THE OBJECTIVE
Teresa Viejo

A Dios rogando

El ser humano es capaz de levantar un hogar en mitad de un estercolero y entre mierdas y ratas hallará algún motivo capaz de desperezarle una sonrisa. En Calais los inmigrantes se arraciman en “La jungla” y, si bien lo hacen con la provisionalidad del que desea salir por piernas de allí, también urden una red asistencial entre ellos.

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El ser humano es capaz de levantar un hogar en mitad de un estercolero y entre mierdas y ratas hallará algún motivo capaz de desperezarle una sonrisa. En Calais los inmigrantes se arraciman en “La jungla” y, si bien lo hacen con la provisionalidad del que desea salir por piernas de allí, también urden una red asistencial entre ellos.

Nada como que aquello que has criticado merodee por tu casa para darte de bruces con la realidad. De repente las veladuras gracias a la que cubrías lo que no deseabas ver se precipitan, y todo adquiere una nitidez aplastante. Supongo que el norte de Europa andará dando vueltas al nudo de la inmigración ahora que llama a su puerta e imagino que Inglaterra, con sus escrúpulos hacia el euro y la simbiosis europea, habrá comprendido que la necesidad de comer no entiende de fronteras; pero si aún así los que dirigen el rumbo impreciso del primer mundo siguen en la inopia deberían de echar un vistazo a la imagen.

La tenacidad por sobrevivir es brutal. El ser humano es capaz de levantar un hogar en mitad de un estercolero y entre mierdas y ratas hallará algún motivo capaz de desperezarle una sonrisa. En Calais los inmigrantes se arraciman en “La jungla” y, si bien lo hacen con la provisionalidad del que desea salir por piernas de allí, también urden una red asistencial entre ellos. En ese vergonzante campamento hay bares -ignoro si moneda para abonar la cerveza-; letrinas en mitad del campo y una iglesia de mentirijillas donde se reza como en las de verdad. En sus misas lanzarán plegarias al cielo, que tiene por costumbre no aclarar los enigmas humanos, al tiempo que tejerán lazos de solidaridad que entienden bien quienes pisan el lado oscuro porque en la miseria nos hermanamos mucho mejor que en la opulencia.

Cuando el hombre no soluciona, buscamos ayuda divina. Sin embargo no es Dios quien se atrinchera en los controles del Eurotúnel sino un humano mal encarado, con un arma en una mano y la ley en la otra.

Pero, ¿qué ley sirve a un desesperado más que la celestial?

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