La Fundación Formentor, con un comunicado remitido desde Palma de Mallorca, ha anunciado que este año no será como los anteriores; igual que el anterior no lo fue como los demás, por razones naturales. A comienzos de abril se reunirá el jurado en Sevilla –en el hotel Barceló Sevilla Renacimiento– para deliberar el próximo ganador y, desde la capital andaluza, nos contarán su veredicto. Y ya en septiembre, si las condiciones lo permiten, el Formentor viajará unos cuántos kilómetros al sureste, atravesando el mar y la tierra, hasta cambiar de continente, para celebrar el acto de entrega en Túnez –con la presencia del premiado, del jurado, de los periodistas, de los invitados; con cierta normalidad de antes–, en el hotel Barceló Concorde Les Berges du Lac, en septiembre.
Un cambio a destacar: el premio vuelve a ser itinerante, lejos de Mallorca y lejos de nuestro país –esto no ocurría desde que fue preciso, por cuestiones políticas, en los sesenta–. El viaje a Túnez es un guiño histórico: el país norafricano ya acogió el Formentor en 1967.
Además, la organización ha anunciado un Comité de honor con tres editores de talla incomparable: hablamos de Jorge Herralde, Antoine Gallimard y Roberto Calasso, presidentes de Anagrama, Gallimard y Adelphi. Un paso más hacia la consolidación de un galardón y un encuentro que, en esta segunda etapa de vida, cumplen diez años. Una década en la que el Formentor ha ligado su nombre al de diez gigantes de las letras: Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Javier Marías, Enrique Vila-Matas, Ricardo Piglia, Roberto Calasso, Alberto Manguel, Mircea Cartarescu, Annie Ernaux y Cees Nooteboom.
Algo no cambiará: su compromiso con la literatura. Así, la fundación se apresura a enumerar los puntos innegociables, que son ajenos a los balbuceos del mercado y están irremediablemente suscritos el talento genuino: i) «Rendir tributo a las obras maestras, alentar su intrépida lucidez, fomentar el buen gusto, la certeza de lo excelente y la elegancia cultural»; ii) reivindicar «la influencia cultural de la literatura»; iii) «animar la energía creativa de la imaginación y rescatar la autoridad artística de la alta literatura»; iv) «propiciar la admiración por las bellas letras, recordar el valor supremo del lenguaje y reconocer la influencia cultural de la ficción literaria»; v) destacar «la ambición de las convicciones estéticas»; y vi) «canalizar la ambición de las convicciones estéticas y dar notoriedad a la literatura como expresión de la conciencia contemporánea».