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Opa hostil

Jaula de grillos en Telefónica: del «aquí mando yo» de Sánchez al deseo oculto de los saudíes

La empresa más estratégica de España mira de reojo los acuerdos que puedan cerrarse en Madrid, Barcelona… y Riad

Jaula de grillos en Telefónica: del «aquí mando yo» de Sánchez al deseo oculto de los saudíes

Olayan Alwetaid, CEO de STC, Pedro Sánchez e Isidro Fainé, presidente de Criteria. | Ilustración de Alejandra Svriz

El 5 de septiembre de 2023 las cosas cambiaron para José María Álvarez-Pallete. El presidente de Telefónica empezaba el curso con confianza, ultimaba las líneas maestras de su nuevo plan estratégico y comenzaba a dibujar el calendario de celebraciones del centenario de la compañía. Es verdad que la inestabilidad política tras las elecciones del 23-J podía esbozar algunos nubarrones, pero no era menos cierto que, por primera vez en muchos años, parecía que no afectarían a la compañía.

No obstante, todo saltó por los aires a última hora de la tarde de ese martes. Saudi Telecom (STC), propiedad del fondo soberano del país árabe, anunciaba la compra de hasta el 9,9% de Telefónica con lo que se convertía de facto en su primer accionista. Y las alarmas se dispararon en las oficinas del Distrito T en Madrid, en La Moncloa y en la sede de Criteria, en la Avenida Diagonal de Barcelona. Es imposible saber qué pasó por la cabeza de Pallete, de Pedro Sánchez y de Isidro Fainé en esos momentos, pero es seguro que todos coincidieron en que nada volvería a ser igual.

Han pasado 13 meses desde entonces, y la composición accionarial de la operadora de telecomunicaciones es radicalmente distinta, tras vivir su mayor revolución desde que el Estado completase la venta de su participación histórica en 1996. En septiembre de 2023 había tres socios con participaciones relevantes: BlackRock, BBVA y Caixa-Criteria, todos rondando el 5%; y ahora tras sendos movimientos defensivos el Estado —a través de la SEPI— y Criteria tienen cada uno tiene un 10%, STC el 4,9% y el banco y el fondo estadounidense se mantienen en el 5%. Todo a la espera de que los saudíes completen un 9,9% pendientes de la autorización del Consejo de Ministros.

El silencio de STC

Una autorización que estaría al caer, según confirman en La Moncloa y el Ministerio de Economía, lo que sobre el papel debería poner fin a un culebrón político y empresarial que se ha extendido más de un año. Sin embargo, en la práctica ahora las certezas son mucho menos que las que había hace 13 meses, lo que dibuja no solo un panorama de incertidumbre para la estabilidad accionarial de la compañía, sino que además pone sobre la mesa una situación inédita en las últimas tres décadas. Telefónica ha pasado de ser propiedad de muchos accionistas fragmentados a tener tres dueños claros e identificables que aglutinarán el 30% del capital.

Tres accionistas que además no se fían el uno del otro y que quieren imponer su criterio, lo que les mantiene preparados para subir su participación accionarial en el momento en que alguno de sus otros dos socios mueva ficha. STC, la SEPI y Criteria llevan varios meses intentando convencer al mercado y a la opinión pública de que quieren convivir en paz y que sus intenciones solo pasan por buscar la estabilidad que necesita Telefónica para centrarse en la cuenta de resultados, la reducción de la deuda y la mejora de la cotización en bolsa. Pero sus movimientos en privado dicen todo lo contrario. De la jaula de grillos al triunvirato romano hay solo un paso.

STC lleva trece meses abonado al silencio y envió su solicitud al Gobierno para poder subir del 4,9% a finales de junio —diez meses después de anunciar su inversión— en medio del más absoluto secretismo. El propio Pallete dijo a comienzos de mes que seguía sin saber nada de sus intenciones y dudaba de si realmente se había presentado el expediente, algo que sí confirmó días después el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, tras varias semanas indicando que no había recibido ninguna noticia.

Socios de Telefónica

Las intenciones públicas de los saudíes son no influir en la gestión y mantener una supervisión financiera de su participación. Al anunciar su compra de acciones de Telefónica también dijeron que no querían ir más allá del 9,9% comprometido, pero el rumor que ha inundado el mercado en las últimas semanas es que han seguido comprando derivados y que ahora tendrían una participación latente de entre el 12% y el 15%. Incluso hay quien advierte de que la solicitud al Gobierno se ha enviado por la totalidad de este porcentaje y no del 9,9% anunciado hace trece meses.

La lógica de este movimiento indica que el objetivo de STC es precisamente protegerse de la entrada de la SEPI y el refuerzo de Criteria. No nos olvidemos —se dice en la city madrileña— de que la compañía confirmó su 9,9% en momentos en que eran sin contrapeso el principal accionista, una categoría que ya no tendrán incluso si se autorizan la totalidad de sus acciones adquiridas originalmente.

¿Y si efectivamente STC ha pedido autorización para subir hasta el 15% para ser el primer accionista de Telefónica sin contrapeso ? Los movimientos del Gobierno hasta la fecha sugieren que solo darían el plácet para llegar al 9,9% para no romper ese equilibrio accionarial que se dibujó en Moncloa en noviembre del año pasado y que llevó a Pedro Sánchez a autorizar el pago de 2.300 millones de euros en acciones de la operadora a cargo de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Un bloqueo en toda regla, pero que no impide que los saudíes vuelvan a intentarlo en el futuro.

