THE OBJECTIVE
Gonzalo Gragera

Dale un par de vueltas

Desgaste, sí, desgaste es la imagen que hemos percibido en el pasado de debate de investidura sobre los altos escaños de Ciudadanos y de Podemos. El deterioro de los que acaban de llegar, que es lo llamativo de esta precoz erosión parlamentaria. El mensaje de Rivera ha calado, eso nadie lo duda, ha calado tanto que un todo llamado don Mariano aceptó sus propuestas con tal de salir airoso de los 170 diputados y lograr gobierno, por mucho que estas propuestas tuviesen más de moderna y reformista socialdemocracia que de otra cosa. Pero el desgaste de Rivera no deambula por esos caminos. No es un desgaste ideológico –tampoco es que haya tenido su proyecto, en este sentido, y más allá de las medidas acordadas en esta investidura, nada estratosférico-, tampoco emocional; lo es, acaso, de liderazgo. De puesta en escena. De tesón en el discurso. Perfil bajo, como dicen ahora. A Podemos, con Iglesias, algo similar le sucedió, con la diferencia de que si uno pecó de defecto, el otro pecó de exceso. Y del esperpento se hizo acopio. Cuentan que el sermón de Iglesias –mucho de homilía y poco de política hubo- envejeció. Mejor sería, quizá, apuntar que nació viejo.

Opinión
Comentarios
Dale un par de vueltas

Desgaste, sí, desgaste es la imagen que hemos percibido en el pasado de debate de investidura sobre los altos escaños de Ciudadanos y de Podemos. El deterioro de los que acaban de llegar, que es lo llamativo de esta precoz erosión parlamentaria. El mensaje de Rivera ha calado, eso nadie lo duda, ha calado tanto que un todo llamado don Mariano aceptó sus propuestas con tal de salir airoso de los 170 diputados y lograr gobierno, por mucho que estas propuestas tuviesen más de moderna y reformista socialdemocracia que de otra cosa. Pero el desgaste de Rivera no deambula por esos caminos. No es un desgaste ideológico –tampoco es que haya tenido su proyecto, en este sentido, y más allá de las medidas acordadas en esta investidura, nada estratosférico-, tampoco emocional; lo es, acaso, de liderazgo. De puesta en escena. De tesón en el discurso. Perfil bajo, como dicen ahora. A Podemos, con Iglesias, algo similar le sucedió, con la diferencia de que si uno pecó de defecto, el otro pecó de exceso. Y del esperpento se hizo acopio. Cuentan que el sermón de Iglesias –mucho de homilía y poco de política hubo- envejeció. Mejor sería, quizá, apuntar que nació viejo.

De la pérdida de fuelle de Ciudadanos y de Podemos se plantean dos puntos: que de la circunstancia se favorezca, sobre todo, el PSOE y que los nacionalistas vuelvan a ser los que pisen los talones a los grandes. Vamos, volver a lo de siempre. No obstante, problemas más urgentes y probables nos acechan: terceras elecciones. ¿Qué hacer de seguir en esta encrucijada de los noes? ¿Qué salida escogemos si la ruptura del bipartidismo fuese más real de lo que pensamos y nada toma retorno? Podríamos pensar en segundas vueltas con un único vencedor. Pero claro, esto será como la reforma de la LOREG, con la que todo el mundo comulgaba hasta que a todo el mundo, ya con el escaño -y el plato de comida- calentito, le dio por declinar la proeza. Con actitudes como estas, y habrá que destacar a Ciudadanos y Podemos, se nos escapó una oportunidad de oro para ejercer de reformista en España. En cualquier caso, alguna solución habrá que ofrecer a este desaguisado de eternas campañas. Segundas vueltas con un único vencedor. Dale un par de vueltas.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D