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Colegios mayores, debates menores

«Lo más destacable del episodio es comprobar cómo un vídeo banal puede marcar la conversación pública. El postureo ético es nuestro único consenso de país»

Una imagen del polémico vídeo del colegio mayor Elías Ahuja. | Europa Press

  • David Mejía es doctor por la Universidad de Columbia y profesor de Filosofía y Humanidades en IE University.

Entiendo que no todos son iguales, pero les confieso que los ritos y tradiciones de los colegios mayores, y en general la atmósfera que los rodea, siempre me han provocado aversión. Así que celebro que me hayan dado una excusa para afilar el verbo y abalanzarme sobre ellos. Así lo he hecho, pero en privado; la discusión pública exige abordar el asunto desde otro ángulo. Porque la noticia no es que los alumnos del colegio mayor Elías Ahuja gritaran consignas salvajes a sus vecinas del colegio mayor Santa Mónica. La noticia es que hayamos hecho de una conducta reprobable pero anecdótica una cuestión de Estado. 

Las anécdotas no deben guiar la conversación pública, salvo que sean representativas de un mal general. El grito del ilustre se ha escuchado (¡y leído!) en toda España, así que no voy a reproducirlo. Son palabras que desbordan agresividad, sexismo y mal gusto, especialmente para quienes odiamos las capeas casi tanto como el machismo. Y ni la tradición, ni su contextualización como extraño ritual de apareamiento entre colegiales, las hacen menos execrables. Sin embargo, no hay nada que nos permita decir que esas palabras son representativas de cómo piensan sobre las mujeres los españoles, la juventud, los residentes del colegio mayor; ni siquiera sabemos cómo piensa el pobre infeliz que las pronunció. 

«Todos cometimos errores en la adolescencia, pero no todos recibimos el reproche del presidente de Gobierno»

Porque el contexto nunca justifica, pero explica. Y el contexto es la adolescencia, la adrenalina, y la sensación de anonimato que proporcionan los ventanales. Se ve que las ventanas de los colegios mayores son como las gradas de los estadios de fútbol, donde la racionalidad individual se pierde en una nube de gregarismo, barbarie y sensación de impunidad. Yo también sentí esa rabia contra el pijo-machista-fascista cuando escuché sus gritos. Pero ahora me inclino por sentir compasión. No todo error es un delito, y todos cometimos errores en la adolescencia, pero no todos recibimos el reproche del presidente del Gobierno. 

Lo más destacable de este episodio ha sido comprobar cómo un vídeo, impactante pero banal, puede marcar la conversación pública. Lo viral es político: un colegio mayor está en el centro de la agenda nacional por puro oportunismo. Unos para señalar, otros para desmarcarse, el postureo ético es nuestro único consenso de país. Ya lo dijo Humpty Dumpty: lo importante no es el significado, sino quién manda aquí. 

13 comentarios
  1. Asurbanipal

    Ortega-Smith y Rocío Monasterio por un lado, y Feijóo y Gamarra por otro, condenan las repulsivas acciones de una horda de «adolescentes» mayores de 18 años, y resulta que una buena porción de quienes se declaran simpatizantes de sus respectivos partidos opina que el asunto es una fruslería y que aquell@s son demasiado bland@s y complacientes con la izquierda y los agentes «woke». Está visto que para est@s nunca se está suficientemente a la derecha, incluso Vox puede ser una pusilánime «derechita cobarde». Cabe pensar que se trata de un lote de mentes enfermizas, rudimentarias, perturbadas. Pero lo más grande es que entre ellas descuellan Ayuso y Abascal.
    Es para pensar.

  2. Grossman

    El presidente Sanchez no opina sobre el asesinato de más de 80 personas inocentes en Irán por protestar contra el uso obligatorio del velo en las mujeres y su sumisión a las normas de los ayatolas, no tengo datos, dijo don merluzo.

    Pero ante unas bromas de colegios mayores, sin la más mínima connotación machista puesto que las mismas hembras a las que se supone que se protegían de supuestas violaciones machistas, declararon que no se sentían ofendidas, que no se sentían amenazadas y que era una tradición, una broma sin la más mínima importancia.

    Y ahí si, nuestro doctor presidente juzgó, condenó y linchó a unos muchachos cuyo único delito era quizás tener mal gusto con las bromas. Los monos aulladores de la izquierda se echaron encima de la víctima sin la más mínima compasión, deborando el cadaver de quien creyó que estaba en una simple fiesta divertida de adolescentes.

    Luego están los miedosos seguidores de la derecha, gacetilleros y demás ralea.

  3. Benito

    Qué gran intelectual tenemos en TO…

    y Grinán qué tal va? Cuando entra en la cárcel?

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