THE OBJECTIVE
Fernando Savater

Pensar lo de abajo

«’Los filósofos y el amor’, de Aude Lancelin y Marie Lemonnier, muestra los vínculos entre los sistemas de los pensadores y sus opiniones sobre el amor»

Despierta y lee
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Pensar lo de abajo

Jean-Paul Sartre junto a Simone de Beauvoir. | Keystone Pictures USA (Zuma Press)

Hoy vengo a hablarles de un libro excelente. Y tiene su mérito, porque no es una novela, ni una antología poética, ni un ensayo científico que trate de los avances y los peligros de la inteligencia artificial. Este libro trata de filosofía, o más bien de filósofos, vistos de cintura para abajo. La perspectiva más insólita, porque a los filósofos lo de abajo es lo que les trae de cabeza. Se titula Los filósofos y el amor (ed. Deusto) y ha sido escrito por dos filósofas, a ellas se les había tenido que ocurrir, Aude Lancelin y Marie Lemonnier, francesas, para agravar su caso. Fue otro francés, Stendhal, quien reconoció «el amor ha sido siempre para mí el más grande asunto, o tal vez el único».

Muchos muy inferiores suscribimos casi clandestinamente esa devoción, aunque no hemos encontrado gran apoyo ni mucha ilustración en la grey filosófica. Después de El banquete platónico, obra insuperable desde luego aunque de un sesgo muy «griego», hay que esperar hasta Lucrecio para encontrar cosa sustancial sobre el asunto. Luego otra larga pausa hasta Montaigne, comentarista precisamente de Lucrecio. Y ya a continuación los ilustrados, el satánico Schopenhauer, los antiprofesores Kiergegaard y Nietzsche, el desmadre contemporáneo. Como ya he dicho que las autoras son francesas hubiera sido demasiado optimista que esperásemos encontrar algo sobre Ortega y Unamuno, ni siquiera sobre María Zambrano, pensadora del amor. Claro que tampoco hay noticias de ningún filósofo anglosajón, ni siquiera Bertrand Russell, al que sus opiniones sobre el matrimonio trajeron algunos problemas. Pero no debemos ponernos demasiado exigentes ni toca ser exhaustivos, bastante hay con sacar el tema maldito a la palestra…

En el siglo XVIII, la aguda y a veces cruel Madame du Deffand comentó respecto a uno de los padres de la Enciclopedia, el gran d’Alambert: «Daba la impresión de un alma que se había encontrado en un cuerpo por casualidad y se las arreglaba como podía». Repasando la historia de los más célebres filósofos, parece que hubo bastantes a los que se podría aplicar esta descripción poco piadosa. Incluso los que escribieron las páginas más profundas y conmovedoras sobre el tema, como Kierkegaard o Nietzsche, no parece que disfrutaron mucho de los goces físicos del asunto.

Pero el libro que estamos comentando no acumula anécdotas picantes sobre la vida íntima de los sabios (para eso sigue siendo mejor recurrir al cotilleo de Diógenes Laercio) sino que expone con amenidad sus teorías sobre esa cuestión que encaja difícilmente en lo académico. Las autoras muestran los vínculos entre las grandes cuestiones de los sistemas y sus opiniones sobre este tema aparentemente «menor». En el fondo, quizá nada pueda decirnos tanto sobre el pensamiento de un autor como saber que define el matrimonio como «el arrendamiento mutuo de sus órganos sexuales entre dos personas» (Kant). Gracias, no hace falta que siga.

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Los filósofos y el amor
Aude Lancelin y Marie Lemonnier
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«Estas páginas no le harán bostezar: ¡hasta los filósofos llegan a ser divertidos cuando les da por enamorarse!»

También hay revelaciones biográficas que no necesitan notas a pie de página: Spinoza, cuyo ardor más incontenible era político, estuvo a punto de sacrificar su vida por hacer público su panfleto Ultimi Barbarorum en un ambiente revolucionario hostil; en cambio, el mosquetero Descartes inmoló la suya acudiendo en las gélidas madrugadas de Estocolmo a dar clase a la reina Cristina de Suecia hasta pillar una neumonía fatal (algunos dicen que fue envenenado, siempre hay quien conspira contra el romanticismo). Me imagino a la reina ilustrada repitiendo a su galante maestro aquel epigrama de José Bergamín sobre otra famosa pareja docente, esta del siglo XI: «No aprendamos/tan deprisa/dijo a Abelardo/Eloísa». Los profesores jubilados de filosofía podemos atestiguar que las clases de nuestra materia no siempre, ay, son así.

Como ya ha sido dicho, la galería de grandes filósofos no cuenta con muchos émulos de Casanova. Pero los dos casos recientes con que acaba este libro sí que pueden considerarse sexualmente promiscuos a la par que protagonistas de una gran historia de amor. Tanto el oscuro Heidegger como el célebre Jean-Paul Sartre conquistaron a dos mujeres excepcionales, no inferiores a ellos, y además llevaron vidas notablemente libertinas. Y eso que ni el teutón ni el francés destacaron por la apostura de sus físicos… Las dos enamoradas, Hannah Arendt y Simone de Beauvoir, comenzaron muy jóvenes su relación con ambos filósofos y con los altibajos propios de tales casos no rompieron nunca definitivamente con ellos.

Sus historias las cuentan las autoras con penetración (c’est le cas de le dire!), malicia y bastante humor, virtudes que no faltan nunca a lo largo de este libro. Aunque usted crea que se aburre con la filosofía, estas páginas no le harán bostezar: ¡hasta los filósofos llegan a ser divertidos cuando les da por enamorarse! La traducción de Juan Claudio de Ramón es excelente, tanto en el texto propiamente dicho como en su búsqueda concienzuda de la mejor versión española de los párrafos citados. Se ve que él también se ha enamorado un poco de esta simpática obra…

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