El plástico solo supone el 0,8% de los residuos en España en plena guerra contra su uso
De los 115,4 millones de toneladas de residuos generados, solo 953.800 correspondieron a este material
España y la Unión Europea llevan más de un lustro en guerra contra el plástico como uno de los objetivos de la lucha contra la contaminación medioambiental. Campañas de concienciación, impuestos, tasas y acciones que van desde gravar los vasos y limitar el uso de las bolsas hasta terminar con las pajitas para beber refrescos o fijar los tapones a las propias botellas. El objetivo es reducir su uso y limitar al mínimo su efecto en el ecosistema. Un impacto que es real, pero que está sobredimensionado, según dicen desde esta industria a THE OBJECTIVE.
Los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) indican que el impacto de los plásticos sobre el total de los residuos es mínimo, casi residual. El último Informe de Cuentas Medioambientales publicado a finales de 2023 y con cifras de 2021 indica que de las 115,4 millones de toneladas de residuos generados ese año, solo 953.800 corresponden al plástico, el 0,8% del total. Es una cifra que sigue siendo alta, pero que comparativamente es inferior al papel, el vidrio y la madera ,y que solo está por encima de los lodos comunes y otros residuos.
De hecho, la diferencia del plástico con los grandes contaminantes sigue siendo abismal. Los mayores residuos vienen de los minerales con un 40,8% del total, seguidos de los residuos mezclados con un 34,7%, los animales y vegetales con un 8,3%, los metálicos con un 5,2%, el papel y cartón con un 3,4%, los químicos con un 2,2%, los equipos desechados con un 1,4%, el vidrio con un 1,1% y la madera con un 0,9%.
Impuesto al plástico
Además, los plásticos tienen aún menos peso sobre el total de los residuos generados en los hogares, donde se han realizado las mayores restricciones a su uso en los últimos años. De los 22,7 millones de residuos generados en las familias, solo 20.900 toneladas son plásticos, apenas el 0,1% del total. Aquí el líder es residuos mezclados con el 79,3%, seguido de residuos animales y vegetales con el 6,3%. Por otro lado, en la industria la participación de los plásticos es del 1% de los 92,7 millones de toneladas generadas. En este último caso, el 50,2% corresponden a minerales y el 23,7% a residuos mezclados.
Para frenar su uso, España aplicó un impuesto de 0,45 euros por kilo de plástico no reciclado a partir del 1 de enero de 2023 -cuando ya se conocía su escaso impacto en el total de residuos-, afectando a la fabricación, importación y adquisición intracomunitaria de productos de plástico no reutilizables. Hasta el momento, España es uno de los pocos países que ha aplicado un impuesto específico a los plásticos junto con iniciativas similares en Italia y Portugal, pero con diferencias significativas en el ámbito de aplicación y tasas.
Del mismo modo, España culminó a finales de 2022 la adaptación de su normativa de residuos de envases a las exigencias de la Unión Europea con la aprobación del real decreto de envases y residuos de envases. Esta norma obligó a la industria reducir las botellas de plástico de un solo uso, fomentar la venta a granel de alimentos y aumentar los envases reutilizables para impulsar la economía circular. Este año entró en vigor la normativa europea que obliga a los fabricantes de envases con tapón a que este vaya unido al cuerpo para facilitar el reciclaje.
Críticas de la industria
En 2023, el Impuesto Especial sobre los Envases de Plástico no Reutilizables recaudó un total de 663 millones, muy por encima de los 456 millones que el Ministerio de Hacienda calculó que tendría durante su primer año de vigencia. Pese a que luego tuvieron que realizar devoluciones -debido a la complejidad de su recaudación y posteriores reclamaciones- el dato siguió siendo muy alto con 596 millones. Esto ha hecho que las compañías del sector, en especial de la alimentación, hayan denunciado pérdida de competitividad para la industria española.
Y es que la industria considera que la medida es discriminatoria y no finalista, ya que no reinvierte en la mejora de la economía circular y perjudica la competencia. Desde el sector se indica que el impuesto presenta defectos técnicos y una gran complejidad administrativa, lo que supone «obligaciones administrativas de altos costes e imposible cumplimiento para miles de pymes españolas que no están preparadas para acometerlos».
Por su parte, para la presidenta de la Asociación Española de Asesores Fiscales (AEDAF), Stella Raventós, «tal y como está diseñado el impuesto, no justifica los problemas de gestión que supone para las empresas. Es un impuesto mal diseñado porque las empresas están cada día más sometidas a obligaciones formales, se les está ahogando con presentaciones de todo tipo. El hecho de que una empresa renuncie a la deducción del impuesto por el coste que le supone rellenar papeles es completamente absurdo». Raventós añadió que «no es la finalidad del impuesto lo que discutimos, sino su articulación técnica y su complejidad».