerámica, un calentamiento rápido y un sistema más eficiente y seguro. Aunque limita más a la hora de comprar utensilios.
Cómo ahorrar energía con los electrodomésticos
Hay algunos trucos que podemos hacer para ahorrar con los electrodomésticos en casa:
- Utiliza electrodomésticos eficientes energéticamente: al comprar nuevos electrodomésticos, busca aquellos con calificación energética A++ o superior. Estos consumen menos energía y pueden ahorrarte dinero a largo plazo en tus facturas de la electricidad.
- Mantenimiento regular: realiza un mantenimiento regular de tus electrodomésticos para asegurarte de que funcionen de manera eficiente. Limpia los filtros de la lavadora, el secador y el lavavajillas regularmente para evitar obstrucciones que puedan reducir su eficiencia.
- Ajusta la temperatura: ajusta la temperatura del frigorífico y el congelador a niveles óptimos. Un ajuste demasiado bajo aumentará el consumo de energía. Además, descongela regularmente el congelador para evitar la acumulación de hielo, lo que también puede aumentar el consumo de energía.
- Lava con agua fría: utiliza programas de lavado con agua fría en la lavadora siempre que sea posible. El agua caliente consume mucha más energía, y la mayoría de las prendas se pueden lavar con agua fría.
- Carga completa: trata de llenar la lavadora, el lavavajillas e incluso, el horno, antes de usarlos. Esto maximiza su eficiencia y reduce la cantidad de ciclos de lavado, secado o tandas en el horno necesarios.
- Secado al aire: aprovecha el buen tiempo para secar la ropa al aire libre en lugar de usar la secadora. Además de ahorrar energía, esto también ayudará a prolongar la vida útil de tu ropa.
- Desconecta los electrodomésticos cuando no estén en uso: desconecta los electrodomésticos que no necesites usar regularmente, especialmente aquellos que tienen luces piloto o están en modo de espera.
- Cocina de manera eficiente: utiliza tapas en las ollas al cocinar para retener el calor y reducir el tiempo de cocción. Además, descongela los alimentos en el frigorífico antes de cocinarlos para reducir el tiempo de cocción necesario.
- Programa el termostato del aire acondicionado: programa el termostato del aire acondicionado para que se apague cuando no estés en casa y se encienda unos minutos antes de que regreses. Esto evitará que funcione innecesariamente y ayudará a ahorrar energía.
- Considera la energía fantasma: utiliza regletas de enchufes con interruptores para conectar varios electrodomésticos y dispositivos electrónicos. De esta manera, puedes apagar todos los dispositivos a la vez cuando no los estés utilizando, evitando la energía fantasma que consumen en modo de espera.