THE OBJECTIVE
José Carlos Rodríguez

La 'perversa incertidumbre' que amenaza la economía española

«España puede estar viviendo una época de incertidumbre institucional que tenga consecuencias directas en la creación de riqueza»

Opinión
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La ‘perversa incertidumbre’ que amenaza la economía española

Ilustración de Alejandra Svriz.

Emiliano López Atxurra, presidente de Petronor y consejero de Repsol, ha advertido de que la decisión de dónde realizar la inversión en una planta industrial de combustible sintético prevista para el puesto de Bilbao está en stand by. Paralizada. Se trata de una inversión de 200 millones de euros que crearía un electrolizador de 100 megavatios en la refinería de Petronor. Lo que ha detenido los planes de la empresa es la ausencia de un marco regulatorio «estable y previsible». 

La inestabilidad e imprevisibilidad actuales proceden del contenido del pacto que han anunciado Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, Bonnie & Clyde de la economía española. El pacto prevé, entre otros disparates, mantener el impuesto específico sobre los beneficios de los bancos y las energéticas, y convertir en permanente un gravamen provisional. Es un viejo ardid. Los Estados Unidos crearon un gravamen temporal sobre un bien de consumo para ricos, el teléfono, durante la I Guerra Mundial. Y tardó más de cien años en decaer. 

Josu Jon Imaz ya advirtió la semana pasada: «Iremos hasta el final en la batalla contra el impuesto del Gobierno, tanto en la justicia española como en la europea». Vista la relación elástica que tiene Sánchez con la ley y las decisiones judiciales, recurrir a los juzgados parece una decisión necesaria, pero del todo insuficiente. La sal de sus palabras, sobre la herida de Ferrovial, está aquí: «Manejamos alternativas a España si no hay estabilidad política». 

Bien, López Atxurra, días después, ha proclamado «nuestro compromiso empresarial en España. Es decir, nunca se ha dicho que se va a ir de España». Eso puede significar, únicamente, que se elija cualquier otro país para invertir; no necesariamente que tomen, fiscalmente, las de Villadiego. Pero también puede ser que se plantee dejar nuestro país, puesto que Imaz lo ha sugerido y el presidente de Petronor no lo ha desmentido. 

«El figurín de la Moncloa ha regado de dinero público a sectores económicos y sociales para comprar su apoyo»

López Atxurra ha rebajado al nivel de la regulación las palabras de Imaz. Pero es necesario repetirlas aquí para que quede claro de qué estaba hablando el presidente de Repsol: «Manejamos alternativas a España si no hay estabilidad política». Estabilidad política, no meramente regulatoria. Los caprichos políticos del momento en impuestos y regulación son muy relevantes, pero forman parte de un juego cuyas reglas, las de la Constitución, pone Sánchez en entredicho. 

Lo que está en entredicho es el modelo político de Pedro Sánchez. Como un aprendiz del kirchnerismo, el figurín de la Moncloa ha regado de dinero público a sectores económicos y sociales para comprar su apoyo. Quiere que nos entretengamos consumiendo la riqueza que aún no hemos creado, con tal de mantenerse en el cotarro. La carrera sin medida del gasto público arrastra de los pelos a la fiscalidad, que también repta por nuestras cuentas corrientes, y las devora, y las agota. Si déficit se agiganta, aceleraría una intervención europea que no le conviene políticamente. Y como la santa ciudadanía española no se queja, nunca se queja, que haga de pagafantas de Sánchez. A Sánchez no le ha ido mal, pero también a este modelo, a base de engordar, se le están empezando a saltar las costuras. No por parte del noble pueblo español, que ya vemos que tuerce el gesto, pero baja la mirada, sino por parte de las empresas. 

La política fiscal no puede no tener efectos económicos. Afecta a las decisiones de inversión de las empresas, y a su localización, a la decisión de las fortunas de elegir otra región, u otro país, y a la disposición de los trabajadores, o a algunos de ellos, de irse de nuestro país o de no venir a la soleada España. Y la parte que no puede decidir, simplemente es más pobre. Como si hubiera caído sobre nosotros un manto de socialismo. Exactamente así.

«No podemos adelantar cuánto nos hará pagar Sánchez su privilegio de ejercer el poder» 

La nueva legislatura de Pedro Sánchez, que ya viene con hambre atrasada, sólo puede arrancar entregando a sus socios los retazos de nuestra Constitución, el control del sistema judicial y el dinero de nuestros impuestos. Simplemente, no podemos adelantar cuánto nos hará pagar Sánchez su privilegio de ejercer el poder. 

Robert Higgs es uno de los principales historiadores estadounidenses en el estudio de la Gran Depresión. Higgs ha mostrado, entre otras cuestiones, que la depresión fue mucho más larga de lo que se había pensado, y de lo que aún creen muchos. Es un agujero en el crecimiento de la poderosa maquinaria económica estadounidense que no se solventó hasta mediados de los años 40. Tras la II Guerra Mundial cae el gasto público a plomo y se retiran muchos de los controles de la economía. Comienza la gran prosperidad que acompañó a aquél país durante dos o más décadas. 

¿Qué explica la sima del crecimiento americano en aquélla época? La crisis del 29 se produjo por motivos monetarios, y se mantuvo por la política fiscal, así como por la creación de una sopa de letras de nuevas agencias, que empezaron a regular la economía como nunca se había hecho antes. Pero no es sólo la combinación de impuestos y regulación, sino «la perversa incertidumbre» que se extendió «entre los inversores sobre la seguridad de sus derechos de capital» por los profundos cambios institucionales que se estaban produciendo en el país.

España puede estar viviendo una época de incertidumbre institucional que tenga consecuencias directas en la creación de riqueza. Que tardemos en ver las consecuencias no las hacen menos reales. 

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