THE OBJECTIVE
José Carlos Rodríguez

Los nuevos impuestos de Sánchez

«Los impuestos le han dado una dentellada del 44,2% al salario medio antes de que el trabajador empiece a gastarlo»

Opinión
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Los nuevos impuestos de Sánchez

Ilustración de Alejandra Svriz

El Gobierno de Pedro Sánchez ha tenido una idea revolucionaria: para mejorar su vida, ha decidido quedarse con una parte creciente de lo que usted produce. No es poca cosa. Si la presión fiscal (el porcentaje de los ingresos fiscales sobre el PIB) ha pasado de ser el 32% en 1995 a ser el 38% en 2022. Es decir, que los políticos han corrido más subiéndonos los impuestos que favoreciendo que la economía, y el empleo, y los sueldos, crezcan.

Pero el campeón de todos esos políticos es Pedro Sánchez. Según un estudio realizado por el Instituto Juan de Mariana (del que fui director), el 60% de esa subida de la presión fiscal se ha producido bajo el gobierno de Pedro Sánchez. El impuestómetro, que ha seguido los pasos que ha dado el gobierno de Sánchez, observa que ha creado un nuevo impuesto o subido uno que ya estaba constituido en 69 ocasiones; de media, una vez al mes.

A ello hay que sumar que no ha deflactado el impuesto por la inflación. Cuando suben los precios y los salarios, el sistema impositivo reacciona como si fuésemos más ricos: nos quita una parte mayor de lo que ganamos. Sólo la decisión de Sánchez de no adaptar los impuestos a la inflación le ha costado a cada hogar, de media, 1.315 euros entre 2022 y 2023.

Los impuestos le han dado una dentellada del 44,2% al salario medio antes de que el trabajador empiece a gastar el dinero que ha ganado en vivir él y su familia, tal como calcula el informe y recoge THE OBJECTIVE.

Puede parecer un dislate, y lo es. Pero para Pedro Sánchez no es suficiente. «En total, el líder socialista ha elevado los ingresos tributarios por un monto equivalente a 3.890 euros por hogar«, observa el informe. Pero como Sánchez quiere igualar la presión fiscal española a la media europea, no va a dejar de aumentar los impuestos. La presión fiscal en 2018, cuando Sánchez llegó al poder, estaba 5,7 puntos por debajo de la media europea, y ha reducido ese diferencial en 2,9 puntos. Para alcanzar la media, cada hogar tendría que pagar casi 2.100 euros más al año. Europa no le sigue. En estos cinco años, de 2018 a 2022, la presión fiscal europea apenas ha aumentado un 0,1%; nosotros casi 30 veces eso.

«No tenemos la presión fiscal media de Europa, pero tampoco tenemos su nivel de renta»

No tenemos la presión fiscal media de Europa, pero tampoco tenemos su nivel de renta, claro. No es lo mismo pagar un 44% de tu renta con un sueldo bruto de 30.000 euros que con uno de 60.000 o más. Por eso tiene sentido ponderar la presión fiscal por la renta media; es lo que se llama «esfuerzo fiscal».

Para aumentar la presión fiscal hay dos caminos: aumentar los impuestos y disminuir la renta real. Pedro Sánchez ha optado por ambos. Pagamos impuestos como si fuésemos más ricos, pero entre 2019 y 2022 los salarios reales han caído en casi 4 puntos. Y en esto, de nuevo, volvemos a descollar entre nuestros socios europeos. Nadie ha ido marcha atrás a esa velocidad.

No sabemos cuánto durará el gobierno de Pedro Sánchez. Después de la Amnistía y del referéndum ilegal que le va a entregar a los nacionalistas catalanes, más el que le dará de propina al Lehendakari Otegi, ¿qué más puede dar a sus socios para que le aguanten? ¿Declarar la III República? En fin, no le va a ser fácil. Lo que sí sabemos es que mientras esté en el poder, Sánchez seguirá aumentando los impuestos.

Ya recogí en otro artículo que en los años que llevamos de democracia, el peso del gasto público sobre el PIB ha aumentado en 30 puntos. Sánchez, claro está, lo ha aumentado aceleradamente. Quiere gastarse él nuestra renta y nuestra riqueza. Parte del aumento del gasto es automático. Sube el coste de la deuda pública. Sube el coste de las pensiones. Pero otra parte es discrecional: por ejemplo, maquilla los datos del paro aumentando la plantilla de funcionarios y empleados públicos. Aún otra parte del gasto es pura corrupción. Lo estamos viendo. Lo sabemos por medios como este, que se atreven a contarle al público a dónde va una parte de los nuevos impuestos de Sánchez.

Por supuesto, nada de esto es necesario. Se puede racionalizar el gasto público, hasta un punto. Se pueden reducir multitud de partidas que no sirven al interés general, sino a ciertos intereses particulares que viven de lo que aportan los demás. También se puede intentar favorecer el crecimiento. Para crecer es necesario fomentar el ahorro, y este gobierno (y los anteriores) lo persigue con saña. Por eso no aumenta la productividad, sino que cae. Y los salarios caen por el mismo precipicio.

Y se pueden reducir los impuestos. Vox ha propuesto un modelo de IRPF con tres tramos. Las rentas por debajo de los 22.000 euros (algo por debajo de la renta del español medio, que no es lo mismo que la renta media), quedarían exentas. A partir del siguiente euro, y hasta llegar a los 70.000, se pagaría el 15%. Y el 25% desde el euro 70.001. Se han hecho propuestas parecidas en otras ocasiones (una de ellas del PSOE), y los ingresos no tienen por qué ser inadecuados.

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