THE OBJECTIVE
Sara Montero Minguez

Cosas buenas de los españoles

Aunque en esta época de pillería cueste creerlo, los españoles tenemos muchas cosas buenas. Estamos a la cabeza de la donación de órganos, somos solidarios con nuestro entorno (¿cómo si no hubiéramos sobrevivido a esta brutal crisis?) y los índices de intolerancia son bajos.

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Cosas buenas de los españoles

Aunque en esta época de pillería cueste creerlo, los españoles tenemos muchas cosas buenas. Estamos a la cabeza de la donación de órganos, somos solidarios con nuestro entorno (¿cómo si no hubiéramos sobrevivido a esta brutal crisis?) y los índices de intolerancia son bajos.

Aunque en esta época de pillería cueste creerlo, los españoles tenemos muchas cosas buenas. Estamos a la cabeza de la donación de órganos, somos solidarios con nuestro entorno (¿cómo si no hubiéramos sobrevivido a esta brutal crisis?) y los índices de intolerancia son bajos. También somos dueños de una mordaz autocrítica, que a veces se vuelve contra nosotros.

Otra de nuestras cualidades positivas es que no nos importa la vida privada de los políticos. Es bastante improbable que un caso como el de Monica Lewinsky y Clinton dañara la popularidad de un presidente del Gobierno. Tenemos asuntos más preocupantes de los que ocuparnos que de las felaciones ajenas. Aquí los posibles casos similares ni siquiera han salido a la luz porque siguen siendo impublicables en la agonizante «prensa seria».

En este sentido, también es intachable el comportamiento de los periodistas, que pocas veces publican datos íntimos de los gestores públicos. Aunque en los últimos años se haya hablado del hijo de Alicia Sánchez Camacho o la boda civil de Soraya Sáenz de Santamaría, no son asuntos de estado, no se hacen debates públicos y, por supuesto, no se utiliza como arma política, aunque su vida personal contradiga muchos de los valores que pretende aglomerar su partido.

Lo mismo ocurre con la familia. Ni nos importa, ni nos enternece. Muy pocas imágenes nacionales pueden compararse con la foto que los nietos del presidente saliente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy compartieron con los políticos europeos. No parece que haya un interés electoralista, pero para nosotros es una estampa poco habitual. La última foto familiar semejante que vimos los españoles fue la de las hijas de Zapatero con Obama, que se saldó con comentarios y fotomontajes crueles contra las niñas.

Por suerte, España también reserva un papel diferente para las primeras damas. Mientras las hijas y la mujer de Obama constituyeron un elemento más de su campaña , a la esposa de Rajoy se la fotografía en contadas ocasiones y siempre en un segundo plano. Está bien que las mujeres no sean los floreros que acompañan a los futuros jarrones chinos.

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