Un imprescindible libro maldito
«Extranjeros en su país», de Antonio Robles y publicado bajo seudónimo en 1992, es una versión novelada de la purga xenófoba llevada a cabo en Cataluña»
Ilustración de Alejandra Svriz.
Allá por los años ochenta y noventa del pasado siglo, solía yo recibir frecuentes regañinas de amigos catalanes cada vez que me pronunciaba públicamente contra la inmersión lingüística. Eran escritores, profesores, editores, gente de mi mundillo, y me aseguraban que estaba equivocado: en Cataluña no había ningún problema entre castellano y catalán, sólo cizaña sembrada por unos pocos intransigentes que magnificaban roces puntuales. «Lo que pasa» -me decían sonriendo paternalmente- «es que estás obsesionado por lo que ocurre en el País Vasco, pero Cataluña no tiene afortunadamente nada que ver». Esas explicaciones me tranquilizaban sólo a medias, porque otras fuentes de información (y mi propia experiencia como visitante frecuente de esa parte de España) justificaban la alarma.
Pocos años después ya no cabían dudas: la inmersión lingüística era y es un atropello xenófobo de primera magnitud, un ataque al derecho a educarse en la lengua propia de más de la mitad de los catalanes y una imposición anticonstitucional desde la Generalitat contra la armonía bilingüe habitual en los lugares públicos, en los círculos amistosos y familiares. Algunos de los que antes me reprendieron por mis recelos se convirtieron radicalmente a ellos y hasta tal punto que, llevados por el celo de los neófitos, olvidaron por completo su postura anterior y negaron con indignación que nunca hubiera sido la suya. En fin, habrá que conformarse con eso.
«Lo llaman inmersión lingüística pero su verdadero nombre es limpieza étnica»
La verdad es que podríamos habernos ahorrado muchos tanteos y vacilaciones de haber leído a su debido tiempo el libro del que quiero hablarles. Apareció hace más de treinta años, en 1992. Y no fue un parto fácil: las editoriales retrocedían asustadas ante su contenido, la distribuidora procuraba ocultarlo en lugar de distribuirlo, los reseñistas lo silenciaban y buscaban otros temas menos sulfurosos, etc… Su autor era sin duda intrépido pero no suicida y por tanto lo publicó bajo seudónimo, Azahara Larra Servet, el nom de plume más alambicado que conozco después del gran poeta colombiano Porfirio Barba Jacob.
El título del libro, en cambio, es sencillo y contundente, pero si bien se entiende aterrador: Extranjeros en su país. Hay algo aún peor que la persecución xenófoba de los judíos por parte de racistas que se consideran con una superioridad innata sobre ellos: los que convierten a sus vecinos en judíos apoyándose en cualquier diferencia cultural para poder perseguirlos a gusto. Eso es lo que se ha impuesto en Cataluña a cuenta de la lengua catalana sobre los castellanohablantes: lo llaman inmersión lingüística pero su verdadero nombre es limpieza étnica (también la hay en el País Vasco, por supuesto, aunque quizá menos institucionalmente respaldada).
«’Extranjeros en su país’ es un reto a su honradez social, política o sencillamente humana»
Extranjeros en su país es una versión novelada de la purga xenófoba llevada a cabo en Cataluña. En cierto modo, dejando a un lado el mérito estrictamente literario, su impacto social equivale al de La carta de Raúl Guerra Garrido o Patria de Fernando Aramburu. Para quienes viven más alejados del asunto (que desde luego a nadie en España debiera dejar indiferente) o se enrocan en la falsa torre del «aquí con la lengua no hay ningún problema» como aquellos amigos míos de antaño e incluso de alguno de hogaño también, Extranjeros en su país es un reto a su honradez social, política o sencillamente humana. Que se atrevan, con la cabeza alta y la mano en el corazón, a negar lo que en sus páginas se cuenta tan elocuentemente.
El verdadero nombre del autor de este libro necesario es Antonio Robles, periodista, profesor, activista político incansable, cofundador de la Asociación por la Tolerancia, diputado en el Parlament de Catalunya por Ciudadanos, candidato de UPyD a la presidencia de la Generalitat… Uno de los pocos que no se ha limitado a despotricar para luego encogerse de hombros.
Ahora, 32 años después de la aparición del libro, hace balance de este empeño. ¿Un fracaso, en vista de lo que se espera en las elecciones del próximo domingo? Esto es lo que responde Antonio Robles: «Nadie dijo que fuera fácil, pero estamos aquí celebrando ideas que nos convocan contra la tiranía y nos reconcilian con la justicia y la libertad. Nadie puede ser vencido si no derrotan su mente. Y ahí somos invencibles».
