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Eutanasia, buena muerte, libertad

«Cada vez somos más las personas que apoyamos la eutanasia o el suicidio asistido. Y esta opción no es (esto importa) ni de izquierdas ni de derechas, es puro humanismo»

La asociación ‘Derecho a Morir Dignamente’ celebra la entrada en vigor de la ley de la eutanasia. | EP

  • Nacido en Madrid en octubre de 1951, Luis Antonio de Villena es licenciado en Filología Románica. Su obra creativa —en verso o prosa— ha sido traducida, individualmente o en antologías, a muchas lenguas, entre ellas, alemán, japonés, italiano, francés, inglés, portugués o húngaro. Ha recibido el Premio Nacional de la Crítica (1981) —poesía— el Premio Azorín de novela (1995), el Premio Internacional Ciudad de Melilla de poesía (1997), el Premio Sonrisa Vertical de narrativa erótica (1999) y el Premio Internacional de Poesía Generación del 27 (2004). En octubre de 2007 recibió el II Premio Internacional de Poesía «Viaje del Parnaso». Desde noviembre de 2004 es doctor ‘honoris causa’ por la Universidad de Lille (Francia).

Jean Luc Godard (1930-2022) y la expresión «suicidio asistido por el Estado» nos sugieren mucho y más y mayor reflexión. Godard, aunque ya retirado -tenía 91 años- fue un icono de la «nouvelle vague» del cine francés, años 60 sobre todo, con películas imprescindibles en mi juventud cinéfila, como ‘À bout de souffle’ o ‘Pierrot le fou’, ambas con Belmondo. También estuvieron ligadas a él actrices y mujeres tan emblemáticas de aquel mundo como Anna Karina o Jean Seberg. Vivía Godard en un pueblito de la Suiza francófona, desde hacía años, y allí decidió (noticia de este 13 de septiembre) que ya no quería vivir más, porque todo sería demasiado duro. Las leyes helvéticas contemplan y amparan el «suicidio asistido». ¿La eutanasia? Aunque la frontera entre ambas puede semejar un débil hilo, no se consideran lo mismo. En la eutanasia al que va -y quiere y desea- morir, los médicos le administran ellos los fármacos. En el suicidio asistido se los ponen delante. El suicida voluntario toma con su mano las pastillas o activa un mecanismo que le inyecta. No puede caber duda de que él mismo lo hace. Claro que en la eutanasia (en griego buena muerte) el suicida ha expresado y firmado su deseo explícito de morir. Ambas son formas buenas, que intentan subrayar para mentes muy cerradas que no quieren percatarse, que suicidio asistido o eutanasia son actos voluntarios y libres, compatibles con que haya gente enferma o mayor que prefiera dedicar sus dolores o padecimientos a la Virgen del Perpetuo Socorro, por ejemplo. Si uno es libre -y está muy bien que así sea- para morir sufriente o entubado por motivos religiosos o de alguna ética de llegar al fin, de vivir «la muerte propia» como decía Rilke, debía resultar igual de libre y lógico lo otro, morir porque no se desea sufrir o porque la vida (hablamos de libertad individual) ya no ofrece nada que compense…

No creo equivocarme si digo que cada vez somos más las personas que apoyamos la eutanasia o el suicidio asistido. Y esta opción no es (esto importa) ni de izquierdas ni de derechas, es puro humanismo. Pero, aunque mucho se invoque al Cristo de la Buena Muerte -reitero Eutanasia- la Iglesia Católica juzga que su dios da la vida y ese mismo dios la quita, es decir es dios de quien dependemos. Bien está, pero ¿quién no crea en eso, debe aceptar las normas de una religión que no sigue ni acata? Por desgracia la derecha política de los países del sur de Europa suele ser reacia a la eutanasia, a la que convierte así -con fuerte error- en una opción de izquierdas. Podría enumerar a los bastantes políticos de la derecha española que personalmente conozco, que están privadamente a favor sin fisuras del suicidio asistido pero que, por disciplina de voto, aunque contra su intimidad, votaron no a la ley de eutanasia. Un buen político -si lo hubiera- se apuntaría un tanto, deslindando entre religión y mera política, igual que de sobra sabemos que hay pecados que no son delito. Igual.  ¿Creeríamos que la bancaria Suiza es un estado de izquierda?

Se ha dicho que el cineasta Godard tuvo en su vida al menos dos intentos de suicidio, al parecer por razones sentimentales. Varios psiquiatras han explicado que el suicida que (en el fondo) espera ser salvado quiere menos morir que sufrir o llamar la atención. A pocos amigos escritores oí tanto cantar las excelencias del suicidio como a Eduardo Haro Ibars o Juan Luis Panero. Pero ninguno se suicidó y ambos sufrieron su muerte sin ser católicos en absoluto. Aunque pueda ocurrir (tampoco es imprescindible) que quien se pone frente a la eutanasia o al suicidio asistido es alguien que, durante años, ha pensado o manejado lo tanático. Freud aclara cuanto de vital y cuanto de anhelo mortal hay en el ser humano. Si suicidios como los de Pavese, Hemingway, Sylvia Plath, José Agustín Goytisolo, Manuel Halcón o Belmonte, tienen no sé qué halo «romántico», para la mayoría todo hubiese sido menos sórdido y solitario con una legislación que ampare el derecho a la muerte digna. Aunque algunos se rindan o deseen al «dios salvaje» según el título de Al Alvarez. El derecho a morir libremente, a disponer tu muerte -tan natural en la Antigüedad- es hoy algo necesario y digno. Paul Valèry escribió: «Dios ha hecho todo de la nada. Pero la nada persiste».

7 comentarios
  1. Farringdon

    La eutanasia es una asunto terriblemente complejo, y de una gravedad evidente en cuanto que se trata de la terminación de la vida, el mayor de los bienes del ser humano.

    Por ese mismo motivo en el plano político se debería haber tratado como lo que es, y no como un arma arrojadiza de la izquierda para desgastar a la derecha. Como dice el autor, es un asunto que no es de izquierdas ni de derechas, ergo, se podría haber consensuado perfectamente con una mayoría parlamentaria muy considerable. Pero ese no era el plan del PSOE.

    El socialismo español ha tomado costumbre por una práctica que inició ZP consistente en emitir leyes cuya finalidad última no es aliviar problemas de la gente, sino conseguir expresamente que la derecha no las apoye, para así iniciar una campaña de desprestigio contra el adversario.

    Ej: La ley del matromonio homosexual se podía haber pactado perfectamente con el PP de Rajoy, pero se prefirió aprobar con la oposición del PP para así enfrentarles a los gays.

    La eutanasia está siendo tratada por el PSOE como una mera excusa para enfrentar a la sociedad con el PP, cuando era posible haberla tratado de una forma serena y adulta. Lo deseable en este tipo de asunto es lograr para ellos una legislación consensuada con una mayoría cualificada. Y se podría hacer, pero el PSOE prefiere usarla como munición de propaganda y agitación social.

    Y eso no ayuda a nadie.

  2. Serendipity1315

    El problema de la eutanasia, que no comenta el «eximio poeta», es el peligro que van a correr las personas que tengan limitados su libre albedrío y capacidades y por las cuales sean OTROS los que vayan a decidir su «buena muerte», cuando les venga bien a ellos por cuestiones de herencias, ocupación hospitalaria o similar.

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