Fainé mueve ficha

Arabia Saudí es un socio estratégico de España, y de Pedro Sánchez, con contratos milmillonarios en infraestructuras, por lo que sería difícil que el Gobierno les pudiese negar sine die subir a un porcentaje superior al 10%. Desde el mismo momento en el que Moncloa decidió entrar de Telefónica desnudó sus intenciones: equilibrar el peso de STC para no bloquear su solicitud como hizo en el caso de la opa de Talgo y los húngaros de Magyar Vagon. Y ahora están dispuestos a subir su participación si fuese necesario.

Estamos por tanto ante un complejo encaje de bolillos. El plan ideal de Moncloa pasa porque Criteria y STC se mantengan en el 10% y que cada uno tenga un consejero, aunque con el Ejecutivo controlando el consejo a través de la SEPI y vocales afines. Un triunvirato en el que mande el Estado. De hecho, en recientes reuniones que han sostenido asesores de Pedro Sánchez con empresarios han dejado meridianamente claro que ellos son los que mandan (o quieren mandar) en Telefónica. E incluso alguno ha llegado a escuchar de boca del propio presidente un sonoro «aquí mando yo», en relación a la gobernanza de la operadora.

En este punto, no solo STC es considerada una amenaza, sino también Criteria. El brazo industrial de la Fundación La Caixa no dudó en mover ficha para llegar al 10% cuando vio que la SEPI había completado su adquisición y cuando tuvieron la certeza de que se terminaría aprobando un paquete similar para los saudíes. Acostumbrados a ser el referente accionarial de Telefónica por más de una década no quieren quedarse rezagados en la toma de decisiones y menos perder la vicepresidencia del consejo, todavía en manos de su presidente Isidro Fainé. Y tampoco están dispuestos a quedarse en minoría frente a los otros dos socios.

La parálisis de BBVA

Por su parte, el BBVA —al igual que Criteria— no está cómodo con la nueva composición accionarial, pero ha tomado el camino opuesto a su vecino de Barcelona: quedarse inmóvil a la expectativa de futuros movimientos. Mantiene una de las dos vicepresidencias en manos de José María Abril y no parece que pueda conservarla en un escenario en el que los asientos en el consejo escasean y existen tres accionistas que duplican su participación con solo un representante. Llevan años con la participación de Telefónica a la venta, pero nunca (ni siquiera en el último año) han manifestado su voluntad real de abandonar la compañía.

La primera gran prueba de fuego de este equilibrio será la composición del consejo una vez que STC tenga el plácet de Moncloa para pedir el vocal que le corresponde. Un movimiento que solo tiene una certeza: no se ampliará el número de consejeros, actualmente establecido en quince miembros. Esto implica que se tengan que hacer al menos dos sustituciones para dar entrada al representante de los saudíes y así cumplir con los criterios de gobernanza que dicta la CNMV, tanto en porcentaje de mujeres como de independientes.

Esta semana se ha publicado que una de las salidas previstas es la de Javier de Paz, histórico consejero, el único que tiene categoría de «otro externo» e histórico simpatizante socialista. Pero su eventual marcha debería ir acompañada no solo de la entrada de STC, sino que también de la salida de otro vocal dominical (con el representante de BBVA como primer candidato) y del ingreso de una mujer independiente que —filtran desde Moncloa— debería ser cercana a los intereses del Ejecutivo.

Pallete y Telefónica

La idea es que cada uno de los tres grandes accionistas tenga un solo representante, pero siempre con el runrún de que Pedro Sánchez estaría dispuesto a poner otro vocal a cuenta de la SEPI para que acompañe a Carlos Ocaña —designado antes del verano— con el fin de reforzar los intereses monclovitas. Pero al igual que con el porcentaje accionarial, si el Gobierno tiene dos representantes, Criteria también querrá pedir uno, algo que incluso podrían hacer los saudíes. Este escenario desestabilizaría el delicado equilibrio que se pretende establecer tras la entrada de STC al consejo.

¿Y Pallete? El presidente de Telefónica ha vivido estos últimos días entre Londres y Madrid, mirando de reojo los movimientos del Consejo de Ministros respecto a la eventual autorización a STC. Su principal labor es construir un consejo en el que tengan una representación equilibrada los nuevos accionistas, tarea que parece tener bastante encarrilada. Otra cosa es que logre mantener esta estabilidad en el futuro para centrarse en la compañía y en mantener la hoja de ruta marcada en el plan estratégico presentado a finales del año pasado.

El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, durante una sesión del MWC de este 2024.
El presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, durante una sesión del MWC de este 2024. | Kike Rincón – Europa Press

¿Debe temer por su puesto? La sensación que se respira en Telefónica es de tranquilidad. Los saudíes han manifestado su intención de no influir en la gestión, lleva ocho años en la presidencia con el respaldo de Criteria y Fainé e incluso si Moncloa tiene la tentación de hacer cambios, sería muy difícil encontrarle un sustituto que conociese tan bien la compañía y que tuviese más claro qué hay que hacer para cumplir con sus objetivos. Prácticamente nadie en el sector cree que se le pudiese encontrar un recambio en el corto plazo.

El triunvirato

Lo único cierto es que no le espera un camino de rosas. Telefónica seguirá adelante cumpliendo sus objetivos, pero la lucha de los tres poderes (Moncloa, STC y Criteria) obliga a establecer delicadas alianzas en el consejo de administración para no torpedear la gobernanza de la compañía. El futuro dirá si la convivencia accionarial se convierte en una jaula de grillos en que todos se miren con desconfianza —como creen los más pesimistas— o si, por el contrario, puede establecerse un triunvirato que, al estilo de la antigua Roma, pueda asegurar la pax de la operadora. Lo único cierto es que ninguna puerta está cerrada.

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