THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Contra la desmemoria tacticista

«’Recordar es político (y jurídico)’, de Pablo de Lora, reivindica una memoria no sesgada y rechaza las leyes que solo sirven para ser atacar al adversario»

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Contra la desmemoria tacticista

Ilustración de Alejandra Svriz.

El 28 de noviembre de 1936, el militar retirado Cecilio de Lora (abuelo de Pablo de Lora, columnista de este medio y gran teórico del derecho y ensayista) fue asesinado en Paracuellos. Unas semanas antes, De Lora se negó a firmar una adhesión al régimen republicano que le permitiría recibir la paga de su retiro. Fue puesto en arresto domiciliario y finalmente enviado a la cárcel de San Antón. Se le acusaba, de manera muy vaga, de formar parte de las quintas columnas derechistas que impedían la defensa de Madrid tras el golpe de Estado de Franco. El día de su ejecución, fueron también asesinadas otras 183 personas.

Pablo de Lora reproduce la lista con los nombres que iban a ser «liberados» ese día, eufemismo de su ejecución. El de Cecilio está mal escrito. Es Cecilio de Lora Ibáñez, no Cecilio Lara Ybañez. «Algún preso, cuyo nombre se vociferaba para ser formado en la galería […] no acudió a la llamada aprovechando el error ortográfico en la confección de la lista. Mi abuelo sí debió darse por aludido». Su nieto se hace la pregunta «¿Y sí…?» varias veces a lo largo del libro. En la última carta de Cecilio a su esposa Emilia, le dice: «Despídeme de todos y que todos me perdonen en especial a Mamá y mis hermanos, diles que se resignen y que rueguen por mí. Dios lo ha dispuesto así. Hágase su voluntad. Tú perdóname si en algo te he molestado. Te he querido mucho».

La guerra en Recordar es político (y jurídico) no es el frente sino los chivatazos de porteros, los 9.000 ciudadanos que se refugiaron en embajadas, las acusaciones entre vecinos pero también la colaboración entre distintos, la reivindicación de quienes supieron ver la humanidad escondida tras la supuesta ideología y salvaron a compatriotas sin miramientos (desde Emiliano Enríquez Larrondo a Melchor Rodríguez García, el llamado ángel rojo).

Es un libro híbrido, un brillante collage en el que se combina la historia familiar (no solo cuenta la historia de sus abuelos sino también la de su abuela y la de su padre, químico y uno de los pioneros en la investigación de la energía nuclear en España), la investigación histórica y la reflexión ensayística. El autor bucea en archivos y en hemerotecas para contar no solo el contexto en el que se produjo el asesinato de su abuelo sino también cómo ha cambiado con el tiempo el relato sobre la guerra civil, el franquismo e incluso la Transición.

«Hoy es todavía necesario desmitificar algunos relatos sobre nuestra historia, cuestionar algunos ensalzamientos»

Por eso hace un ejercicio de memoria y de metamemoria, rescatando los debates sobre la memoria histórica previos a la primera ley sobre el tema, aprobada por el Gobierno de Zapatero en 2007. Un titular de El País en 2002 decía: «El PP condena el golpe de Franco y promete honrar a todas las víctimas de la Guerra Civil». Su vocación, como decía uno de los diputados populares, era «sacar del debate político estas cuestiones». En 2005, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero dijo en el Congreso: «Señorías, en muchas ocasiones se invoca la historia para sustentar legitimidades o esgrimir dominios injustos Dejemos a la historia que descanse». Parecen fragmentos de una historia alternativa de España.

Eso no significa que en 2024 haya que ejercer el olvido estratégico de la Transición, un olvido que siguió un poco la idea de David Rieff de que en momentos dramáticos y violentos es preferible la paz a la justicia. Porque hoy es todavía necesario desmitificar algunos relatos sobre nuestra historia, cuestionar algunos ensalzamientos. Hay nuevas investigaciones que arrojan luz y des-idealizan la historia de la República, por ejemplo, sin por ello ensalzar lo que vino después, una posición completamente sensata y que sin embargo sigue provocando estupor (pienso, por ejemplo, en el reciente Fuego cruzado. La primavera de 1936). Pienso también en el rol de líderes del franquismo que cometieron inmoralidades y cuya imagen hoy está intacta (desde que leí en el estupendo A finales de enero de Javier Padilla el rol que tuvo Manuel Fraga en el encubrimiento del asesinato de Enrique Ruano en 1969 tengo una visión muy crítica del político gallego).

Por eso el ejercicio de memoria (bueno, de historia: memoria e historia son conceptos casi antagónicos) ha de hacerse con rigor y sin ánimo presentista. El libro de Pablo de Lora se subtitula Una desmemoria democrática. Es una reivindicación de una memoria no sesgada, una crítica a la «desmemoria tacticista», un rechazo a las leyes simbólicas que buscan reparar lo irreparable a día de hoy y que solo sirven para ser arrojadas al adversario en la contienda política. Y es un libro riguroso, piadoso y desprejuiciado que aborda con cariño y analíticamente una historia emocionante.

Recordar es político (y jurídico): Una desmemoria democrática
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