Insomnio

Entre los muchos motivos que nos enferman, el más nocivo es la privación del descanso. Cuesta dormir; vaya si cuesta. Por nuestra salud mental, recomiendan mantener una buena higiene del sueño, que es como la higiene personal pero más sucia, porque anda expuesta a que alguien, o algo, todos los días la ponga perdida de porquería.

Este decálogo de limpieza tiene también Diez Mandamientos, entre ellos: debe yacer en el catre sólo con intención de copular y/o descansar -para joder ya esta la vigilia-; debe evitar el tabaco, el alcohol y el café; debe eliminar todo tipo de pantallas; y debe no alterarse por las lavadoras, secadoras, televisiones y conversaciones sin cristales que desde hace meses nos han invadido la noche para poder vivir de día. Elementos de contaminación  acústica que despiertan los verdaderos desvelos por los que por la mañana morimos de sueño y para los que no encontramos edredón. Sra. Montero: ya nos gustaría dar con ese cobertor con el que se protege y duerme a pierna suelta el presidente en esta legislatura que él aventuró de noches en vela. Al resto nos cuesta; en eso acertó.

«Cada día que abrimos el ojo nos nace un nuevo enemigo»

Y con tanta zozobra andamos cabizbajos, huraños, esquivos, ariscos… porque cada día en el que abrimos el ojo nos nace un nuevo enemigo. Y porque a estas alturas tenemos ya un copioso ramillete de demonios tangibles e intangibles: virus, gas, luz, inflación, usura, insolencia, ira… Y, cómo no, esos fantasmas causantes de tanto desasosiego que el gobierno configura cada noche entre sus sábanas, para que usted, al despertar, le ponga cara a su desgracia: cara de ricos, cara de CEO de grandes empresas, cara de periodistas no afines y con sentido crítico, cara de los funcionarios premiados con la compensación de la inflación, cara de los pensionistas agraciados con la subida gorda, cara de esos parados que no quieren trabajar aunque falte mano de obra, cara de chavales con problemas mentales, cara de elecciones municipales y autonómicas … cara de todo y en breve, de nuevo, otra vez cara de los contagiados de esta covid que es lo único que vino de verdad, para quedarse.

Estrategia de la confrontación, de patología social y política, que elimina la confianza individual y nos rinde a quien nos saque de esta situación; pero como nadie lo hace, nos lleva a sentirnos abandonados con toda la frustración que eso conlleva. Y así vamos perdiendo esa individualidad diferenciándonos del resto y odiando al contrario.  Y lo peor es que esto no es nuevo. Con las mismas maneras se fue maleando al ciudadano contra su conciudadano en los peores pasajes de la historia del ser humano. Eso es lo que nos quita el sueño. Nos sentimos envenenados por una dialéctica perversa: la de señalar día si, día también, a algún culpable que exima de responsabilidad alguna a quien la tiene, por lo pronto, de fomentar la inquina por barrios, vecindarios, localidades y regiones. Intento dormir pero como dice la copla, a las ocho me dio sueño, a las nueve me dormí, y a las dos de la mañana desperté pensando en ti.

¡Qué bien viven los tontos en ‘estepaís’!

Pepa Gea