Los gritos
"Ortega Smith ha meado fuera del tiesto. El día estaba dedicado a una violencia específica de las que sufren algunas mujeres"
La herida abierta por la corrupción en Cataluña está supurando. Asistimos a las patrióticas llamadas a romper la única patria de los catalanes, que es España, y al mismo tiempo a juicios a los que se somete cada ‘procés’ de latrocinio del Estado por parte de la clase política catalana; toda la que ha tenido poder.
Es todo una y la misma cosa. El secesionismo es la ideología que unge a los líderes del saqueo catalán con un toque divino. Como vivimos con la mala noticia de Zaratustra, ahora cualquiera puede arrogarse el poder de divinizar a los sátrapas; incluso el ‘pueblo catalán’.
El secesionismo es también un instrumento mucho más mundano: un arma política con la que se amenaza al conjunto del Estado, para que suspenda su funcionamiento y ampare la corrupción.
Este juego de corruptos no puede durar indefinidamente. Como en una tragedia griega, los protagonistas están abocados a cumplir con su destino, aunque sea fatal. El cleptosecesionismo catalán está condenado a envidar siempre más, hasta el órdago final. En ese final, los protagonistas sólo pueden ser los puros, los que no han conducido a Cataluña, y a España, a esta situación, porque no han tenido poder y, por tanto, no han tenido ocasión de robar a espuertas.
Y entonces la corrupción del gobierno de amparar la cleptocracia catalana si no se portan muy mal no tendrá efecto. Y habrá que aplicar la ley, y recordar que España sí es una nación, y Cataluña no. Quizás no estemos muy lejos de ello.
El cambio climático de origen antropogénico nos pone ante uno de esos quiebres de la historia en los que actuar en una u otra dirección
No hay consenso sobre si se trata de un bache pasajero o de si estamos al borde de entrar otra vez en recesión
El activista hispano-argentino Gerardo Pisarello siguió estudios de Derecho en la Universidad Nacional de Tucumán, su ciudad natal. En 1995, no bien obtiene la licenciatura (...
Con todo, lo peor del sanchismo no es Sánchez, sino las bases búlgaras que por menguantes que sean nos mangonean el poco futuro que tenemos